Red Científica Iberoamericana

SITUACIÓN DE LA INFECCIÓN POR TRYPANOSOMA CRUZI EN EL ORIENTE DE VENEZUELA

Mariolga Berrizbeitia
MSc, PhDCoordinadora, Postgrado en Biología Aplicada, Núcleo de Sucre, Universidad de Oriente (UDO), Bolívar, Venezuela

Bolívar, Venezuela (SIIC)

Se advierte que, en la región oriental de Venezuela, deben ampliarse los estudios seroepidemiológicos para la enfermedad de Chagas en esa región, con métodos de diagnóstico estables, sensibles y específicos, ya que existen todas las variables de riesgo para el establecimiento de la transmisión vectorial de T. cruzi.

La enfermedad de Chagas es una zoonosis descrita por primera vez por Carlos Chagas (1909), producida por el parásito flagelado Trypanosoma cruzi; sin embargo, se ha encontrado ADN del parásito en momias que datan del período precolombino al norte de Chile y sur del Perú. Trypanosoma cruzi es endémico en Latinoamérica; este parásito afecta aproximadamente entre 10 y 12 millones de personas, ocasionando 15 000 muertes cada año. Esta parasitosis no está confinada al continente americano sino que actualmente se encuentra presente en Europa (principalmente Portugal y España), Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia, debido a las migraciones de latinoamericanos infectados hacia esos países, los cuales desconocen su infección y representan un riesgo importante para los bancos de sangre. El parásito afecta el corazón y las vísceras huecas, principalmente el esófago y el colon; estas últimas afecciones se presentan principalmente en los países de Sudamérica ubicados por debajo del Ecuador.

En Venezuela, la enfermedad de Chagas es considerada de riesgo para aproximadamente 6 millones de personas que viven en 198 municipios de 14 entidades federales. Los estados más afectados han sido Trujillo, Lara, Portuguesa, y Barinas, por sus características geográficas de piedemonte, con áreas cafetaleras y viviendas de bahareque y paja, que facilitan la infestación por Rhodnius prolixus, principal vector intradomiciliario en Venezuela y Colombia.

El programa nacional para el control de la enfermedad de Chagas iniciado en 1960 en Venezuela logró reducir de forma importante la transmisión vectorial intradoméstica por medio de diferentes acciones: mejoramiento de las viviendas rurales y rociamiento con insecticidas (dieldrín, hexaclorociclohexano, fenitrotión); asimismo, se implementaron programas de educación a la población. Sin embargo, los indicadores epidemiológicos analizados en los últimos 10 años, han mostrado que la transmisión no ha sido interrumpida, sino que puede estar aumentando. Este hecho quedó demostrado cuando en 2008 se informó por primera vez transmisión oral por T. cruzi en una escuela municipal de la ciudad de Caracas, donde 103 personas de un total de 1 000 expuestas resultaron seropositivas a la infección, posiblemente al consumir un jugo de guayaba contaminado con el parásito.

Diversos trabajos se han realizado en Venezuela con respecto a la seroepidemiología de la infección por T. cruzi. Pero estos trabajos se han enfocado en estudios en el centro y occidente del país donde se informan seroprevalencias que oscilan entre 6.9% y 22.8%. Sin embargo, son pocos los trabajos realizados en el oriente de Venezuela. Por tal motivo, hemos dirigido estudios enfocados hacia esta región.
Realizamos un primer trabajo en la comunidad rural de Río Brito, del estado Sucre, ubicado en la región nororiental del país. En esta investigación, se estandarizó una prueba enlazante de múltiples antígenos (MABA), la cual empleó para el diagnóstico antígenos de excreción/secreción de las formas tripomastigotes de T. cruzi (antígenos TESA) y una proteína purificada de 85 kDa de los antígenos TESA. De esta forma, utilizando la prueba de MABA estandarizada y una prueba de ELISA estándar con epimastigotes fijados de T. cruzi; se determinó una seroprevalencia de la infección de 9% y 11%, respectivamente, lo que demuestra que deben usarse por lo menos dos pruebas serológicas con principios diferentes para el diagnóstico de la infección por este parásito, como lo propone la Organización Mundial de la Salud. En esta comunidad igualmente se recolectaron 13 triatominos, de los cuales 15.38% resultaron positivos para Trypanosoma sp. En cuanto a las variables epidemiológicas evaluadas, el 64% de los participantes del estudio manifestaron no conocer que la enfermedad de Chagas se transmitía a través de vectores reduvídeos, 3% manifestaron haber sido picados por estos, 27% informaron haber encontrado al insecto dentro de sus viviendas.

Aunque en este estudio no se detectaron individuos seropositivos menores de 30 años, la elevada seroprevalencia detectada para T. cruzi, el poco conocimiento acerca de la enfermedad de Chagas y su principal vector, así como la presencia de flagelados en las heces de los insectos recolectados, sugieren un riesgo importante de la reemergencia de la infección por T. cruzi en esta zona.
Asimismo, siguiendo las investigaciones de seroprevalencia en la región oriental de Venezuela, realizamos un estudio en la comunidad rural de Miraflores, estado Monagas. En él se evaluaron 106 individuos de esa comunidad utilizando la prueba de ELISA estándar con dos antígenos diferentes, la mezcla de cepas de referencia Tulahuen y Brasil, y un aislado autóctono circulante en la región (aislado RG1). De los individuos evaluados, 3/106 resultaron seropositivos para la infección por T. cruzi (2.88%). En cuanto a las características epidemiológicas evaluadas, se encontró que las condiciones de las viviendas de los participantes no eran las óptimas, ya que éstas presentaban espacios reducidos y los techos eran de láminas de zinc. Igualmente, la situación económica era bastante precaria ya que 39.4% manifestó tener ingresos económicos mensuales que se ubicaron entre 0-250 bolívares fuertes (BsF), 42.3% entre 250-500 BsF, 11.5% entre 500-1 000 y sólo el 3.9% por encima de 1 000 BsF (1 dólar estadounidense = 4.30 BsF, cambio oficial). Con respecto a la escolaridad de los participantes, el 6.9% de la población era analfabeta, el 44.1% había completado la educación primaria y el 36.3% la secundaria, mientras que tan sólo el 2% poseía estudios de cuarto nivel. En cuanto al vector, un gran porcentaje de la comunidad manifestó haber visto al vector dentro de sus viviendas (85.6%) y alrededor de éstas (83.7%). Se recolectaron vectores de la especie Panstrongylus geniculatus pero no se encontraron infectados por T. cruzi al examen microscópico de sus heces.
El siguiente paso en nuestra investigación fue evaluar la estabilidad de la mezcla de cepas Tulahuen y Brasil utilizadas en la prueba de ELISA estándar. Los resultados demostraron que los antígenos epimastigotes fijados con formaldehído (2%) son bastante estables y pueden utilizarse en el diagnóstico de la infección por T. cruzi, manteniendo su misma reactividad hasta 5 años después de su conservación a -80°C. Esto representa una gran ventaja, ya que el cultivo de epimastigotes es relativamente fácil y económico de realizar. Por lo tanto, un laboratorio podría dedicar tan sólo un mes en la producción de los antígenos que podrían utilizarse en los siguientes 5 años, lo cual ahorra tiempo y dinero. Al evaluar la estabilidad de los epimastigotes fijados de la mezcla de cepas Tulahuen-Brasil, utilizadas en 2003 y 2008, la prueba de la t de Student demostró que no hubo diferencias significativas al comparar la densidad óptica de los controles positivos y negativos en los años señalados. Asimismo, en este trabajo se encontró una mayor reactividad entre la mezcla de cepas Tulahuen y Brasil con respecto al aislado autóctono RG1 con los sueros analizados en la prueba de ELISA (p < 0.05). Aunque el parásito T. cruzi no presenta la variabilidad antigénica característica de los tripanosomas africanos, diversos trabajos han demostrado la variabilidad antigénica, el grado de virulencia, la patogenicidad y la diferencia en cuanto al crecimiento en cultivos axénicos entre cepas de T. cruzi. Estas características deben ser tomadas en cuenta para la producción de antígenos para el diagnóstico de esta parasitosis.
Los resultados obtenidos en los trabajos mencionados previamente en la región oriental de Venezuela permiten concluir que deben ampliarse los estudios seroepidemiológicos en esta región, con métodos de diagnóstico estables, sensibles y específicos, ya que existen todas las variables de riesgo para el establecimiento de la transmisión vectorial de T. cruzi. Sin un conocimiento claro de esta parasitosis no será posible establecer las estrategias de control de la enfermedad de Chagas en la región oriental de Venezuela.

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