Red Científica Iberoamericana

EDUCACIÓN SEXUAL Y EMBARAZO ADOLESCENTE EN EL ESTADO TÁCHIRA, VENEZUELA

Marisela Vivas-García1,María Antonia Cuberos2,Rina Mazuera-Arias3 y Neida Albornoz-Arias4
1Docente, Investigadora, Departamento de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad Simón Bolívar, Cúcuta, Colombia
2, Investigadora, Facultad de Administración y Negocios, Universidad Simón Bolívar, Cúcuta, Colombia
3, Decana de Investigación y Posgrado, Universidad Católica del Táchira, San Cristóbal, Venezuela
4Docente, Investigadora, Facultad de Administración y Negocios, Universidad Simón Bolívar, Cúcuta, Colombia

Cúcuta, Colombia (SIIC)

La educación sexual se relaciona directamente con la prevención del embarazo adolescente, aunque su implementación no ha demostrado ser efectiva en la disminución del mismo, las cifras así lo confirman. Debe ser visualizada y trabajada en el aula y en todos los escenarios educativos, como un eje transversal, con contenidos adecuados y métodos actualizados que provea de información relevante para la actuación positiva, autónoma y responsable de los adolescentes.

Ante los elevados porcentajes de embarazo adolescente en América Latina en general y en Venezuela en particular, la mirada está puesta en la educación sexual como centro neurálgico de la problemática en cuestión. La incidencia diferencial de la edad del inicio de las relaciones sexuales y del primer embarazo son revelaciones complejas que van más allá de lo estrictamente demográfico y que se relacionan con las condiciones de ejercicio de la libertad de la mujer, por ende, con la educación sexual recibida en la escuela y en la familia.1

La educación sexual es un tema controversial a nivel mundial por su propia
naturaleza, representa un gran desafío para las instituciones educativas, pues
debe implementarse de manera integral, como un eje transversal, mediante el desarrollo de contenidos vinculados con el ejercicio responsable de la sexualidad, los derechos y la salud reproductiva, la equidad de género, la prevención de la violencia y la infecciones de transmisión sexual, con base en un marco de derechos humanos.2

El estado Táchira, contexto de este estudio, tiene una tasa promedio de fecundidad adolescente de 96.8, una edad promedio de inicio de actividad sexual de entre 14 y 15 años (15.32%), y un primer embarazo entre los 15 y 16 años de edad (5.11%), lo cual indica que los niños deben adquirir las competencias relacionadas con la educación sexual, antes de cumplir los 13 años de edad. El 21.28%, manifiesta no haber recibido educación sexual en la escuela o que la recibió de manera inadecuada el 22.98%.

Estos porcentajes se reflejan en las tasas de embarazo adolescente, lo cual revela la necesidad de que las instituciones educativas se ocupen de la educación sexual de manera integral, incorporando a los contenidos programáticos las diversas dimensiones implícitas en la sexualidad, la subjetividad (valores, emociones, actitudes, sentimientos, habilidades y destrezas), el cuidado de la salud y de los derechos (a la vida, libertad de elección, morales y culturales y a la información).3

En Venezuela, el Currículo Nacional Bolivariano (CNB) (currículo en proceso desde 2007),4 determina que es responsabilidad del Estado y de sus entes activos (maestros y docentes), la formación de un ser humano integral, social, solidario y con una sexualidad responsable. Y el artículo 50 de la ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente5 establece la obligatoriedad de la educación sexual al enfatizar que los niños y adolescentes deben ser informados de acuerdo con su desarrollo sobre salud sexual y reproductiva para una conducta sexual, sana, voluntaria y sin riesgos.

No obstante, la educación sexual está incluida sólo en los programas de educación media general, con contenidos relacionados con los órganos reproductores, caracteres sexuales primarios, secundarios, métodos anticonceptivos y fecundación.4,6 Los docentes ven una gran responsabilidad en la orientación sexual y consideran que la obligación es de los padres.7 En el CNB no se proponen estrategias pedagógicas/metodológicas a los docentes para el desarrollo de los contenidos, razón por la cual algunos docentes terminan enseñando la educación sexual desde sus propios paradigmas o esquemas mentales, corriendo el riesgo de que identifiquen la sexualidad como sinónimo de sexo y de genitalidad; adolescencia-sexualidad-riesgos-peligros y de que la educación sexual incita a las relaciones sexuales tempranas.3,8,9

La tasa de embarazo adolescente en Venezuela durante el período 2006 a 2015 fue, por cada 1000 niñas entre 15 a 19 años, de 95.34 sobre el promedio de la tasa en América Latina y el Caribe, que es de 64.10 En madres menores de 15 años, el número de nacimientos vivos registrados fue 7452, y entre las de 15 a 19 años es 136 039;11 para 2013 se reportó un 22.84% de embarazos adolescentes, lo que indica que se incrementaron.12

Mediante un enfoque cuantitativo y un diseño de campo transversal, se aplicó una encuesta estructurada a 235 adolescentes, residentes en el estado Táchira, Venezuela, con edades entre 17 y 20 años, con una desviación estándar de 1.56 (coeficiente de variación [CV] = 9.05%), mínimo de 11 y máximo de 19 años. Respecto de la edad del primer embarazo, los valores oscilaron desde 12 hasta 19, con 16.16 años de media y variabilidad de 1.61 (CV = 9.93%). Las jóvenes analizadas han tenido en promedio 1.14 partos, con una desviación típica de 0.44 (CV = 38.51%) y cifras mínimas y máximas de 1 y 4, respectivamente.

Se comprueba una alta relación positiva entre la edad de la primera relación sexual y el nivel educativo de las adolescentes, el valor del estadístico de contraste chi cuadrado (4) = 14.632; p = 0.006) y la medida de asociación gamma = 0.525; p = 0.003 así lo determinan. El 86.81% alcanzó el nivel de secundaria (n = 204) y de primaria el 5.11% (n = 12), se enfatiza que un 62.55% no usó preservativo en la primera relación sexual, probablemente por el desconocimiento de su uso, lo que conlleva a embarazos no deseados.
El nivel educativo de las adolescentes1 reduce el inicio de la actividad sexual y el primer embarazo; así, antes de los 20 años, 6/10 adolescentes que no asistieron a la escuela han tenido ya su primer hijo, mientras que las que alcanzaron por lo menos el nivel de primaria la proporción se reduce a 1/10.

La educación sexual en la escuela no es considerada de calidad cuando la información que reciben los niños y adolescentes está fundamentada en enfoques reduccionistas acerca de la sexualidad humana como: el moralista que transmite formas de comportamiento, costumbres sociales, reglas y juicios de valor, el obstáculo está en el irrespeto a los derechos individuales de los adolescentes;6 el biológico o funcional fundamentado en la anatomía y fisiología del cuerpo, proceso de fecundación, embarazo y parto,13,14 y el preventivo o patologista, que alerta sobre los riesgos y consecuencias negativas del ejercicio de la sexualidad, pero el énfasis está solo en las consecuencias de la conducta y no en el desarrollo de competencias para la autonomía.15,16

El desarrollo de los programas de educación sexual que utilizan como método exclusivo de enseñanza la abstinencia, niega el derecho de los adolescentes a disponer de información precisa para poder tomar decisiones informadas y responsables;15,17 este tipo de programas limitativos promueven formas discriminatorias, pues se basan en la heteronormatividad,15 negando intencionalmente a una gran población con diversidad sexual. En este sentido, los programas de educación sexual son incipientes.

Las causas que conducen al embarazo adolescente en Venezuela, en términos generales, están relacionadas con una deficiente educación sexual, con los contenidos de los programas (obsoletos) a desarrollar a nivel de educación media general, que no cubren las expectativas ni las necesidades de información que requieren los adolescentes de la sociedad globalizada en la que viven. En el Subsistema de Educación Primaria Bolivariana no se contempla la educación sexual en ninguna de sus áreas. Se necesita la actualización del personal docente, implementación de buenas estrategias metodológicas y la adecuación de los programas que provean a los adolescentes de herramientas para actuar positiva y autónomamente frente a los derechos sobre sexualidad y reproducción, así como en el uso efectivo de métodos anticonceptivos para prevenir, tanto el embarazo como las infecciones de transmisión sexual.



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