Red Científica Iberoamericana

PAPEL DEL PROFESIONAL FARMACÉUTICO EN LA ANTIBIOTICOTERAPIA

María Gabriela Paraje
Cronista invitada de SIIC, Departamento de Farmacia, Facultad de Ciencias Químicas, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina

Córdoba, Argentina (SIIC)

Los farmacéuticos pueden evitar y eliminar una automedicación irresponsable, además de contribuir a estudios de utilización de medicamentos que permiten evaluar la enfermedad infecciosa en un contexto comunitario.

En 1928, en el hospital Saint Mary de Londres, Alexander Fleming observó cómo colonias de una bacteria (Staphylococcus aureus) que estaba cultivando en placas, se tornaron transparentes; habían sido lisadas por un hongo ambiental (Penicillium). Este hecho constituyó uno de los hallazgos más trascendentales en la historia de la medicina: el descubrimiento de los antibióticos (ATB). Casi 80 años después, la rápida evolución en el desarrollo de este grupo terapéutico los ubica entre unos de los medicamentos mundialmente más necesarios y utilizados. Sin embargo en la Argentina, como en casi todo el mundo, el consumo de ATB es elevado, donde un alto porcentaje de su uso es incorrecto o injustificado.1,2 Esto tiene múltiples consecuencias: a nivel epidemiológico, por causas relacionadas a una incorrecta indicación clínica o por incumplimiento del tratamiento por parte del paciente, genera cepas bacterianas con diferentes mecanismos de resistencia, generando problemas como sobreinfecciones o fracasos terapéuticos. Puede provocar desequilibrio de la flora normal del huésped favoreciendo la aparición de bacterias oportunistas y pérdida de efectividad frente a otras situaciones similares.

Otro problema relacionado con el uso o abuso de ATB, es la automedicación, frecuentemente asociada al almacenaje de ATB en los domicilios3 y a la libre dispensación de ATB por las oficias de farmacias, lo cual se agrava aun más por la venta en ámbitos extrafarmacéuticos, a pesar de las normativas vigentes al respecto, avalada por la falta de control y la confusión de las funciones profesionales.4 Los profesionales farmacéuticos pueden promover el uso racional y apropiado de los ATB; entre sus funciones se encuentra asesorar e informar, completando los criterios establecidos por el médico y educando al paciente para prevenir el uso irracional y garantizar un efectivo y completo tratamiento para su enfermedad infecciosa.5,6 Este trabajo tuvo dos objetivos principales: el primero, realizar un estudio de los motivos y características de la dispensación de ATB en farmacias comunitarias donde los alumnos de la carrera de Farmacia de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, realizaron sus prácticas profesionales y, segundo, que el alumno conozca y aplique los fundamentos de Atención Farmacéutica en la antibioticoterapia, realizando la promoción del uso racional de los fármacos a los pacientes y sus familiares.

Los alumnos del practicanato profesional de la carrera de Farmacia de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, supervisados por el farmacéutico instructor de prácticas, efectuaron encuestas semiestructuradas a pacientes ambulatorios en las que solicitaban datos sobre edad y sexo del paciente, diagnóstico, antibiótico prescrito, dosificación, pauta posológica, duración del tratamiento y terapia asociada. Los métodos estadísticos utilizados fueron descriptivos; porcentajes absolutos y relativos para variables cualitativas y media aritmética y desviación típica. Se planteó un margen de confianza del 95.5%, con un error estadístico menor del 3%. Participaron 48 oficinas de farmacia comunitarias y se obtuvo información completa de 656 pacientes, sobre un total de 1 197. De estas prescripciones médicas, se observó que sólo 73% de las solicitudes indicaban el diagnóstico presuntivo, un 93% representaban procesos infecciosos. Los motivos más frecuentes de prescripción fueron: 78% infecciones del tracto respiratorio (ITR), con predominio de las infecciones respiratorias altas (IRA), seguida por bronquitis, con igual porcentaje neumonías e infecciones óticas y, por último, los síndromes gripales, caracterizados por febrícula y dolor de garganta. Le siguieron las infecciones del tracto urinario (ITU) (8%), infecciones en la cavidad bucal (7%) y en la piel (3%), respectivamente. En “otras infecciones” se agruparon las restantes.

La amoxicilina sola o asociada con ácido clavulánico fueron los ATB más solicitados en ITR y dentarias; norfloxacina y ciprofloxacina en más de la mitad de las ITU y una cefalosporina (cefalexina) en infecciones dérmicas. Tras realizar un análisis según la edad y el sexo del paciente, se observó prevalencia de ITU, en menores a un año y mayores de 65 años, con un dominio del sexo femenino. Las infecciones dérmicas mostraron una distribución homogénea en la población joven, con preponderancia de mujeres entre 51 y 65 años y en las infecciones dentarias un importante porcentaje en mujeres de 22 a 35 años (22.86%); con un predominio general del sexo femenino en ambas infecciones. En las enfermedades respiratorias se observó una distribución homogénea en cuanto al sexo y la edad del paciente, con una frecuencia destacable (21.94%) en varones de 1 a 13 años.

La pauta más habitual fue 7 a 8 días en ITR y dérmicas; de 12 días en ITU y de 2 a 3 días en infecciones de la cavidad bucal. Un importante número de pacientes no recordaba o no sabía la duración del tratamiento prescrito. En cuanto a la pauta posológica más prescrita fue cada 8 horas en ITR y dentarias; de 12 hs en ITU, y ambas, en las infecciones dérmicas. En 28.9% de los pacientes se prescribió terapia asociada al tratamiento antibiótico. Los antitérmicos/analgésicos fueron los más utilizados, el ibuprofeno fue el principal para ITR e ITU, y paracetamol y diclofenac para infecciones de la cavidad bucal. Sólo 25% de los pacientes había comprendido en su totalidad las indicaciones referidas al diagnóstico, sintomatología, posología, duración del tratamiento y terapia asociada, si había sido indicada. El consumo de ATB presentó una marcada estacionalidad en los meses de invierno, presumiblemente relacionada con la prevalencia de enfermedades virales y su relación con posteriores enfermedades bacterianas. Además, se observó un marcado incremento en la dispensación de especialidades genéricas de ATB.

Si bien en términos generales la elección de antimicrobiano coincidió con las pautas terapéuticas oficiales, es necesario mejorar la calidad de la prescripción/dispensación para conseguir mayor eficiencia en el tratamiento. El 27% de las prescripciones no especificaban diagnóstico, por lo que presentaban una carencia de información que impide evaluar el uso racional de ATB.7 Similares porcentajes se obtuvieron cuando se evaluó si el paciente había comprendido las indicaciones de la terapia medicamentosa, destacando la importancia del papel del farmacéutico en la Atención Farmacéutica en la antibioticoterapia.8 Existe una cultura de libre prescripción de ATB, asignándose la responsabilidad de la automedicación a los propios pacientes. Sin embargo, éstos no podrían practicarla si no encontraran un lugar donde les entreguen un antibiótico sin la correspondiente receta firmada por un profesional habilitado. Deberían reforzarse los controles gubernamentales sobre la comercialización indiscriminada de medicamentos, que tendrían que utilizarse de manera estrictamente controlada.

Los profesionales farmacéuticos pueden intervenir categóricamente en promover el uso racional y apropiado de los ATB, realizando una función de asesoramiento e información, completando los criterios establecidos por el médico y educando al paciente para prevenir el uso irracional y garantizar un efectivo y completo tratamiento para su patología infecciosa. La atención farmacéutica en la antibioticoterapia incluye desde la disponibilidad adecuada, la dispensa en condiciones óptimas y la indicación farmacéutica clara y concisa respecto del uso en las dosis, intervalos y período de tiempo definidos, lo que contribuiría a reducir fracasos terapéuticos y a la disminución de resistencias microbianas.

Su participación y compromiso son fundamentales debido a que entre los múltiples factores que influyen en el uso óptimo de estos agentes, los farmacéuticos pueden evitar y eliminar una automedicación irresponsable. Además de contribuir a estudios de utilización de medicamentos que permiten evaluar la enfermedad infecciosa en un contexto comunitario, donde el papel del farmacéutico sirve para brindar datos epidemiológicos que contribuyen al conocimiento, prevención y control de las enfermedades infecciosas.




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