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ANTIOXIDANTES DIETETICOS Y FUNCION INMUNE HUMANA
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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hughes.gif Autor:
David A Hughes
Columnista Experto de SIIC



Artículos publicados por David A Hughes 

Recepción del artículo: 10 de enero, 2000

Aprobación: 4 de abril, 2000

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
El sistema inmune es particularmente sensible al estrés oxidativo. Las células inmunes dependen fuertemente de la comunicación célula a célula, particularmente a través de los receptores unidos a la membrana celular, para operar en forma eficaz. Las membranas celulares son ricas en ácidos grasos poliinsaturados que, si se peroxidan, pueden conducir a la pérdida de la integridad de la membrana y a la alteración de su fluidez.1 De ello resultan alteraciones en el señalamiento intracelular y de la función de las células. Además, la producción de especies de oxígeno reactivo (EOR) por parte de las células inmunes fagocíticas puede dañar a las propias células si no se encuentran suficientemente protegidas por antioxidantes.

Resumen



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Especialidades
Principal: Inmunología
Relacionadas: Medicina InternaNutrición

ANTIOXIDANTES DIETETICOS Y FUNCION INMUNE HUMANA

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
Vitamina CLa vitamina C parece afectar a la mayoría de los sistemas inmunes. Se encuentra en altas concentraciones en los glóbulos blancos, se utiliza rápidamente durante una infección y sus niveles reducidos se asocian a menudo con detrimento de la función inmune. Los estudios en animales y humanos han sugerido que los requerimientos dietéticos de vitamina C son mayores en cáncer, trauma quirúrgico y enfermedades infecciosas. Por otra parte, no ha sido científicamente comprobado que altas ingestas de vitamina C prevengan la aparición del resfrío común, a pesar del consenso acerca de que los síntomas asociados que aparecen durante la infección pueden reducirse con una ingesta moderada.2 La investigación en esta área, subsecuentemente, ha declinado. Pocos estudios recientes examinan los efectos de la vitamina C sobre el sistema inmune en individuos sanos. Jacob y colaboradores3 estudiaron un grupo de jóvenes sanos no fumadores a quienes se solicitó el consumo de una dieta deficiente en ácido ascórbico. Esta dieta se suplementó gradualmente con vitamina C, comenzando con 5 mg/día y progresando hasta 250 mg/día. Los niveles hemáticos de glutatión y NADP descendieron durante la depleción de ácido ascórbico. Lo mismo ocurrió con la respuesta de hipersensibilidad retardada a la inyección intradérmica de 7 antígenos, una medición in vivo de la respuesta inmune. Durante la repleción existió una recuperación en la respuesta a la hipersensibilidad retardada, pero no en la proliferación de linfocitos, con ingestas de 60 a 250 mg/día de vitamina C. La ausencia de efectos sobre la proliferación de linfocitos con ingestas de 250 mg/día de vitamina C sugiere que, al menos en individuos jóvenes, sólo los niveles de vitamina C aproximados a dosis farmacológicas pueden provocar efectos cuantificables sobre ­7É3 estos parámetros de la función inmune.Vitamina ELa vitamina E es el más eficaz antioxidante liposoluble de ruptura de cadena presente en todas las membranas celulares. Por lo tanto, cumple un papel importante en el mantenimiento de la integridad de las membranas celulares mediante la limitación de la peroxidación lipídica por parte de las EOR. Los estudios en humanos y animales, ya sea en estado de deficiencia o por niveles superiores a los logrables mediante la dieta, sugieren fuertemente la intervención del Ó-tocoferol en el mantenimiento de la función de las células inmunes. Los estados de deficiencia de vitamina E están asociados con disminución de la producción de anticuerpos por parte de las células B, y la proliferación de las células T a la estimulación mitogénica y un incremento en la tasa de infección. Como con otros antioxidantes dietéticos, una marcada mejoría en los parámetros en jóvenes puede observarse también en ancianos siguiendo a la suplementación con vitamina E4. Pero hay evidencias de que ingestas aumentadas pueden modular la función de las células inmunes en individuos jóvenes. Recientemente, Deveraj y colaboradores examinaron el efecto de altas dosis de suplementación con Ó-tocoferol (1 200 UI/día) sobre la función de los monocitos ex vivo. Después de 8 semanas de suplementación la liberación in vitro de EOR y la oxidación lipídica se redujo, en comparación con lo observado al inicio y en el período de suspensión de 6 semanas (cuando los niveles alcanzan los iniciales). Un efecto similar se registró después de cultivar las células en presencia de la calfostina C, un inhibidor de la proteinquinasa C. Esto sugiere que la inhibición de la actividad de esta enzima es un mecanismo por el cual el Ó-tocoferol puede inhibir la liberación de EOR y de oxidación de los lípidos. Los investigadores también informaron la disminución en la liberación de interleuquina-1ß a partir de monocitos en reposo y activados, luego de la suplementación con vitamina E. Sugieren que esta inhibición está mediada en parte por inhibición de la 5-lipooxigenasa; de este modo disminuyen los niveles de leucotrieno B4, un agonista de la interleuquina-1ß.5 Es posible, a su vez, que la vitamina E y otros nutrientes antioxidantes puedan influir una serie de procesos inflamatorios por inhibición de la actividad del factor de transcripción NF-kB. Se requiere este factor proteico para la transcripción máxima de muchas citoquinas, incluyendo la interleuquina-1ß, y se considera que la generación de EOR es un nexo vital en la mediación de la activación del NF-kB por una variedad de estímulos.6 La vitamina E podría también retrorregular al mecanismo de retroalimentación positiva por el cual la interleuquina-1ß puede, asimismo, activar al NF-kB.7CarotenoidesLa mayoría de los estudios sobre los carotenoides se han concentrado en examinar los efectos del ß-caroteno sobre la función inmune. Numerosas publicaciones han descripto experimentos in vitro, estudios en animales y ensayos clínicos donde se sugiere que este carotenoide no sólo protege contra el cáncer sino también contra las enfermedades cardiovasculares, los ­7É3 accidentes cerebrovasculares, cataratas y degeneración macular.8 En dichos estudios se emplearon distintas dosis, que oscilaron entre los niveles obtenidos mediante la dieta (15 mg/día) hasta dosis farmacológicas de 180 mg/día, provistas durante períodos desde 14 a 365 días. Los resultados fueron conflictivos, pero el incremento en varios parámetros inmunes, como el número de linfocitos T-helper (CD4+), se observó sólo en individuos ancianos. El potencial para incrementar el número de CD4+ condujo a que el uso de ß-caroteno podría ser necesario como inmunoestimulante en el tratamiento de las infecciones por virus de la inmunodeficiencia humana (HIV). Estudios preliminares demostraron un leve e insignificante incremento en el número de células CD4+ en respuesta a la provisión de 60 mg/día de ß-caroteno durante 4 semanas en pacientes con sida pero la eficacia a largo plazo no ha sido reportada. No obstante, un estudio reciente de 49 sujetos infectados por HIV a los que se suministró vitamina E y C estableció una significativa reducción en el estrés oxidativo y una tendencia a la disminución de la carga viral después de 3 meses.9 Este estudio indica la realización de grandes ensayos con éstos y otros antioxidantes en el tratamiento de personas infectadas por HIV, dado que es necesario establecer alternativas más simples que la combinación de terapias actualmente empleadas.Santos y colaboradores10 han informado, recientemente, los resultados de 2 investigaciones con ß-caroteno en ancianos: uno a corto plazo en el que se emplearon altas dosis (90 mg/día durante 21 días) en mujeres y otro a largo plazo con baja dosis (50 mg en días alternados durante 10-12 años) en hombres. En ambos estudios no hubo diferencias significativas en la función de las células T evaluadas como respuesta a la hipersensibilidad demorada, la proliferación de linfocitos, la producción de interleuquina-2 y prostaglandina E2 y la composición de los subgrupos de linfocitos. Sin embargo, estos expertos también examinaron el efecto de la suplementación sobre la función de las células asesinas naturales (NK) en el ensayo a largo plazo en voluntarios varones. La suplementación resultó en una actividad de los NK significativamente mayor en comparación con la de sujetos de edad similar tratados con placebo.11 El estudio también destacó la duración de la actividad de este subgrupo de linfocitos que tiene lugar debido a la edad aunque, cabe señalar, se observó que el incremento en la actividad de NK en ancianos del sexo masculino (65-86 años) luego de la suplementación con B-caroteno implicó su restauración a valores similares a los existentes en un grupo de individuos más jóvenes (51-64 años).Dado que las respuestas inmunitarias mediadas por células son iniciadas por los monocitos, hemos investigado recientemente la influencia de la suplementación de carotenoides, hasta un nivel logrado por dieta, sobre la expresión de moléculas sobre la membrana celular de estas células necesarias para el proceso de presentación antigénica. Observamos incrementos significativos en la expresión de varias de estas moléculas luego de la suplementación con ß-caroteno, confirmando la hipótesis de que este compuesto podría estimular a la función inmune.12 Sin embargo, estudios con licopeno o luteína no demostraron un efecto tan significativo, a pesar de que el licopeno es un antioxidante ­7É3 más poderoso que el ß-caroteno.13,14 Actualmente investigamos los mecanismos moleculares de los efectos moduladores de los carotenoides sobre la función inmune. No han existido informes acerca de otros estudios dietéticos sobre carotenoides, además del ß-caroteno, sobre la función inmune en individuos sanos. Mientras que el uso de suplementos podría ser beneficioso en el anciano, se espera que la ingesta de antioxidantes requerida para mantener una óptima función inmune pueda obtenerse a partir de una dieta saludable con frutas y verduras ricas en estos compuestos. Este debería ser el caso, ya que estudios epidemiológicos de poblaciones con bajas incidencias de cáncer sugieren que los beneficios se asocian con una ingesta mayor de estos alimentos más que con la toma de supmentos. Los estudios de suplementación prospectivos recientes no demuestran un efecto benéfico de los ß-carotenos en términos de prevención del cáncer. Esto confirma que debe hecerse énfasis, más que en la suplementación, en el estudio de los efectos que sobre la función inmune ejerce una dieta enriquecida con antioxidantes.Este resumen se basó ampliamente en 2 recientes artículos de revisión.15,16


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