LOS ACEITES VEGETALES COMO ALTERNATIVA EN LA PREVENCIÓN DE ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES
Iván Antonio García Montalvo
Universidad Nacional del Sureste, Oaxaca, México
Oaxaca, México (SIIC)
El consumo de aceites vegetales se asocia con beneficios sobre la agregación plaquetaria y con efectos preventivos sobre la salud cardiovascular.
Los cambios en las estrategias de comercialización y los intercambios internacionales siguen impulsando la transición nutricional hacia regímenes alimenticios ricos en grasas saturadas, azúcar y sal. Este tipo de alimentación, unida al tabaco y al sedentarismo, favorece el incremento de la aterosclerosis entre la población y la generalización de las enfermedades cardiovasculares (1). El consumo de aceites de origen vegetal (debido al contenido de omega-3), son nuevas e importantes alternativas para la obtención de los ácidos grasos insaturados, además entre sus propiedades nutricionales destacan ser libres de colesterol, grasas trans, y de nula interacción con otros nutrimentos, cabe recordar que los ácidos grasos insaturados realizan funciones fisiológicas de suma importancia en los procesos de hemostasia, por lo que podrían representar un método preventivo en la disminución de la agregación plaquetaria y el posterior desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
Para el 2012, las enfermedades cardiovasculares eran la principal causa de muerte por Enfermedades no trasmisibles (ENT) con una prevalencia del 48%, seguidas del cáncer, 21%, y las enfermedades respiratorias crónicas con 12% a nivel mundial (2). Ensayos clínicos y experimentales han demostrado que los ácidos grasos del pescado (omega-3), modulan el metabolismo de las prostaglandinas y disminuyen los triglicéridos, además poseen propiedades antitrombóticas, antiinflamatorias e hipocolesterolemiantes (3). De esto surge la tendencia hacia la ingesta de pescado, que se exacerba con la aparición de los encapsulados de aceite de pescado. La Asociación Americana del Corazón (AHA) presentó la actualización para salud cardiovascular 2013, la cual muestra datos sobre las malas conductas en salud cardiovascular que involucran presión arterial alta, tabaquismo, mala alimentación, actividad física insuficiente, y niveles anormales de glucosa (4). La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) han emitido alertas que aconsejan que mujeres en edad fértil, embarazadas, madres lactantes y niños pequeños eviten comer algunos tipos de pescado, debido a que el omega-3 presente en los peces se encuentra limitado por la presencia del metilmercurio, compuesto orgánico letal que puede afectar adversamente la fertilidad y ocasionar problemas cardíacos, temblores y pérdida de la visión y de la memoria (5). Ante esta situación, se propone el consumo de aceites de origen vegetal, alimentos de mayor disponibilidad y bajo costo para la población, además de su composición de ácidos grasos, razón por la que pueden ser empleados como fuente de omega-3. Las plantas superiores son capaces de producir ácidos grasos poliinsaturados (AGP) como omega-3, omega-6 y omega-9, a través del sistema enzimático que poseen lo que llevaría a la formación de ácido araquidónico (AA) y ácido eicosapentaenoico (EPA). La síntesis de AGP se produce en todas las células de la planta tanto en hojas, raíces, y semillas (3). El ácido linolénico (ALA) es importante ya que es el más abundante AGP de la serie omega-3 presente en los aceites vegetales, ejemplo de ello es el aceite de linaza (7, 8). Entre los aceites vegetales, el aceite de linaza es considerado como la fuente más rica de ALA (57% de los ácidos grasos totales). La semilla de colza, la soya, el germen de trigo y las nueces contienen entre un 7% a un 13% de ALA. Recientemente Bazán-Salinas y col., reportaron el efecto benéfico y la proporción de los aceites de uva y cacahuate (9). El ácido linoleico (AL), se encuentra en los aceites comestibles, granos, leguminosas y alimentos de origen animal, debido a que comparten fuentes similares ALA y AL pueden provocar una desproporción entre el contenido de omega-6 y omega-3 en un alimento (10). Una proporción de omega-3/omega-6 [4/1] se asoció con una disminución del 70% en la mortalidad total, mientras que una proporción de omega-3/omega-6 [2,5/1] redujo la proliferación celular rectal en pacientes con cáncer colorrectal (11). Alimentos de origen animal como la sardina presentan una proporción entre omega-3/omega-6 [1/2,5] (12, 13), mientras que el salmón [1/1,69] (12, 13), y alimentos de origen vegetal como el aceite de canola [1/2,43] (12, 14, 15), aceite de soya [1/7,5] (12, 13), nuez de castilla [1/4,2] (11, 16) y linaza [1/0,30] (12). Sin embargo, debido a que en nuestra dieta no se consume habitualmente la linaza y el aceite de canola, alimentos que son ricos en ALA, podría presentarse una baja ingesta en los ácidos grasos de la familia omega-3. Es aceptado que la ingestión de ciertas plantas y sus productos, como por ejemplo, almendras, nueces, pistachos y avellanas, puede reducir la incidencia de la esteatosis, y mejorar los efectos antiaterogénicos través de la función endotelial (17). Un consumo adecuado de AGP proveniente de aceites vegetales apoyaría a la formación de Lipoproteína de Alta Densidad (HDL) (12).
Por lo anterior, podemos decir que los aceites vegetales son importantes alternativas para la obtención de los ácidos grasos insaturados, los cuales realizan funciones fisiológicas de suma importancia en los procesos de hemostasia, por lo que podrían representar un método preventivo en la disminución de la agregación plaquetaria. Los aceites vegetales pueden ser empleados como una estrategia importante para equilibrar el consumo de omega-3 y de omega-6, logrando así una prevención y mantenimiento en etapas tempranas de una buena salud cardiovascular, pudiendo además funcionar como un coadyuvante en la farmacoterapia de los sujetos con enfermedad cardiovascular.