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Introducción
La anorexia nerviosa (AN) es un trastorno alimentario que se caracteriza por la alimentación restringida que resulta en un peso significativamente bajo debido al miedo intenso a aumentar de peso en asociación con una imagen corporal distorsionada. La incidencia de esta afección alcanza su punto máximo en niñas y mujeres jóvenes, y el riesgo es más alto entre las edades de 10 y 24 años. En la actualidad, es la tercera enfermedad crónica más frecuente en mujeres adolescentes, después del asma y la obesidad, y tanto su incidencia como su prevalencia están aumentando en este grupo poblacional. La AN tiene la tasa de mortalidad más alta entre los trastornos psiquiátricos y también se asocia con complicaciones psiquiátricas y físicas, como el hipogonadismo hipotalámico (con retraso en el inicio de la pubertad o amenorrea secundaria) y la osteopenia. El objetivo principal del tratamiento médico de la AN es la recuperación nutricional. La valoración nutricional en estos casos incluye determinar la composición corporal y monitorear su evolución a lo largo del periodo de tratamiento. La prueba de referencia para el estudio de la composición corporal es la absorciometría de rayos X de energía dual (DEXA), pero como alternativa se postula el uso de la bioimpedancia eléctrica (BIA, por su sigla en inglés) ya que es más accesible, barata, rápida y no requiere exposición a irradiación. La leptina, una hormona secretada por el tejido adiposo y relacionada con la función reproductiva, parece desempeñar un papel importante en el mantenimiento del ciclo menstrual y la restauración de la grasa durante la recuperación nutricional en la AN.
Los objetivos de este estudio fueron evaluar la utilidad de BIA en la evaluación de los cambios en la composición corporal como medio para monitorear los cambios en el estado nutricional en pacientes pediátricas con anorexia nerviosa y analizar la correlación entre los hallazgos de BIA y los parámetros clínicos y de laboratorio.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo longitudinal que incluyó a mujeres adolescentes diagnosticadas con AN. Se recogieron parámetros clínicos, antropométricos y analíticos, y se realizó BIA y DEXA al inicio y al final del seguimiento, durante la fase de rehabilitación nutricional. La intervención nutricional comenzó con una estrategia educativa y, dependiendo del nivel de desnutrición y los requerimientos estimados para cada paciente, se desarrolló un plan de nutrición con adición de suplementos nutricionales orales. El manejo nutricional se ajustó según fuera necesario en función del progreso del paciente. En todos los casos, se tomaron precauciones para prevenir el síndrome de realimentación, y las pacientes fueron reevaluados de forma regular.
Resultados
De un total de 33 pacientes que cumplieron con los criterios de inclusión, 27 completaron el seguimiento y 6 no completaron la duración mínima del seguimiento. La media de la duración del seguimiento fue de un año, con un intervalo de 8 a 15 meses. La media de edad de los pacientes fue de 14.3 años (intervalo: 11.7 a 16.3 años). La media del porcentaje de pérdida de peso en el momento del diagnóstico fue de 21.9% del peso máximo notificado en el pasado. Todas las pacientes presentaron ingesta restrictiva.
Durante el período de estudio, el 33% de las pacientes requirieron suplementación oral, el 15% ingreso hospitalario y una sola (3%), nutrición enteral administrada mediante sonda nasogástrica. De los 33 pacientes, 30 habían experimentado la menarca antes de inscribirse en el estudio. Las pacientes que presentaron amenorrea en el momento del reclutamiento habían perdido más peso y presentaban un índice de bajo peso de Waterlow más bajo. La mayoría de las variables antropométricas se correlacionaron significativamente con los valores de composición corporal obtenidos por BIA en el momento de la inscripción.
Se observó mejoría significativa a nivel nutricional, reflejada en la composición corporal obtenida mediante antropometría y BIA. Sin embargo, no hubo diferencias significativas en los niveles hormonales. El ángulo de fase de BIA aumentó de forma significativa durante el periodo de seguimiento. La correlación significativa encontrada entre los parámetros antropométricos y el ángulo de fase de BIA en el momento del reclutamiento dejó de ser significativa una vez que mejoró el estado nutricional. Una mayor pérdida ponderal se correlacionó con la presencia de amenorrea secundaria y con una menor densidad mineral ósea en la columna. La densidad mineral ósea medida por DEXA no se asoció con los valores bioquímicos y antropométricos obtenidos al final del seguimiento.
Conclusiones
La BIA es una herramienta útil y no invasiva para la valoración y el seguimiento del estado nutricional en adolescentes con AN. Se encontró una correlación significativa entre los valores antropométricos y la composición corporal estimada mediante BIA, tanto en el diagnóstico como durante el seguimiento. La DEXA sigue siendo imprescindible para conocer la afectación de la densidad mineral ósea. La densidad mineral ósea fue anormalmente baja en pacientes que habían perdido un mayor porcentaje de su peso corporal, por lo que esta podría ser una variable a considerar para determinar si la DEXA podría ser más apropiada. El papel de hormonas como la leptina está aún por determinar.
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