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PADRES, NIÑOS Y PROCEDIMIENTOS INVASIVOS
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Howard Bauchner
Columnista Experto de SIIC



Artículos publicados por Howard Bauchner 

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Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
En las últimas décadas hemos llevado a cabo una serie de investigaciones acerca de los niños, los procedimientos invasivos de rutina y la intervención de los padres

Resumen



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PADRES, NIÑOS Y PROCEDIMIENTOS INVASIVOS

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
Entre esos trabajos hemos producido informes sobre la interacción de padres y profesionales médicos, observaciones acerca de las relaciones entre unos y otros en los servicios de urgencia pediátrica y encuestas a preadolescentes y adolescentes; el más reciente fue un ensayo controlado y aleatorizado, en el que estudiábamos tres modalidades de intervención: con padres presentes durante el procedimiento y que habían sido previamente aleccionados sobre las maneras de ayudar a sus hijos, con padres presentes que no habían recibido instrucciones, y en ausencia de los padres. Todos estos estudios nos han servido para determinar cuál es el papel que los padres deberían asumir durante los procedimientos de rutina.PADRES EXCLUIDOSSigue siendo motivo de controversia la presencia o la ausencia de los progenitores durante la realización de los aludidos procedimientos invasivos. Cuando yo me desempeñaba como residente, en los últimos años de la década de 1970 y los primeros de la siguiente, solicitábamos que los padres se retiraran cada vez que debíamos efectuar extracciones de sangre o punciones lumbares, o colocar cánulas intravenosas. Excluíamos a los padres (y lo seguimos haciendo) por toda una serie de razones. En primer lugar, su presencia incrementa nuestra ansiedad; es además muy perturbador, para ellos y para nosotros, que en su presencia no pueda ser completado con éxito un procedimiento. Por otra parte, estas intervenciones suelen llevarse a cabo en ambientes hospitalarios donde reina gran actividad. La presencia de los padres allí exige con frecuencia invertir tiempo adicionale en explicarles la naturaleza del método por emplear, y qué es lo que se espera de ellos. Todos, además, hemos pasado por la experiencia de haber estado junto a padres que crean dificultades o molestan durante los procedimientos; así, es posible que formulen objeciones cuando se hace necesario un segundo intento, o que no constituyan ayuda alguna para calmar a los niños.VALOR DE LA PRESENCIA PATERNA Y MATERNANuestro interés por la presencia de los padres surgió a partir de dos observaciones: la primera, que muchos padres se erigen en una útil fuente de ayuda durante los procedimientos; la segunda, que los niños más grandes acostumbran oponerse a que sus padres se retiren. Por lo demás, todos hemos visto padres con gran capacidad para infundir calma a sus hijos en el curso de un procedimiento común: algunos les cantan una canción; otros les piden que se concentren en la observación de algo (por ejemplo, una joya), o les ayudan a recordar algo agradable. La gran mayoría de los niños lesionados o en estado de estrés procura la compañía de sus padres; por cierto que así sucede también cuando los niños están en manos de profesionales de la salud. Basta deambular un poco por las áreas de ingreso a cualquier servicio de atención pediátrica, o por los servicios de urgencia pediátrica, para ver y oír cómo los niños llaman a sus padres, preguntan por ellos, piden su presencia y lloran por no tenerlos cerca.LA SITUACION EN EL SERVICIO DE URGENCIAEn nuestro estudio inicial, publicado en 1989, confirmamos lo obvio: que la gran mayoría de los padres deseaba estar presente durante los procedimientos. De todos modos, ello dependía en gran parte de la raza de pertenencia, así como de las experiencias previas que habían tenido padres e hijos. Respecto de las respuestas al dolor según los distintos grupos raciales, la bibliografía en materia pediátrica no aporta mucha información. Cabe pensar que, al ser el dolor una reacción que recibe influencia de distintos factores, los diferentes grupos étnicos respondan de manera distinta. En cuanto a la relación entre la experiencia y las preferencias de los padres, no se registraron sorpresas: cuanto más cómodos se sienten los padres en el ambiente donde se dispensa atención médica, más insisten en ejercer alguna forma de control sobre dicho ambiente. Si han tenido que ver con procedimientos previos, su conciencia de la intensidad con que los niños solicitan su presencia es mucho más aguda.Después de aquel estudio inicial decidimos observar lo que realmente ocurre en un servicio de urgencias pediátricas. Hallamos que, con frecuencia, a los padres se los excluye. Tal exclusión puede ser consciente, como cuando se les pide que abandonen el lugar, o inconsciente, como en los casos en que se corre una cortina o se vuelve la espalda a los progenitores. Hoy por hoy, el médico que pregunta en concreto si los padres desean presenciar el procedimiento constituye toda una excepción.ACTITUDES DE LOS MEDICOSNo todos los procedimientos son iguales. Siguiendo las pautas del trabajo de Merritt (1989), preguntamos a los médicos qué procedimientos creían que podían llevarse a cabo en presencia de los padres; la mayoría respondió que se sentían bien si estos presenciaban procedimientos rutinarios muy comunes, como la venipuntura o la canulación intravenosa; al tomar en consideración acciones más invasivas, crecía la resistencia médica. Es probable que esa diferencia, basada en el tipo de procedimiento en realización, sea el reflejo de toda una variedad de tópicos. Las intervenciones que se practican con frecuencia son más fáciles que las menos comunes; se hace difícil admitir la presencia de los padres durante procedimientos que plantean dificultades técnicas, ante todo si existe la posibilidad de tener que intentar el procedimiento más de una vez. La otra razón que impulsa a evitar la presencia paterna en ciertos casos tiene que ver con que algunos de esos procesos pueden llegar a resultarles «más invasivos» a los propios padres. Creo de interés señalar al respecto que, en lo personal, me siento más cómodo con la presencia de los padres en una punción lumbar que en una venipuntura, procedimiento mucho menos invasivo. Temo, de cualquier modo, que los padres sencillamente no entiendan qué estoy haciendo.Nuestro trabajo más reciente consiste en un estudio, que acabamos de completar, en el que determinamos en forma aleatorizada y mediante casos y controles el papel más apropiado de los padres durante estos procedimientos. Fueron integrados tres grupos, según tres modalidades de procedimientos. En el primero se integraron padres que habían sido aleccionados sobre la forma de ayudar a sus hijos (algunos progenitores brindan ayuda en forma instintiva, y otros no). En el segundo grupo, los padres estaban presentes pero sin haber recibido explicaciones previas. En el tercero, los procedimientos se llevaban a cabo sin su presencia. El estudio estuvo centrado en los procedimientos comunes, como venipuntura, canulación intravenosa y cateterismo ureteral, realizados en niños de corta edad. Sus puntos de interés fueron la determinación del dolor durante el procedimiento, su resultado y la satisfacción paterna ante los cuidados brindados a sus hijos. Este ensayo está actualmente en preparación para su publicación.PAPEL DE LOS PADRES–Cuál es, entonces, el papel que se requiere de los padres durante los procedimientos invasivos En intervenciones comunes, como la canulación intravenosa, la venipuntura y la punción lumbar, aconsejamos que estén presentes. Por lo común, es lo que desean; también el niño solicita su presencia en la sala. Pero no sólo es importante su presencia; conviene también guiarlos respecto de lo que de ellos se espera. Nosotros les pedimos que hablen con los niños, que los toquen y que nunca dejen de estar a la vista de ellos. En cambio, no aconsejamos que colaboren en la contención física: el niño podría interpretar que sus padres ayudan a provocar dolor.Un reducido número de padres prefiere no presenciar los procedimientos. No es apropiado que insistamos ante ellos para que lo hagan, pero sí hay que explicarles cuáles son las necesidades de sus hijos. En nuestra función de proveedores de cuidados de salud, tiene importancia el educar a los padres sobre las necesidades de sus hijos. No hay duda de que, si los propios padres no están en condiciones de enfrentar sus miedos y ansiedades respecto de los procedimientos invasivos, es poco probable que los chicos logren hacerlo.Somos dispensadores de salud, y desempeñamos múltiples actividades. Por eso, con frecuencia nos preocupa el tiempo que perdemos con los niños y sus padres. Sin embargo, hablar con los padres no toma más que unos minutos en la mayoría de los casos. Es claro que si uno está muy atareado en el consultorio, la sala de urgencias o el hospital, lo más fácil suele ser pedirles a los padres que se retiren, en lugar de tomarse el tiempo necesario para solicitar su ayuda. No conviene olvidar, empero, que la mayoría de los padres desea ayudar, y que la mayor parte de los niños, a menudo lastimados e indefensos, necesita de la presencia de sus padres.


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