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Introducción
Diversos acontecimientos mundiales como los terremotos, las inundaciones, los tsunamis, las crisis bélicas, los genocidios, las epidemias han provocado un aumento constante en el trabajo de ayuda humanitaria y del número de trabajadores voluntarios asociados. En general, la atención se centró casi siempre en las víctimas de los desastres y no en las personas y organizaciones que prestan ayuda, por lo que existe una falta en la investigación relativa a los riesgos de salud en los trabajadores de ayuda humanitaria.
En general, la atención se centra casi siempre en las víctimas de los desastres y no en las personas y organizaciones que prestan ayuda, por lo que existe una falta de directrices en la investigación relativa a los riesgos de salud de los trabajadores de ayuda humanitaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como desastre: “Una situación catastrófica en la que el día a día de los patrones de la vida se interrumpen y la gente está sumida en la impotencia y el sufrimiento y, como resultado, existe necesidad de protección, agua, alimentos, ropa, vivienda, atención médica y social y otras necesidades de la vida” (OMS, 1999). Hay dos tipos de trabajo frente a un desastre: la ayuda humanitaria, que responde a las situaciones de crisis y el trabajo de desarrollo de largo plazo, que trata de abordar los factores socioeconómicos que pueden haber conducido a tal crisis o emergencia en los países en desarrollo.
La frecuencia de los desastres naturales relacionado con el cambio climático es cada vez mayor, el número de eventos naturales se triplicó en la última década. Asimismo, los conflictos armados también son una fuente relevante de morbimortalidad y del incremento de refugiados que requieren la intervención humanitaria.
Las principales organizaciones humanitarias son la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Cruz Roja y cinco organizaciones no gubernamentales internacionales (ONG): Médicos Sin Fronteras (MSF), Catholic Relief Services (CRS), Oxfam Internacional, la Alianza Save the Children y World Vision International), cuyo gasto anual durante 2010 ha superado los 2.700 millones de euros. En cuanto al número de trabajadores de ayuda humanitaria en todo el mundo, las cifras son poco diferentes: el 50% proceden de las ONG, el 25% de la Cruz Roja y el 25% restante pertenece a la ONU.
El propósito de este estudio (revisión sistemática de la literatura y análisis de las directrices comunes de las diferentes organizaciones) fue documentar el conocimiento disponible y evaluar las mejores prácticas para preparar a los trabajadores humanitarios y especialistas de la salud antes de su tarea de campo.
Estrategia de búsqueda de publicaciones
Los documentos fueron seleccionados a partir de una búsqueda en varias bases de datos online (Cochrane, PubMed, CINAHL, EMBASE) durante el período 2013-2014. Dos investigadores revisaron las publicaciones en forma independiente, excluyendo los artículos con información sobre medidas de protección posteriores al arribo en la zona del desastre.
Resultados
La búsqueda inicial permitió recuperar 4299 resultados relevantes que fueron analizados por los autores, los cuales seleccionaron un total de 35 documentos que cumplieron los criterios de inclusión para la revisión sistemática. Los temas fueron estudios sobre enfermedad y causas de muerte (10/35), estudios sobre la salud de los trabajadores (9/35) y por último, opiniones y recomendaciones (16/35). Se contactó a 30 organizaciones, de las cuales 13 respondieron pero sólo seis proporcionaron la información sobre sus procedimientos previos al traslado a la zona de desastre.
Sobre un total de 4299 títulos seleccionados inicialmente, sólo 35 (menos del 1%) eran apropiados para el enfoque del estudio. Otro hallazgo clave durante el proceso de selección inicial fue la confirmación de que el foco de la investigación sobre la ayuda humanitaria está orientado a las víctimas. Con respecto los trabajadores humanitarios, la atención se centra en lo que sucede después de la llegada y principalmente se investiga la manipulación posterior a la implementación de la ayuda antes que en los preparativos. Sólo nueve documentos abordaron la preparación previa al traslado a la zona de desastre.
Los resultados de los 35 artículos incluidos en esta revisión se pueden dividir en tres tipos.
Informes sobre las enfermedades padecidas por los trabajadores que regresan
En este grupo se incluyeron los informes sobre las enfermedades sufridas por los cooperantes, que fueron analizados con posterioridad para futuros desastres. Los reportes incluyeron la diarrea del viajero (enfermedad más frecuente) y varias condiciones como las quemaduras de sol, diversos problemas gastrointestinales, afecciones dermatológicas, lesiones físicas (accidentes y violencia), enfermedades febriles, cefaleas, picaduras de insectos, paludismo, infecciones del tracto respiratorio superior, tuberculosis, trastorno por estrés postraumático y relaciones sexuales sin protección.
Algunos autores comparan los riesgos de salud del trabajador humanitario con los de los turistas. Los primeros muestran una menor adhesión a los consejos de seguridad y a la quimioprofilaxis del paludismo, con una mayor incidencia de enfermedades febriles y lesiones menores. El personal de socorro experimenta niveles elevados de trauma y trastorno por estrés postraumático, depresión y ansiedad.
Un tercio de los trabajadores humanitarios de la salud entrevistados al regresar de misiones en el exterior comunicaron una percepción subjetiva de empeoramiento de la salud, después de haber sufrido incidentes y otras enfermedades y también informaron que alrededor del 1% de las misiones tuvieron que ser interrumpidas debido a razones médicas. La falta de apoyo conduce a un sentimiento de desilusión, reducción de la autoestima, ira contra la organización y la sensación de falta de logros con respecto de sí mismo y de la misión.
Indicaciones sobre prevención antes del despliegue a la zona del desastre
Las principales conclusiones fueron: el entrenamiento y la preparación previa al despliegue se consideran muy importantes; no todas las organizaciones proporcionan información previa al despliegue; solamente un porcentaje de los trabajadores (30% a 85%) se sentía preparado adecuadamente para enfrentar la situación en la zona de desastre; el 42% al 100% de los viajeros se realizaron un chequeo médico previo al viaje; las tasas de vacunación predespliegue variaron entre 50% y 83%; el 60% de los colaboradores humanitarios utilizaron la quimioprofilaxis del paludismo y el 85% dormía bajo un mosquitero; el 6% tuvo relaciones sexuales sin protección; el 90% de los trabajadores presentaron un informe después del retorno y solamente el 10% fue sometido a una revisión médica.
La experiencia personal y la opinión de los expertos
La mayoría de los documentos incluidos (16/35) destacaron entre sus conclusiones generales que el trabajador no debe convertirse en una carga para la población que va a ayudar y que cada individuo tiene que ser responsable de su propia salud, asumiendo con responsabilidad la tarea humanitaria. Los puntos clave son concordantes con la información redactada en el libro amarillo de los Centers for Diseases Control and Prevention (CDC).
Conclusiones
En conclusión, la colaboración humanitaria debe llevarse a cabo dentro de una organización establecida y requiere una preparación adecuada antes del despliegue en la zona de desastre. Las medidas preventivas deben ser individualizadas y adaptadas geográficamente, tomando en cuenta el tipo de desastre ocurrido. El examen médico debe incluir una evaluación dental y el control de la vacunación, indicaciones acerca de la prevención de diversas infecciones prevalentes, entrenamiento para la supervivencia bajo circunstancias adversas, y otras. La evaluación es una tarea principal en la ayuda humanitaria, la situación ideal sería una gran base de datos compartida con la comunidad humanitaria para que todos los organismos puedan contribuir con sus experiencias. Los documentos sobre los riesgos de implementación, como enfermedades y lesiones frecuentes y las directrices de las distintas organizaciones comunican una gran cantidad de similitudes y sugieren que se trata de un enfoque compartido.
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