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Introducción
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por sus siglas en inglés) puede presentarse con un amplio espectro de manifestaciones clínicas, desde la ausencia de síntomas hasta síntomas respiratorios graves, manifestaciones extrapulmonares y muerte. El curso de la enfermedad causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]-CoV-2) sería más leve en los niños; sin embargo, una minoría de pacientes pediátricos presenta síndrome de hiperinflamación, a menudo denominado síndrome de inflamación múltiple en niños (MIS-C por su sigla en inglés).
Cada vez se reconocen mejor los efectos a largo plazo de COVID-19 (COVID prolongada); de hecho, la información en conjunto sugiere que un porcentaje considerable de pacientes con COVID-19 tiene síntomas persistentes, característicos de COVID prolongada. En adultos, estos síntomas incluyen fatiga, cefaleas, disnea, deterioro cognitivo, depresión, exantemas y trastornos gastrointestinales. Si bien cada vez hay más información al respecto para los adultos, para la población pediátrica la información es escasa. En el presente artículo se describen 5 niños con COVID prolongada; se refieren también los resultados de una revisión sistemática al respecto.
Métodos
Los artículos se identificaron a partir de búsquedas bibliográficas en MEDLINE, EMBASE, la Web of Science y medRxiv/bioRxiv, hasta 2 de noviembre de 2020.
Resultados
Entre los 5 niños con posible COVID prolongada, 4 eran niñas; la mediana de edad fue de 12 años (9 a 15). Los niños habían presentado síntomas durante 6 a 8 meses; en todos se había establecido el diagnóstico de COVID-19. Si bien ninguno de ellos presentó resultados positivos en la prueba de reacción en cadena de la polimerasa, se destaca que las muestras se obtuvieron en todos los casos más de 1.5 meses después del inicio de los síntomas.
En 4 pacientes se efectuó estudio serológico; los resultados fueron negativos. Ningún paciente debió ser internado por COVID-19; sólo un paciente tenía comorbilidades antes de COVID-19 (una niña de 12 años con asma, alergias y trastorno en el espectro autista leve).
Los síntomas más comunes a los 2 meses de COVID-19 fueron la fatiga, la disnea, y las palpitaciones o el dolor torácico; estas manifestaciones clínicas estuvieron presentes en los 5 niños. Cuatro de los 5 pacientes presentaron cefaleas, dificultades para la concentración, debilidad muscular, mareos y odinofagia.
Tres pacientes también tuvieron dolor abdominal, pérdida de la memoria, depresión, exantemas y dolor muscular; con menor frecuencia refirieron fiebre, trastornos del sueño, dolor articular, diarrea, y vómitos. Después de los 2 meses fue relativamente frecuente la presencia de trastornos del gusto y el olfato, la pérdida del apetito, la tos crónica y los trastornos de la sensibilidad.
Algunos niños presentaron mejoría sintomática entre 6 y 8 meses más tarde, pero todos permanecían con fatiga y ninguno había podido volver a la escuela.
En los estudios identificados para la revisión sistemática no se describió ningún niño con COVID prolongada.
Conclusión
La mayoría de los niños con COVID-19 tienen pocos síntomas y una forma leve de la enfermedad; sin embargo, un porcentaje minoritario presenta MIS-C y algunos deben ser internados en unidades de cuidados intensivos pediátricos. Si bien la presente revisión sistemática de la literatura no identificó ningún caso de COVID prolongada en niños, los 5 pacientes referidos en la presente ocasión, de 9 a 15 años, presentaron complicaciones sostenidas luego de COVID-19 diagnosticada clínicamente.
Sin duda se requieren más estudios para conocer con precisión la prevalencia y el pronóstico de COVID prolongada en niños; los pacientes afectados requieren seguimiento prolongado, especialmente porque la persistencia de síntomas dificulta la continuidad de las actividades académicas. En un estudio previo, 1 de cada 10 adultos presentó síntomas prolongados de COVID-19, pero se requiere más investigación para determinar la frecuencia de esta forma clínica en la población pediátrica. Hasta ahora ningún estudio analizó los posibles factores de riesgo para COVID prolongada en niños. El hecho de que COVID pueda persistir en niños sanos coincide con la información para adultos.
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