Autor del informe
Flor de María Cruz Estrada
Jefa de DepartamentoLic. en Fisioterapia, Jefa de Departamento, Comisión Nacional de Bioética, Ética en Investigación, Ciudad de México, México
Las comorbilidades asociadas con la obesidad eran principalmente comunes en la edad adulta; sin embargo, la obesidad infantil se ha convertido actualmente en el punto de partida de enfermedades como diabetes mellitus (DBT), resistencia a la insulina, hipertensión arterial (HTA), apnea, trastornos músculo esqueléticos, algunos tipos de cáncer, etc., además, otras condiciones como el auto concepto, el enfoque social en los estereotipos, prejuicios o creencias acerca de la apariencia corporal del niño con obesidad pueden hacerlo sentir avergonzado, intimidado, culpable, discriminado o excluido, desencadenando a su vez, ansiedad, estrés (aumento de cortisol), baja autoestima, aislamiento social y/o depresión.
El resumen objetivo del trabajo “
Comorbilidades asociadas con la obesidad infantil" aborda la obesidad infantil y cómo sus complicaciones para la salud, pueden impactar en
edades posteriores, afectando, además, su desempeño académico o profesional, y generando posibles riesgos de discapacidad, incapacidad laboral o deserción académica, incluso muerte prematura. Hoy en día, el abordaje es preventivo, motivando a la sociedad en general a tener estilos de vida saludables, promoviendo una dieta sana y actividad física regular que estimule el bienestar general; sin embargo, al ser una enfermedad que no causa “dolor” ni “sufrimiento” y que muchas veces no se distinguen sus repercusiones futuras, es difícil que las personas acudan al servicio médico para tratarse a tiempo. Por esa razón, la necesidad inminente de contar con expertos o especialistas en obesidad que brinden a la población una orientación pertinente, clara, generando consciencia de la importancia de mantener hábitos y estilos de vida saludables en edades tempranas, es cada vez más valiosa.
La información disponible acerca del consumo correcto y moderado de alimentos azucarados o edulcorantes, sobre todo en población infantil, ocasionaría ventajas futuras, es decir, cuando sean población madura, pues se ha demostrado que son los hidratos de carbono quienes influyen en la aparición del sobrepeso y obesidad, y que dicha acumulación de adipocitos con una vida promedio de 10 años, posee una gran diferencia de lo que sucede en la infancia: estos suelen permanecer estables en la edad adulta. Por lo anterior, tener una alimentación saludable, incluso desde el embarazo o el nacimiento de un hijo optando por la mejor opción: la leche materna y no por “fórmulas” (que, si bien se han modificado para que coincidan con la composición de la leche materna, no la sustituye; además de que no amamantar aumenta el riesgo de obesidad tanto en el bebé como en la madre); así como romper el sedentarismo marcado por la vida digital realizando ejercicio regular, recobra vital importancia en edades tempranas, abriendo camino a la condición física saludable, la cual, con sus componentes, en estado óptimo, relacionados con la salud (resistencia cardiorespiratoria y muscular, fuerza muscular, flexibilidad y composición corporal) mejoraría la salud de los niños con obesidad, ayudando a prevenir comorbilidades como el síndrome metabólico.
Por tal motivo, es imprescindible un abordaje multidisciplinario en el tratamiento de la obesidad infantil, con un enfoque en la “educación para la salud” que sea la “medicina preventiva” pero también la “medicina correctiva” de los niños que la padecen, ya que es tan importante prevenirla como tratarla, no obstante, en tanto la obesidad sea percibida como un defecto estético o asociada a pereza o falta de voluntad y no como una condición médica enfermedad crónica tratable y curable, será difícil un abordaje social y médico oportuno, que prevenga las afecciones fisiológicas, físicas y mentales que conlleva, restringiendo así, una calidad de vida, bienestar y el derecho a la salud que los niños, niñas y todas las personas merecemos.
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