Autor del informe
Julia Susana Márquez
Sanatorio Británico, Rosario, Argentina
La cardiooncología es una disciplina que avanza con un ritmo acelerado para poder acompañar la demanda de protección cardiovascular que requieren los pacientes bajo tratamiento oncológico. A pesar de los grandes avances, todavía no hay consenso entre las diferentes escuelas acerca de muchas interrogantes que los cardiólogos solemos hacernos.
Mucha es la evidencia acerca del potencial cardiotóxico de los quimioterápicos utilizados actualmente para combatir las múltiples enfermedades oncológicas, y como bien se postula en el artículo, existe una definición aceptada para el diagnóstico de cardiotoxicidad, según el deterioro de la FEVI, y su “reversibilidad”.
Sin embargo, no debemos olvidar que esa FEVI es de un paciente, quien, como todos, trae consigo una historia. Esta historia nos interesa porque la potencial cardiotoxicidad de un tratamiento no
radica solamente en el grupo farmacológico seleccionado, sino en los factores de riesgo cardiovasculares y los antecedentes de ese miocardio receptor.
Un paciente de 53 años, diabético, con disfunción renal moderada y antecedentes de síndrome coronario agudo puede no tolerar un ciclo de quimioterapia como una paciente de 23 años, sin antecedentes ni factores de riesgo.
A partir de esa estratificación de riesgo dual, es necesario plantearse con qué herramientas contamos para la prevención primaria. La escuela europea1 sugiere una serie de pasos a la hora de abordar estos pacientes: optimizar el control de los factores de riesgo y de la enfermedad cardiovascular; optimizar las medidas terapéuticas de protección cardíaca; identificar y tratar tempranamente las posibles toxicidades cardiovasculares (mantener alta sospecha clínica), y programar el seguimiento de los sobrevivientes de cáncer.
Nuestra tarea a la hora de valorar la cardiotoxicidad actual o potencial es compleja y doble, y por el momento no contamos con escalas prospectivas que valoren de forma conjunta el riesgo cardiovascular y de cardiotoxicidad. Recae en la comunidad científica avanzar sobre esta tarea, y en los médicos tratantes balancear estos aspectos para brindar la mayor prevención y protección posible a sus pacientes.
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