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PROBLEMAS DE LA CAVIDAD ORAL EN NIÑOS CON ENFERMEDAD ONCOLOGICA
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Mónica de Lucas González
Columnista Experto de SIIC



Artículos publicados por Mónica de Lucas González 

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Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
Si es cierto que el cáncer sistémico infantil es una de las causas más importantes de mortalidad en los niños entre uno y 14 años de edad, parece absurdo que no esté estandarizado -en todos los servicios de pediatría y oncología- un protocolo que establezca las modalidades de exploración de la cavidad bucal, y las medidas preventivas de efectos secundarios de su tratamiento.

Resumen



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Especialidades
Principal: OncologíaPediatría
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PROBLEMAS DE LA CAVIDAD ORAL EN NIÑOS CON ENFERMEDAD ONCOLOGICA

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Artículo completo
Si es cierto que cualquiera de las técnicas terapéuticas en uso -quimiorradioterapia, trasplante de médula con previo tratamiento inmunosupresor- conlleva lesiones secundarias en la mucosa oral y glándulas salivales (en más del 92% de los casos), parece impensable que todavía no exista un protocolo obligatorio para proteger al niño de los efectos secundarios de esos tratamientos. A cada niño que haya recibido diagnóstico de cáncer sistémico se le deberá explorar la cavidad bucal, y suministrar tratamientos adecuados para prevenir y minimizar las lesiones que aparecerán en ella y en las glándulas salivales.EFECTOS ADVERSOS DE LA TERAPEUTICA Los síntomas que habitualmente se presentan en enfermos irradiados en el área cérvico-facial son la xerostomía, la disgeusia y la disfagia. En los niños menores de 13 años, la xerostomía parece ser menos intensa. La diferenciación y la madurez de los acinos glandulares parotídeos y submaxilares sólo se alcanzan entre los 12 y los 13 años; esa puede ser la razón de que las células acinares serosas de los pequeños se defiendan mejor de la acción iatrogénica de la radioterapia. Otro tanto parece suceder en las parotiditis piogénicas recurrentes del niño, que terminan por no recidivar una vez superada la madurez gonadal del adolescente. Una hipótesis de trabajo podría ser, en estos casos, la de intentar retrasar la maduración de la célula acinar glandular en aquellos niños que deban ser sometidos a radioterapia. Seguramente, así se lograrían disminuir los casos de xerostomía infantil.La mucositis inducida por radioterapia, o la citotóxica, por quimioterapia, constituyen la norma en 92 a 94% de los niños bajo tratamiento. La prevención antimucosítica debe ser iniciada antes del primer día de radioterapia, o de la instauración del ciclo quimioterapéutico. Además, correspondería intensificar el cuidado de la mucosa cada día que sea asignado al tratamiento. Entre los días 10 y 15 de radioterapia, el cuidado deberá ser aumentado. El control de la mucositis tendrá que ser continuado durante no menos de dos meses, una vez concluida la radioterapia; el objeto de ello es dar tiempo a que se produzca la regeneración total de los queratinocitos. Hay que conseguir una recuperación funcional de la regeneración/descamación de la mucosa oral.También debe tenerse en cuenta la infección secundaria. La modificación de la flora bacteriana es evidente en el 100% de los casos. Parece un error grave no controlar esas modificaciones bacterianas mediante la implementación del tratamiento antimicrobiano adecuado. La modificación de los gérmenes comensales en la microflora bucal irradiada es muy importante, y tan frecuente como la aparición de Candida albicans. En los niños sometidos a tratamientos anticancerosos debe controlarse también la aparición del virus del herpes símplex, el papilomavirus humano y el citomegalovirus.ALTERACIONES DENTALESEl impacto que la terapia oncológica puede provocar sobre la dentición temporal y permanente merece atención especial. Es conocida su repercusión sobre la circulación pulpar; sin embargo, parece ser mayor la influencia de la radioterapia sobre la superficie del diente, al deteriorar la película dentaria protectora, modificar la placa dental y alterar las uniones de la hidroxiapatita. La protección de la superficie del diente con sellados de flúor, colutorios y otras sustancias que, según se ha comprobado, resultan protectoras de los tejidos duros, debe ser aplicada en todos los niños que tengan que ser sometidos a tratamiento oncológico. Más que nunca, la función del odontólogo debería ser sistemática en la terapia de los niños afectados de cáncer.PAPEL DEL ODONTOLOGOEn nuestro trabajo contamos con las máximas facilidades para ver a todos los niños que se derivan a un hospital especializado. Nos da la sensación de que la exploración de la cavidad bucal no ha estado nunca, en el caso de esos pequeños, en manos de un profesional de la odontología. El pediatra no suele disponer de instrumental adecuado como para explorar la cavidad bucal en forma satisfactoria, lo que no quiere decir que no sepa hacerlo. En todo caso, sería bueno advertir -a los pediatras, lo mismo que al grupo de oncólogos, radioterapeutas y quimioterapeutas- que en la cavidad bucal no van a encontrarse solamente con candidiasis seudomembranosa; deberían saber también que la candidiasis eritematosa merece su atención, y necesita tratamiento adecuado.Creemos que el odontólogo debiera cumplir una acción complementaria en todos los tratamientos de niños con cáncer. Esa acción tiene que ser desarrollada tanto antes de la terapéutica general como durante el desarrollo de ésta, y también una vez que ha concluido. Los efectos secundarios en la cavidad bucal son más frecuentes en la quimioterapia, debido a que se la aplica por sesiones o ciclos sucesivos. Por esa misma razón, el control de la cavidad bucal por el odontólogo debe ser más riguroso en estos casos. METAS POR ALCANZARLa necesidad de cambiar las actitudes médicas en relación con los niños que son tratados por su enfermedad oncológica podría ser resumida en estas tres metas: 1) Elaborar un protocolo en el que queden sistematizadas las acciones que es necesario realizar en la boca de todo niño aquejado de cáncer sistémico. 2) Ese protocolo deberá ser aplicado a todos los niños, sin excepción, por un odontólogo u estomatólogo. 3) En ningún caso se dejará el tratamiento en manos de personal auxiliar, no especializado en esas técnicas. Una higienista supervisará la aplicación del protocolo en la sala hospitalaria donde se suministra la radioterapia o la quimioterapia.


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