Red Científica Iberoamericana

LA FIEBRE Q SE ASOCIA CON ABORTO ESPONTÁNEO

Santiago González
Adjunto, Hospital Universitario De Burgos, Burgos, España

Burgos, España (SIIC)

La fiebre Q es una zoonosis causada por Coxiella burnetti. Los animales domésticos son los principales reservorios, y en ellos causa complicaciones obstétricas. También los seres humanos pueden sufrir este tipo de complicaciones y, aunque se creía que era un problema poco frecuente, se ha demostrado lo contrario.

El aborto espontáneo es la complicación obstétrica más frecuente; de hecho, del 10% al 20% de los embarazos terminan de este modo. Se han descrito gran cantidad de factores de riesgo y etiológicos en relación con el aborto.1 Las infecciones son uno de ellos, pero no se ha podido demostrar que alguna estuviera especialmente relacionada con este padecimiento.2 Por este motivo, cobra especial relevancia la importante asociación descrita recientemente por nuestro grupo entre fiebre Q y aborto.3
La fiebre Q es una zoonosis de distribución mundial causada por Coxiella burnetti.4 Puede causar síndrome febril, neumonía y hepatitis, aunque la mayoría de los casos son asintomáticos.4 La infección crónica cursa principalmente con endocarditis.4 Los animales domésticos y ungulados de granja son los principales reservorios, y en ellos causa abortos y otras complicaciones obstétricas. También los seres humanos pueden sufrir este tipo de complicaciones y, aunque se creía que era un problema poco frecuente y ligado a brotes epidémicos,5-9 nosotros hemos demostrado lo contrario.
Nuestro estudio* ha demostrado lo que algunos autores ya habían insinuado,4 y es que la fiebre Q pude ser una causa habitual e importante de aborto en seres humanos. En nuestro medio, las gestantes con títulos serológicos compatibles con infección activa o reciente, presentan un riesgo atribuible de padecer aborto del 12%.3 Los datos proceden de un estudio de casos y controles realizado con 500 mujeres españolas (Burgos). Se realizaron determinaciones serológicas y se obtuvieron las variables epidemiológicas en 273 casos (mujeres que acababan de sufrir un aborto espontáneo), y 227 controles (mujeres que culminaron un embarazo y parto normales). Se llevó a cabo en un hospital de tercer nivel, que contiene la única maternidad de la zona sanitaria que atiende, con una población aproximada de 220 000 habitantes. Se obtuvieron anticuerpos IgM e IgG frente a C. burnetti en sus dos fases (I y II), mediante microinmunofluorescencia (IFI).10 En los casos se llevó a cabo un mínimo de dos determinaciones serológicas: después del aborto y a las 2-3 semanas. En los controles se realizó una después del parto, y a las 2-3 semanas en aquellas que mostraban títulos compatibles con infección activa (IgG fase II > 1:160), o reciente (IgG fase II > 1:80 y IgG fase I > 1:16).
No sólo se obtuvieron títulos de IgG fase I y II significativamente mayores en las mujeres que abortaron, sino que el 5.1% de los casos (14 mujeres) presentaron una serovariación (cuatro veces los títulos originales) compatible con fiebre Q aguda. Esta asociación aumentó al excluir los casos en los que concurría una causa conocida de aborto. En esta muestra, con 192 casos, el riesgo de aborto asociado a títulos serológicos compatibles con infección activa o reciente fue del 19%. Este último dato es importante, ya que ratifica la asociación encontrada, y nos indica que esta infección puede explicar hasta uno de cada cinco abortos en mujeres sanas.
El perfil serológico encontrado en los abortos sugiere una recidiva infecciosa, más que una infección primaria.11 Esta se produciría de forma temprana, durante las primeras semanas de la gestación, en mujeres previamente expuestas. De hecho, este germen pude pervivir durante años en distintos órganos, incluidos la placenta y el útero,12 y reactivarse en situaciones de inmunosupresión o embarazo.13 La ausencia de una demostración microbiológica de la infección no resta importancia a los resultados. Ello es debido a la dificultad que entraña la detección de C. burnetti en los productos del parto o en los tejidos, o fluidos, de la madre.5,6 La serología, especialmente la determinada por IFI, ofrece una gran sensibilidad y especificidad, y sigue siendo el método diagnóstico de elección.
La importancia de estos resultados es evidente y radica en el hecho de que se trata de una infección potencialmente tratable y prevenible, también en embarazadas.9 Por este motivo, habría que realizar una pesquisa serológica (anticuerpos IgG fase II) en todas las gestantes que acuden al médico por primera vez. Todavía queda por determinar si las embarazadas seropositivas podrían beneficiarse de un tratamiento preventivo. Para saberlo, habría que realizar un ensayo clínico, en el que un subgrupo aleatorio de mujeres seropositivas recibiera tratamiento antibiótico específico. En caso de obtener un resultado positivo, se podrían salvar vidas, tantas como 40 por año en nuestra área sanitaria. El problema radica en que más de la mitad de las gestantes acuden al médico tarde, cuando ya han abortado. Por este motivo, sería deseable conocer el estado serológico para C. burnetti antes del embarazo. Ello nos daría la oportunidad de intervenir en el mismo momento, e incluso antes de que éste se produzca.



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