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Diferentes investigaciones han puesto en claro la importancia de ésta en el desencadenamiento de insuficiencia en la relajación de las arterias (dependiente de sustancias vasomotoras) y en la formación de lesiones ateroscleróticas. Asimismo se ha demostrado que la reducción de los niveles de colesterol es efectiva en la normalización de la función endotelial, con lo que se atenúan las condiciones para la vasoconstricción de las arterias. Además, es dable atribuir a la reducción de los niveles de colesterol la disminución del contenido de grasas en las placas ateroscleróticas, con lo que disminuyen el riesgo de su ruptura y la consecuente formación de trombos, con la reducción total o parcial del flujo coronario. Este hecho ha quedado muy bien demostrado por Greg Brown y colaboradores en el estudio FATS: las lesiones en las que más beneficio se obtuvo con el tratamiento fueron las más ricas en colesterol.MetaanálisisUn conjunto de metaanálisis realizados por diferentes autores mostró que la disminución de la morbimortalidad debida a enfermedad arterial coronaria puede ser atribuida a la reducción de la colesterolemia, y en particular de la fracción de colesterol asociado con lipoproteínas de baja densidad (colesterol LDL). Otra de las comprobaciones de esos estudios es que se necesitan por lo menos dos años de tratamiento para alcanzar resultados óptimos. Sin embargo, en la mayor parte de los trabajos incluidos no resultaba posible practicar un análisis efectivo de la validez del tratamiento en relación con la mortalidad total; en algunos de esos trabajos los autores señalaban que, en paralelo con la reducción de la colesterolemia, se observaba un incremento de la mortalidad debida a neoplasias, accidentes cerebrovasculares, suicidios, violencia y accidentes. Por otra parte, en su gran mayoría los análisis habían sido realizados a varones menores de 60 años.Las evidencias más claras de reducción de la mortalidad surgen de los resultados del Scandinavian Simvastatin Study Group (4S). Se trató en este caso de un estudio en doble ciego y controlado con placebo, del que participaron 4 444 pacientes entre 35 y 70 años de edad, con enfermedad arterial coronaria e hipercolesterolemia. El empleo del simvastatín (un inhibidor de la enzima acetil-CoA-reductasa), permitió reducir los niveles séricos de colesterol total y LDL, elevando simultáneamente el colesterol HDL y logrando, en consecuencia, disminuciones de importancia en la mortalidad total y la debida a enfermedad arterial coronaria. Estos resultados han sido de suma importancia para la comunidad médica, pues confirman la importancia de reducir las fracciones lipídicas aterogénicas y demuestran, por primera vez, la reducción de eventos coronarios en las mujeres y en los pacientes de edad avanzada. Asimismo, sirvieron para desmitificar la idea de que la reducción de la colesterolemia es responsable del aumento de muertes violentas, de la tendencia al suicidio y al desarrollo de neoplasias; de ese modo, se disiparon las dudas existentes acerca de los beneficios de la reducción de la hipercolesterolemia. Los hallazgos del 4S permiten suponer que el control de otros factores de riesgo habrá de mejorar la calidad de vida, y servirá para moderar los gastos médicos de la población.