Red Científica Iberoamericana

EL ESTADO FOMENTA EL REGRESO DE LOS INVESTIGADORES

Agueda Menvielle
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Buenos Aires, Argentina

Buenos Aires, Argentina (SIIC)

El impulso y la sanción de la ley que instituyó el Programa RAICES como política de Estado se sustentó en la aspiración de proveerle continuidad en el tiempo y revertir finalmente un proceso de pérdida de recursos humanos que ya lleva en nuestro país más de 40 años.

En las actuales economías basadas en el conocimiento, los recursos humanos en ciencia y tecnología ocupan un lugar central en la formulación de las políticas en ciencia, tecnología e innovación. Y en este contexto, la movilidad adquiere un creciente interés, no sólo en el plano académico, sino principalmente en el de las políticas públicas para el desarrollo de los sistemas regionales y nacionales de innovación.
A lo largo de los años, la migración de científicos ha sido una tendencia mundial que ha afectado sustancialmente a América latina. La región ha sido una de las principales protagonistas de los debates políticos y académicos sobre la fuga de cerebros en las décadas del ’60 y del ’70; y los debates y propuestas en torno del tema resurgen con frecuencia en el siglo XXI.
En la Argentina, la reflexión sobre el problema de la pérdida de talentos tiene ya más de cuarenta años, aunque paradójicamente han sido escasas las iniciativas políticas que se han adoptado para revertir esta situación.
Las políticas de destrucción sistemática de las capacidades y de los recursos en ciencia y tecnología de nuestro país comenzaron con la llamada “noche de los bastones largos”, en 1966, cuando alrededor de 1 300 técnicos y científicos se fueron del país y más de 6 000 dejaron sus cargos en la universidad. La inestabilidad institucional que padeció la Argentina, afectada por dictaduras que perseguían y censuraban muchas de las iniciativas de la comunidad científica y académica, contribuyó a consolidar un modelo implícito de país capaz de prescindir de la ciencia y la tecnología.
Esta tendencia no logró ser revertida con suficiente fuerza por los gobiernos democráticos desde 1983, que debieron padecer nuevos procesos de emigración de talentos, pero esta vez motivados por fuertes crisis económicas o por la necesidad de desarrollar posgrados en el exterior cuando éstos eran insuficientes a nivel local. Durante la recuperación democrática, las políticas en ciencia, tecnología e innovación continuaron ocupando un lugar periférico en el conjunto de las políticas estatales.
Sin embargo, en los últimos años esta tendencia ha comenzado a cambiar. En el marco de una economía globalizada y de un acentuado proceso de internacionalización de la ciencia; las redes de investigación –conformadas por múltiples nodos que integran grupos y centros de investigación de distintos países– constituyen un elemento novedoso propio. En gran medida, debido al uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), se asiste también a un renovado interés por las redes como modelo organizativo para las actividades de investigación, puesto de manifiesto por la importante presencia de las redes en los programas de investigación públicos y privados.
Las políticas de recuperación o de aprovechamiento de sus emigrantes calificados han comenzado a incorporar inteligentemente estas nuevas circunstancias, desarrollando instrumentos ágiles que permiten ofrecer a los científicos en el exterior una serie de alternativas que no sólo pasan por su retorno al país.

Promover la vinculación

Para dar respuesta desde la política a un problema de décadas: la pérdida de talentos científicos, la Argentina ha desarrollado el Programa RAICES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior), una política de sumo interés para el buen aprovechamiento de los recursos humanos.
Respecto de otros intentos que se llevaron a cabo con anterioridad, el Programa RAICES se caracteriza por emplear herramientas destinadas a la promoción de la vinculación de científicos en el exterior, realizar estancias cortas de investigación en el país, y promover el retorno y el ofrecimiento de información sobre posibilidades de trabajo en la Argentina.
La vinculación es una palabra que adquiere una fuerza sustancial en esta iniciativa, y una de las acciones más eficaces de esa estrategia es el denominado “subprograma César Milstein”, que financia la movilidad de un científico del exterior hacia la Argentina por un período de uno a cuatro meses para que brinde cursos de posgrado, conferencias sobre el estado de su disciplina en el país; forme recursos humanos y supervise tesis, entre otras actividades. Desde su creación, se otorgaron 107 subsidios César Milstein.
El programa promueve y financia además una convocatoria anual de Redes con argentinos en el exterior, que están trabajando online sobre ciencias sociales, exactas y naturales, biológicas y de la salud e ingenierías. De esta manera se fomenta y da participación a científicos nacionales del más alto nivel.
Otra línea de acción del programa es el incentivo de los proyectos para pequeñas y medianas empresas (PYMES), especialmente las de base tecnológica en las áreas de nanotecnología, biotecnología y TIC, vinculando profesionales y técnicos de empresas nacionales con su contraparte argentina residente en el exterior.
Por otra parte, los PICT RAICES tienen por objetivo la generación de nuevos conocimientos en todas las áreas científicas y tecnológicas a través del financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT).
Además, el Programa RAICES ha posibilitado en los últimos años acuerdos de cooperación con empresas del sector privado y fundaciones para la difusión de oportunidades laborales. En tal sentido, se suscribieron acuerdos con empresas del sector privado tales como Techint, Tecpetrol, Siderar, Siderca, IBM Argentina, Core, Arcor, Aceitera General Deheza, Volkswagen, Cipibiq, Du Pont, Intel, Camarco y Adimra.
La base de datos del Programa RAICES cuenta hoy con aproximadamente 4 500 investigadores y tecnólogos relevados con la colaboración de la Cancillería argentina a través de la Dirección de Asuntos Consulares.


RAICES, política de Estado

El Programa RAICES, política de Estado desde 2008 con la promulgación de la Ley N° 26.421, viene a reparar una situación extremadamente paradójica: si bien por décadas la política científico-tecnológica tuvo en la formación de recursos humanos uno de sus pilares más exitosos, también fue uno de los países de América latina que más talento aportó a los países desarrollados.
Simultáneamente con el relanzamiento del Programa RAICES en 2003, se aprecia una progresiva reversión hacia arriba de los principales indicadores de la política de repatriación, con la incorporación de investigadores al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el incremento sustantivo en el número de becas doctorales, como en el financiamiento de proyectos de investigación a través de la ANPCyT.
En esta dirección cabría interpretar también la decisión de crear un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT) en 2007 y la de constituir un Polo Científico Tecnológico como centro de gestión y producción del conocimiento, en donde se situarán las sedes del MINCyT y sus organismos dependientes: el CONICET y la ANPCyT, un auditorio y un museo de ciencia, además de tres institutos de investigación internacionales interdisciplinarios en ciencias exactas y sociales.
De esta manera se están creando las condiciones necesarias no sólo para que los científicos puedan aportar a la creación de conocimiento, sino también condiciones para acoplar ese conocimiento a la creación de riqueza, entendida ésta como un incremento de la prosperidad del país.
En este contexto, el Programa RAICES –como todo instrumento político– necesita ser concebido como un elemento dinámico y flexible, capaz de ampliarse y adecuarse a nuevas necesidades, integrando en el futuro también a la comunidad empresaria argentina en el exterior. Este es un elemento importante a ser considerado, en la medida que puede ser de vital utilidad integrar a otros actores sociales, además de los científicos, para continuar integrando a las actividades locales de producción de conocimiento la potencialidad de los recursos humanos fuera del país. La integración de empresarios permitiría utilizar uno de los elementos más importantes de las redes de emigrados: la posibilidad de acceder a conocimientos restringidos de las redes globales de conocimiento.
De allí la creación de “RAICES Productivo”, una flamante línea de acción que busca vincular empresarios, profesionales y tecnólogos argentinos en el exterior para el desarrollo de oportunidades de cooperación científica, tecnológica y de negocios con alto valor agregado tecnológico.
En la medida en que la ciencia no es una actividad que pueda generar resultados en el corto plazo, colocar el Programa RAICES en el plano de política de Estado implica dotarlo de una continuidad que hará posible apreciar sus efectos en el mediano o largo plazo. Acompañado de una serie de incentivos de carácter estructural –como la mejora en las condiciones económicas y sociales generales del país– también sostenidos en el tiempo, el retorno de científicos al país puede incrementarse ampliamente con los años.

Repatriados en aumento

Desde 2003, el Programa Raíces ya contabiliza 768 científicos retornados, lo que marca un índice superior al 12% del total de los científicos argentinos en el exterior (que según estimaciones es alrededor de 6 000). Aunque esta cifra en sí misma pueda parecer exigua, es la mayor registrada desde que comenzara el proceso de pérdida de cerebros en nuestro país.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva ha logrado este regreso de científicos y tecnólogos argentinos a partir de tres herramientas fundamentales: los Subsidios de Retorno, que en 2010 prevén incluir además la incorporación en el sistema científico argentino a los cónyuges extranjeros (científicos o tecnólogos) cuyas parejas argentinas hayan sido beneficiarias del subsidio de repatriación; los Proyectos de Investigación y Desarrollo para la Radicación de Investigadores (PIDRI) de la Agencia
Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) y las Becas de Reinserción del CONICET.
Los PIDRI se encuentran dentro del Programa de Recursos Humanos (PRH) de la ANPCyT, que busca fortalecer las capacidades en recursos humanos aplicados a áreas tecnológicas estratégicas, promoviendo la radicación o relocalización de investigadores. A través de esta línea de financiamiento la agencia aporta 45 000 pesos para gastos de radicación por cada investigador repatriado. Además, otorga subsidios para la adecuación de infraestructura y compra de equipamiento, y para la realización de proyectos de investigación científica y tecnológica de los cuales el investigador repatriado forme parte.
Por su parte, el CONICET mantiene una política sostenida de repatriación de jóvenes investigadores argentinos residentes en el exterior. Lo hace a través del programa de becas de reinserción y la convocatoria permanente para tramitar solicitudes de ingresos desde el exterior a la Carrera de Investigador.
Las becas de reinserción están destinadas a jóvenes científicos argentinos que acrediten una permanencia en el exterior que resulte no menor a los dos años y se encuentren llevando a cabo trabajos de investigación en instituciones de ciencia y tecnología del exterior.
De esta manera, el desarrollo de una adecuada política para formar recursos humanos de calidad –especialmente en áreas estratégicas– es tanto o más decisivo para el desarrollo del país que el incremento de los niveles de inversión en ciencia, tecnología e innovación, aunque ambos elementos sean mutuamente dependientes. En esa dirección, el Programa RAICES emerge como un instrumento innovador y adecuado, no sólo a las nuevas realidades de una economía globalizada, sino también a las necesidades de colocar la ciencia y la tecnología en el centro de las políticas de desarrollo del país.

Conclusión

Desde el año de su relanzamiento, el Programa RAICES, inscripto dentro de una política de recursos humanos en ciencia y tecnología de carácter mucho más amplio, ha mostrado lo acertado del rumbo que se le imprimiera desde esos años. No sólo a partir de la cantidad de científicos e investigadores repatriados, sino también integrando a los argentinos en el exterior a redes de investigación locales, favoreciendo así la vinculación científica.
Un elemento también destacado, e imputable a los aciertos de la política para el sector, es que se ha logrado reducir progresivamente el proceso de emigración de talentos argentinos y hoy los saldos son ampliamente favorables.
No obstante, subsiste una serie de inconvenientes conexos, que una segunda etapa de la política respecto de los recursos humanos para el sector deberá abordar.
En primer lugar, existe una concentración de los repatriados en determinados espacios territoriales del país. Si bien eso no es un rasgo distintivo de esta política, es sin dudas, un problema que un proyecto con claro contenido federal deberá aspirar a resolver.
Por otra parte, se detecta que los repatriados –la gran mayoría con doctorados o posdoctorados concluidos– se integran en su mayoría al CONICET o al sistema universitario, esto es, se dedican a actividades de “investigación y enseñanza”. Una limitación que se pone en evidencia es la escasa incorporación al sector privado, entendiendo por ello el sector productivo.
Es indudable, por último, que el impulso y la sanción de la ley que instituyó el Programa RAICES como política de Estado se sustentó en la aspiración de proveerle continuidad en el tiempo y revertir finalmente un proceso de pérdida de recursos humanos que ya lleva en nuestro país más de 40 años. Sin dudas, el Programa RAICES debe avanzar acompañado de condiciones generales propicias que permitan dar continuidad a las mejoras en su performance y a la política de recursos humanos de ciencia, tecnología e innovación en su conjunto.
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