Madrid, España (especial para SIIC)
El modelo de organización social al que tiende el ser humano implica “un precio que hay que pagar” con consecuencias directas sobre la desestabilización de determinados procesos fisiológicos. Estamos alterando, en espacios muy pequeños de tiempo, hábitos biológicos que se han consolidado en un largo espacio evolutivo. Los incrementos en la incidencia de procesos oncológicos o bien la creciente infertilidad que se asocia tanto al varón como a la mujer son fieles relatores de una parte de ese “precio”.
En el campo de la reproducción asistida una de las formas de paliar esta situación de infertilidad es la reproducción asistida, y dentro de ésta, la utilización la técnica de inyección intracitoplasmática de un espermatozoide en el ovocito (ICSI: intra-cytoplasmic sperm injection) es, en los países desarrollados, la estrategia reproductiva de elección cuando el varón o la mujer tienen problemas para concebir utilizando métodos naturales. La técnica de ICSI permite la fecundación del ovocito a pesar de que los espermatozoides sean escasos o tengan problemas de motilidad, siempre que la calidad de la molécula de ADN del espermatozoide sea óptima. Sin embargo, en todos los eyaculados de cualquier varón, encontraremos espermatozoides que tendrán su ADN fragmentado. Es decir, la información genética que se ha de transmitir es discontinua y está alterada. La proporción de espermatozoides con ADN fragmentado suele ser más elevada en varones con infertilidad. Si el espermatozoide transmite una molécula de ADN fragmentado, el riesgo de pérdida embrionaria es muy alto.
Como una práctica general, en las clínicas de reproducción asistida, se recomienda que los varones mantengan entre 3 y 4 días de abstinencia sexual antes procesar una muestra seminal encaminada a aplicar un método de reproducción asistida. Sobre esta muestra, se emplean técnicas de selección espermática encaminadas a la mejora de la calidad seminal de ese paciente. En general, estas técnicas pueden reducir la presencia de espermatozoides con ADN fragmentado, pero no son todo lo eficaces que desearíamos a la hora de generar las mejoras deseadas. En un intento de corregir la calidad seminal de muestras que se utilizaran para ICSI desde la propia producción de espermatozoides por parte del varón, nuestro grupo de investigación ha comprobado que si el varón mantiene períodos de abstinencia de eyaculación más cortos que los recomendados, es decir, si se provocan eyaculaciones más frecuentes, se reduce la proporción de espermatozoides con su ADN fragmentado, no sólo en la muestra seminal que se obtiene de forma directa desde el paciente, sino también en la muestra que resulta tras el proceso de selección espermática y que se realizará en la Clínica utilizando esa misma muestra seminal.
La reducción media de la fragmentación del ADN luego de la selección espermática en muestras obtenidas tras un período de abstinencia de 3 días y generando una eyaculación cada 24 horas por un período de tres días se acerca al 22%. Si se obtiene una segunda muestra provocando una nueva eyaculación con tan sólo un período de abstinencia de 3 horas, la reducción de los niveles de fragmentación se acercan o incluso superan el 50%. En consecuencia, en una muestra seminal procedente de la segunda eyaculación sin el período de abstinencia recomendado, la fragmentación del ADN espermático desciende ampliamente y de modo consistente. Por lo tanto, la probabilidad de seleccionar un espermatozoide de buena calidad para ser utilizado en ICSI es más alta. En realidad, los espermatozoides con moléculas de ADN alterado se eliminan en dos niveles: (1) los previos a la eyaculación, y (2) durante el proceso de selección espermática que se lleva a cabo en el laboratorio. Se observa que existe una apreciable variación entre los niveles de reducción de la fragmentación que se consigue de unos individuos a otros. Por lo tanto, es muy importe realizar un análisis personalizado de cada paciente antes de asumir que ese efecto de reducción es equiparable en todos los individuos.
En conclusión, podríamos afirmar que en la era de la ICSI, donde el número y características cinéticas del espermatozoide no parecen comprometer la fertilización, la práctica de eyaculaciones recurrentes justo antes de la obtención de la muestra y manteniendo un período de abstinencia tan corto como sea posible, logra que aumente el porcentaje de espermatozoides libres de daño en el eyaculado. Esto facilita la probabilidad de que se realice la selección de espermatozoides libres de daño en su molécula de ADN para lograr la ICSI. Al final, un proceso de recolección de la muestra seminal tan sencillo redundará en una mejora en las tasas de embarazos y recién nacidos por ciclo de ICSI.