Agradezco los conceptos vertidos por el Dr. Yoshikawa acerca de la entidad en cuestión. Debo decir que comparto todos los conceptos citados. Con respecto a la distribución desigual según el sexo (índice mujer/varón 9:1) que comparten los países occidentales, en Japón la miocardiopatía de Takotsubo (MT) parecería presentarse con mayor frecuencia en el sexo masculino, por motivos desconocidos. Puesto que los pacientes con MT suelen arribar a la consulta con síntomas similares a los de un síndrome coronario agudo, el diagnóstico y tratamiento iniciales en el servicio de urgencias es problemático. Los valores de troponina y los cambios del electrocardiograma al ingreso no son suficientes para diferenciar entre ambas entidades, ya que más del 80% de los sujetos presenta valores de troponina elevados
y casi el 80% tiene signos de isquemia miocárdica. Por lo tanto, la cinecoronariografía inicial es necesaria. Un porcentaje no despreciable de individuos con MT tiene signos de enfermedad coronaria; es decir que la presencia de enfermedad coronaria no es un criterio de exclusión para el diagnóstico de MT. Aunque estos pacientes no se beneficiarán de los trombolíticos, su uso no se debe impedir en los individuos que cumplen con los criterios y en quienes la intervención coronaria percutánea no esté disponible. Recientemente han sido presentados los resultados del estudio a mayor escala realizado hasta el momento. El Registro Internacional (países de Europa y EE.UU.) incluyó 1750 individuos diagnosticados de MT entre 1998 y 2014, y comparó los resultados con un grupo de pacientes con síndrome coronario agudo (enfermedad coronaria epicárdica). Además de las observaciones clásicas ya documentadas en investigaciones previas: mayor incidencia en mujeres (89.8%), dolor torácico como síntoma predominante en el debut (75.9%) y patrón de alteración ventricular más frecuente (apical, en el 81.7%), los autores encontraron algunos resultados interesantes que difieren de lo observado en estudios previos. La incidencia de complicaciones serias intrahospitalarias fue similar a la que presentaron los pacientes con síndrome coronario agudo y significativamente mayor que lo comunicado con anterioridad; a saber: uso de catecolaminas (12.2%), shock cardiogénico (9.9%), necesidad de soporte ventilatorio (17.3%), maniobras de reanimación cardiopulmonar (8.6%) y mortalidad por cualquier causa (4.1%), lo que globalmente representa una incidencia del 21.8%. Asimismo, el evento primario evaluado durante el seguimiento (un combinado de mortalidad por cualquier causa, recurrencia de la MT, infarto de miocardio, ictus o accidente isquémico transitorio) se presentó con una frecuencia mayor de la esperada: 7.1% a 30 días, y 9.9% a largo plazo; la tasa de mortalidad por cualquier causa es del 5.6% por paciente-año. Como predictores independientes de buen pronóstico se identificó la edad avanzada y los desencadenantes emocionales, mientras que los factores predictores independientes relacionados con mayores tasas de complicaciones fueron: desencadenante físico, enfermedad aguda neurológica o psiquiátrica, primera determinación de troponina por encima de 10 veces el límite superior normal y fracción de eyección del ventrículo izquierdo inicial inferior al 45%. En relación con el tratamiento farmacológico y su asociación con la supervivencia, el empleo de inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o de bloqueantes de los receptores de angiotensina se asoció con mejor supervivencia. Según este registro, no parece que los betabloqueantes hayan sido eficaces en la prevención primaria ni secundaria de la MT (el 32.5% de los pacientes ya tomaba betabloqueantes cuando debutó el cuadro, y el 51% de los sujetos en los que se documentó alguna recurrencia estaba en tratamiento con betabloqueantes). A la luz de estos resultados, se propone un cambio de mentalidad con respecto a la noción del supuesto comportamiento benigno de la MT. Coincido que la miocardiopatía inducida por estrés debe sospecharse en mujeres posmenopáusicas que se presentan con un síndrome coronario agudo después de un intenso estrés psíquico, en las cuales las alteraciones electrocardiográficas son desproporcionadas en relación con el grado de elevación de los marcadores de daño miocárdico. Se observa balonización apical del ventrículo izquierdo en el ecocardiograma y la ventriculografía, y las arterias coronarias no presentan lesiones angiográficas significativas. Cabe destacar que la ausencia de un desencadenante no excluye el diagnóstico de esta enfermedad.
Copyright © SIIC, 2017