Informe
Autor del informe original
J Ganame
Institución: Universidad de McMaster,
Hamilton Canadá

Cardiotoxicidad Posquimioterapia
El número de pacientes oncológicos con enfermedad cardiovascular o en riesgo de padecerla, por los efectos de la neoplasia, los tratamientos usados para tratarla y el envejecimiento poblacional, será cada vez mayor. Es necesario diseñar estrategias para preservar o mejorar la salud cardiovascular en estos casos.

Publicación en siicsalud
https://www.siicsalud.com/des/resiiccompleto.php/155714

Comentario
Autor del informe
Juan Pablo Carrera Ruíz(1) Francisca Mercedes Alarcón Cabezas(2)  

(1) Clínica Bazterrica, Buenos Aires, Argentina
(2) Residente, Hospital Interzonal General de Agudos "General San Martín", La Plata, Argentina


El enfermo oncológico es de por sí un paciente complejo desde diferentes puntos de vista médicos. La cardiología y la oncología se han vinculado en una nueva subespecialidad: la cardiooncología, ya que, en el transcurso de estos últimos años, ha habido acertadas investigaciones que han puesto de manifiesto la existencia de daño ventricular secundario al tratamiento del cáncer.
En este artículo podemos observar una panorámica amplia de la problemática, que pone énfasis en las antraciclinas y el trastuzumab como los agentes oncológicos más agresivos para el corazón, por su potencial capacidad de producir daño, que en determinados casos puede llegar a ser irreversible, dependiendo del mecanismo de acción de los fármacos. La insuficiencia cardíaca es reconocida como la primera causa de muerte en el
paciente oncológico que ha superado el cáncer y fue tratado con quimioterápicos, radioterapia o ambos.
Es de suma importancia tener conocimiento de los efectos cardiológicos de estos agentes para reconocer y tratar de forma oportuna, durante el tratamiento y luego de su finalización, el daño ventricular, o minimizarlo de acuerdo con la condición particular de cada paciente. Además, se debe hacer énfasis en la prevención cardiovascular, así como en el control de factores de riesgo cardiovasculares y cambios en el estilo de vida hacia un entorno saludable.
Educar al paciente oncológico antes del tratamiento con quimioterapia o radioterapia es imprescindible para evitar cardiotoxicidad, y en caso de encontrar parámetros de daño cardíaco, será necesario incorporar tratamiento con fármacos como inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, betabloquentes y estatinas y, de manera conjunta, el cardiólogo y el oncólogo tienen que trabajar para tomar la mejor decisión en cuanto a tratamientos alternativos o estrategias para la interrupción del tratamiento oncológico, sin obviar que este debe ser individualizado y valorar la relación riesgo/beneficio en cada paciente. A pesar de contar actualmente con biomarcadores, estudios de imagen (EET, SLG y RMC), es de vital importancia el desarrollo de nuevos estudios que estén dentro de un protocolo y elaborados estrictamente para la adecuada elección de una opción diagnostica de evaluación cardiológica.
El diagnóstico de cáncer de por sí aumenta el riesgo cardiovascular hasta 5 veces, por lo tanto el futuro de la cardiooncología debe prometer esfuerzos para realizar intervenciones adecuadas, de tal manera que los pacientes con cáncer puedan sobrevivir a esa enfermedad sin daño cardíaco secundario.
La cardiotoxicidad es real y se manifiesta en un trípode de hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca e intervalo QT prolongado. Es prevenible, manejable y reversible en la mayoría de los casos.
Copyright © SIIC, 2018

Palabras Clave
cardiotoxicidad, antineoplásicos, disfunción ventricular
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