La identificación temprana de las alteraciones en el desarrollo sensorial del niño es fundamental para minimizar los efectos negativos sobre la maduración, por lo que es posible corregir ciertos déficit cuando se diagnostica e interviene de forma temprana. El desarrollo sensorial del niño es un proceso que depende de la integridad del sistema nervioso asociado al aprendizaje, a las habilidades adquiridas y a la interacción con el ambiente. La integración sensorial es entendida como base del aprendizaje y de un adecuado desarrollo emocional y social. La inhabilidad de construir las informaciones y respuestas adecuadas a partir de las experiencias sensoriales consiste en lo que se llama Trastorno de Integración Sensorial y puede tener lugar en cualquier período del desarrollo sin estar necesariamente asociado
con una enfermedad o deficiencia previa.
En el niño, los trastornos en el procesamiento de la información y la modulación sensorial parecen tener consecuencias emocionales, y frecuentemente conducen a un déficit en la adaptación social, dificultades en interpretar las emociones y en la relación con los demás. Varios factores pueden influir en el desarrollo sensorial del niño, entre ellos el estado nutricional, ambiental, estimulación sensoriomotora, el nivel cultural, educativo y socioeconómico de la familia. Los factores considerados como riesgos son encontrados con mayor frecuencia en la población de menores ingresos: bajo nivel económico y social, alimentación inadecuada y carencia de exposición a los estímulos ambientales. Se destaca el ambiente en el cual el niño vive como un factor de fuerte influencia, ya que el ambiente positivo facilita el desarrollo que posibilita la exploración y la interacción con el medio, mientras que el ambiente negativo lentifica y limita las posibilidades de aprendizaje.
El trabajo de Viganó consiste en conocer el perfil sensorial de los niños pequeños matriculados en once guarderías municipales pertenecientes a los barrios más pobres de la ciudad de Taubaté. Se trata de un estudio transversal, realizado con niños de ambos sexos. Se estudiaron 147 niños (78 varones y 69 niñas) de entre 9 y 36 meses de edad cuya media fue de 23.78 meses.
Se utilizo Perfil Sensorial del Bebé y del Niño Pequeño debido a que se trata de un instrumento confiable validado para la población estadounidense que obtiene información de las experiencias diarias del niño, ayudando en la detección y la cuantificación de alteraciones sensoriales, considerando cada grupo de edad. A pesar de que aún no se ha validado para la población brasileña, puede ser utilizado para monitorear el desarrollo sensorial debido a su practicidad de aplicación, porque en la validación original fue realizado un estudio lingüístico que permite su traducción sin influencia geográfica.
Los resultados obtenidos en los valores absolutos, los sistemas visual, vestibular y táctil presentaron mayor número de niños con diferencias en el desempeño sensorial esperado. Por la observación de los porcentajes referentes a la dimensión visual, ocho de las once guarderías presentaron gran diferencia de desempeño, siendo los valores por encima del 50% de los niños encuestados. Tres guarderías presentaron gran diferencia de desempeño en la dimensión táctil, al igual que la dimensión vestibular. La dimensión auditiva se presentó más evidente en una guardería, mientras que la dimensión oral no fue prevalente en ninguna de las guarderías estudiadas.
Sobre la base de los resultados presentados el autor concluye en la importancia del conocimiento del perfil sensorial de los niños en los tres primeros años de vida, pues en este grupo de edad el desarrollo es altamente influenciable y pasible de intervención, dado que cualquier trastorno encontrado tempranamente auxilia en la formulación y adopción de un programa de intervención temprana, evitando que en el futuro haya mayores secuelas, principalmente en la edad escolar.
Entre tantas posibilidades de riesgo para el desarrollo infantil, el trastorno de integración sensorial está íntimamente ligado al ambiente en que el niño está inserto. Un ambiente insuficiente de estímulos adecuados se relaciona en gran parte con los bajos ingresos de las familias. Esto nos coloca frente a una gran posibilidad de prevenir y tratar tempranamente estos trastornos, al conocer el perfil sensorial de los niños es posible modificar el ambiente, tanto en la casa como en la guardería, mejorando la calidad de los estímulos, principalmente visual, vestibular y táctil, lo que facilita y promueve positivamente las respuestas adaptativas del niño evitando posibles secuelas futuras.
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