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VAGINOSIS BACTERIANA: ANTIGUO SINDROME CON IMPLICACIONES MODERNAS
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Thelma E. Canto de Cetina
Columnista Experto de SIIC



Artículos publicados por Thelma E. Canto de Cetina 

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Aprobación: 18 de febrero, 2000

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
La leucorrea o descarga vaginal anormal, acompañada o no de otros síntomas, es una de las quejas más frecuentes de las mujeres y generalmente es la traducción clínica de la vaginitis y de la vulvovaginitis.

Resumen



Clasificación en siicsalud
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Especialidades
Principal: Obstetricia y Ginecología
Relacionadas: Atención PrimariaFarmacologíaInfectologíaMedicina FamiliarSalud Pública

VAGINOSIS BACTERIANA: ANTIGUO SINDROME CON IMPLICACIONES MODERNAS

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
En las mujeres en edad reproductiva, la vaginosis bacteriana es la infección vaginal más común y se asocia con gran número de complicaciones obstétricas y ginecológicas, incluyendo ruptura prematura de membrana, endometritis puerperal, enfermedad inflamatoria pelviana, etc. Desafortunadamente, en el 50% de los casos la vaginosis bacteriana es asintomática; de ahí la importancia de hacer el diagnóstico oportuno y dar el tratamiento adecuado para evitar secuelas posteriores. Desde el punto de vista de su fisiopatología, no se considera una vaginitis sino una alteración de la ecología vaginal con desplazamiento de la flora bacteriana normal, predominantemente aeróbica (lactobacilos), a otra, formada por microorganismos oportunistas y anaeróbicos. En condiciones no patológicas, la flora normal de la vagina está formada por los bacilos de Doderlein o lactobacilos, que ejercen un efecto protector en la vagina mediante la producción de peróxido de hidrógeno, el cual actúa como mecanismo inhibidor del crecimiento de los gérmenes implicados en la vaginosis bacteriana. Debido a que los lactobacilos generan grandes cantidades de ácido láctico, el pH normal de la vagina se encuentra entre 3.5 y 4.5, excepto en el período menstrual. Esto permite que haya un balance adecuado de la flora existente, pues se inhibe el desarrollo de bacterias catalasa negativas como Gardnerella vaginalis, Mobiluncus y otros anaeróbicos como Bacteroides bovius, B. Intermedius, Peptostreptococcus, etc., precisamente los microorganismos involucrados en la etiología de la vaginosis bacteriana (VB)El diagnóstico ha estado sujeto a controversia y confusión porque históricamente ha recibido una diversidad de nombres, dependientes del agente etiológico causal: inicialmente se le conoció como vaginitis inespecífica y se atribuyó a varios microorganismos diferentes de las Trichomonas y de Candida albicans. En 1955 Gardner y Dukes reportaron el aislamiento de un microorganismo, el cual fue considerado como el agente etiológico específico de la vaginitis inespecífica y lo llamaron Hemophyllus vaginalis. Esta conclusión fue puesta en duda por otros investigadores, quienes demostraron que el organismo también se encontraba en el 40% a 50% de pacientes con un examen vaginal normal; sin embargo, varios investigadores confirmaron que estaban presentes en todas las mujeres con manifestaciones clínicas de vaginitis inespecífica. Posteriormente se cambió el nombre de H. vaginalis a Corynebacteriun vaginalis y por último a Gardnerella vaginalis. Hasta este momento se había considerado la vaginitis como producida por un solo agente etiológico, aunque ya existían indicios que hacían sospechar que eran varios los microorganismos causales, y que la Gardnerella ni es la única bacteria que se puede aislar en este síndrome ni siempre se encuentra. A partir de 1984, Weströn y col recomendaron el nombre actual de «vaginosis bacteriana».Se reconocen también como componentes de vaginitis inespecífica, además de los bacilos gramnegativos anaeróbicos, cocos grampositivos y los anteriormente mencionados, a los micoplasmas genitales, Mycoplasma hominis y Ureoplasma urealiticum,El cuadro clínico característico se manifiesta por la presencia de secreción vaginal fétida, abundante, homogénea y grisácea, por lo general sin datos de inflamación. En algunas ocasiones se acompaña de prurito y ardor vulvar. El mal olor de la secreción se debe a la liberación de aminas (trimetilamina, putrescina y cadaverina) debido a la descarboxilación de los aminoácidos presentes en el medio, lo cual confiere al líquido vaginal «olor a pescado». El olor fétido puede ser más marcado después de una relación sexual, ya que el líquido seminal es alcalino y provoca la volatilización de aminas y ácidos grasos. El diagnóstico de VB se basa en la presencia de cuando menos 3 de los 4 criterios clínicos propuestos por Amsel y col. en l984: descarga homogénea, pH superior a 4.5, prueba del «olor a amina» positiva y células indicadoras, guía o clave (éstas son células epiteliales en cuya superficie tienen adheridas gran cantidad de bacterias), lo que se observa como pérdida del borde celular.Para el control de la vaginosis bacteriana, se han utilizado diversos agentes terapéuticos a través del tiempo. Con el conocimiento alcanzado de la fisiopatología de la enfermedad y de su etiología polimicrobiana, actualmente se indica el metronidazol, el cual es altamente efectivo contra anaeróbicos y moderadamente activo contra Gardnerella vaginalis; la dosis varía de 800 a 1 200 mg/día durante 7 días. Se ha propuesto dosis única de 2 g de metronidazol o tinidazol, también con buena respuesta aunque con mayor posibilidad de recurrencia. No existen estudios que demuestren disminución de porcentaje de recurrencia en mujeres cuyas parejas hubieran recibido tratamiento con metronidazol.En la actualidad se considera a la vaginosis bacteriana como una de las más importantes infecciones vaginales, tanto por las complicaciones ginecológicias y obstétricas -que han llevado a la ACOG (American College of Obstetricians and Gynecologists) a recomendar pruebas de tamizaje para VB en mujeres embarazadas, con alto riesgo de parto pretérmino- como porque más recientemente se ha considerado como un potencial factor de riesgo en la transmisión de HIV.


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