siiclogo2c.gif (4671 bytes)
MENINGITIS NEUMOCOCICA EN LA INFANCIA. PATOGENIA, CLINICA Y MEDIDAS DE PREVENCION
(especial para SIIC © Derechos reservados)
bbbb
cccc

Autor:
Juan Antonio Soult Rubio
Columnista Experto de SIIC



Artículos publicados por Juan Antonio Soult Rubio 

Recepción del artículo: 24 de mayo, 2002

Aprobación: 0 de , 0000

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
La enfermedad invasora neumocócica tiene elevado costo socioeconómico, por lo que adquiere mayor importancia el uso de medidas de prevención de la enfermedad. La gran cobertura, seguridad y eficacia de las nuevas vacunas conjugadas justifican su uso generalizado en nuestra población infantil.

Resumen

Streptococcus pneumoniae es un patógeno exclusivo del hombre, que ocupa un lugar muy importante en la patología infecciosa pediátrica por su elevada prevalencia. Además de infecciones respiratorias, puede dar lugar a enfermedades graves tales como la meningitis, cuya alta morbimortalidad es mayor que la de otras meningitis bacterianas. La incidencia de meningitis neumocócica varía según las distintas áreas geográficas, y es el germen más frecuente en EE.UU. En Europa ocupa el segundo lugar tras Neisseria meningitidis B. En los últimos años, la aparición de cepas resistentes a las cefalosporinas de tercera generación ha planteado un importante problema terapéutico. Por este motivo, el tratamiento empírico inicial debe asociar cefotaxima y vancomicina en aquellas áreas geográficas con cepas resistentes. Todas estas circunstancias ocasionan mayor gasto sanitario y un mayor costo socioeconómico. El desarrollo de vacunas conjugadas frente a S. pneumoniae supone un importante avance en la prevención de la enfermedad neumocócica. Actualmente, está justificado que se plantee el uso generalizado de las nuevas vacunas conjugadas antineumocócicas en nuestra población infantil.

Palabras clave
Meningitis bacteriana, Streptococcus pneumoniae, prevención, vacunas

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/20254

Especialidades
Principal: Pediatría
Relacionadas: InfectologíaSalud Pública

Enviar correspondencia a:
Dr. Juan Antonio Soult Rubio. C/ Ecuador, 1. Maestranza Simón Verde.41120 - Gelves. Sevilla. España.

Abstract
Streptococcus pneumoniae was associated with numerous important infections in children, including meningitis. Despite advances in therapeutics, high mortality rates remain associated with pneumococcal meningitis., The relative importance of S. pneumoniae as an aetiological factor for bacterial meningitis in the U.S. and Europe was increased after the introduction of the Haemophilus influenzae type b conjugate vaccine. The past decade marked a global increase in penicillin and third-generation cephalosporins-resistant strains of S. pneumoniae. Combination therapy with cefotaxime plus vancomycin is currently recommended. The pneumococcal conjugate vaccine is protective against invasive pneumococcal infection. Therefore, all children aged < 2 years should receive the pneumococcal conjugate vaccine.


Key words
Bacterial meningitis, Streptococcus pneumoniae, prevention, vaccine

MENINGITIS NEUMOCOCICA EN LA INFANCIA. PATOGENIA, CLINICA Y MEDIDAS DE PREVENCION

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
Streptococcus pneumoniae es un coco grampositivo que se agrupa en parejas formando cadenas. Según su polisacárido capsular, se han identificado hasta 90 serotipos distintos. Es un patógeno exclusivo del hombre, que se transmite de persona a persona por contacto directo a través de la vía aérea. Cuando el germen coloniza la nasofaringe, se adhiere a la mucosa y puede habitar en ella, durante un tiempo determinado, sin provocar enfermedad alguna (portador asintomático), o dar lugar a una infección de la vía aérea (enfermedad no invasora). La forma clínica más frecuente de enfermedad no invasora es la otitis media aguda, aunque también pude dar lugar a sinusitis, bronquitis y neumonía. En ocasiones, cuando fallan los mecanismos de defensa local, el germen pasa a la sangre y da lugar a una bacteriemia. Una vez en la sangre, el neumococo puede permanecer en ella durante un tiempo limitado sin provocar clínica (bacteriemia oculta), o dar lugar a una enfermedad grave (enfermedad invasora). Existen factores que predisponen a padecer enfermedad neumocócica invasora, tales como la malnutrición, las inmunodeficiencias (infección por HIV, asplenia, anemia drepanocítica, déficit del complemento, tratamientos inmunosupresores), las enfermedades crónicas (cardiopatías, nefropatías) y los defectos anatómicos, congénitos o secundarios a traumatismo craneoencefálico, con fístula de líquido cefalorraquídeo (1,2). Además, es preciso recordar que la patogenicidad de S. pneumoniae radica en su polisacárido capsular y que los antígenos de esta naturaleza originan en el organismo una respuesta inmune T-independiente. Esta respuesta inmune no es eficaz en menores de 2 años de edad, debido a la "inmadurez" fisiológica de su sistema inmunológico. Por este motivo, todos los niños menores de 2 años son una población en riesgo de padecer enfermedad neumocócica invasora. S. pneumoniae ocupa un lugar muy importante en la patología infecciosa pediátrica por su elevada prevalencia, siendo el germen causante de la mayoría de las infecciones respiratorias de origen bacteriano en la infancia. En niños menores de 2 años o si existe alguna patología predisponente, puede dar lugar a bacteriemia y enfermedades graves que requieren la hospitalización del niño. La neumonía invasora suele presentar complicaciones, como derrame pleural, empiema y/o bullas (figura 1), siendo preciso el empleo de medidas terapéuticas agresivas: toracocentesis, toracoscopia e, incluso, toracotomía.

Figura 1. Rx de tórax. Empiema y bullas en paciente con neumonía neumocócica invasora.
Otras formas de enfermedad neumocócica invasora, que precisan ingreso hospitalario y tratamiento antibiótico por vía intravenosa, son: artritis, osteomielitis, celulitis, endocarditis y meningitis. Sin duda, la meningitis es la forma clínica más grave, con una elevada morbimortalidad mayor que la de otras meningitis bacterianas. La incidencia de meningitis neumocócica es variable, según las distintas áreas geográficas, siendo el germen más frecuente en EE.UU. (3). En Europa ocupaba el tercer lugar, tras Neisseria meningitidis y Haemophilus influenzae b (4,5). En los últimos años, el uso generalizado de nuevas vacunas conjugadas de alta eficacia frente a N. meningitidis C y H. influenzae b ha cambiado este orden de incidencias y actualmente S. pneumoniae ocupa el segundo lugar, tras N. meningitidis B (6-8). Las tasas anuales de incidencia de meningitis neumocócica en España oscilan entre 7 y 15 casos por 100.000 niños menores de 2 años, según las diferentes zonas geográficas (9). No existe una clara incidencia estacional en nuestro medio, ya que se presenta con similar frecuencia tanto en meses fríos como en meses cálidos. El mayor porcentaje de casos (65%) ocurre en los 2 primeros años de la vida (figura 2), con un predominio del sexo masculino en una proporción 2:1 (7,9).

Figura 2. Gráfico de edad. Número de casos por grupos de edad, en tantos por ciento (7).
La mayoría de los niños mayores de 2 años que sufren enfermedad neumocócica invasora presentan alguna patología predisponente para padecer la enfermedad. La clínica de la meningitis neumocócica en los menores de 2 años suele ser inespecífica, no observándose de forma habitual la triada clásica: fiebre, vómitos y cefaleas. Son más frecuentes otros síntomas y signos clínicos: afectación del estado general y del nivel de conciencia, irritabilidad, hipertonía, rechazo del alimento, etc. y con frecuencia los signos meníngeos no son positivos en esa edad (7,10). Por ello es fundamental sospechar la enfermedad ante estos síntomas y signos clínicos inespecíficos e iniciar el tratamiento precozmente, ya que la meningitis neumocócica tiene una alta morbimortalidad y la precocidad de la terapia antimicrobiana específica disminuye el número de células inflamatorias y las unidades formadoras de colonias de neumococos (11). Son frecuentes las complicaciones en el transcurso de la enfermedad. Suelen presentar episodios convulsivos en mayor porcentaje que otras meningitis bacterianas (7,10). Además, es habitual la aparición de complicaciones que requieren intervenciones neuroquirúrgicas, como hidrocefalia (figura 3), higroma subdural y absceso cerebral.

Figura 3. TAC de cráneo. Izquierda, hidrocefalia masiva en niño afectado de meningitis neumocócica. Derecha, hidrocefalia tabicada en lactante con meningitis neumocócica.
Las secuelas neurológicas son también más habituales que en meningitis de otra etiología. S. pneumoniae es el germen que con mayor frecuencia produce sordera neurosensorial (12). Otras secuelas neurológicas que pueden observarse son: retraso psicomotor, hidrocefalia, epilepsia, déficits motores, de la marcha y de la coordinación, trastornos del lenguaje, de la conducta, del aprendizaje, etc. En los países desarrollados las secuelas neurológicas llegan hasta el 57% de los casos (12-14) y la mortalidad también es mayor que en otras meningitis bacterianas: en nuestro medio oscila entre el 4% y el 14% (7,8,10). Desde que en 1967 se describieron las primeras cepas de neumococo resistente a penicilina (15), han ido apareciendo nuevas resistencias, siendo España uno de los países con más alta prevalencia de neumococos resistentes (16). En los últimos años, la aparición de cepas resistentes a las cefalosporinas de tercera generación ha planteado un importante problema terapéutico. Por este motivo, el tratamiento empírico inicial debe asociar cefotaxima y vancomicina en aquellas áreas geográficas con cepas resistentes a antibióticos betalactámicos (17,18). Esta asociación de antimicrobianos presenta además un efecto sinérgico, muy beneficioso para combatir la enfermedad (19). A pesar del empleo de estos antimicrobianos y de que se ha demostrado que el tratamiento con corticoides sistémicos disminuye la incidencia de secuelas y la mortalidad (20), la meningitis neumocócica sigue teniendo una alta morbi-mortalidad que justifica el ingreso prolongado de los pacientes (7,8,21) y ocasiona un mayor gasto sanitario. Todas estas circunstancias hacen que la enfermedad invasora neumocócica suponga un elevado coste emocional para las familias que la padecen y un alto costo económico para la sociedad, por lo que adquiere mayor importancia el uso de medidas de prevención de la enfermedad. El desarrollo de nuevas vacunas conjugadas frente a S. pneumoniae supone un importante avance en la prevención de la enfermedad neumocócica, ya que la anterior vacuna de polisacárido, al inducir una respuesta inmune T-independiente, no es eficaz en menores de 2 años, grupo de edad en mayor riesgo de padecer la enfermedad. Las vacunas conjugadas, al unir el polisacárido capsular del neumococo con una proteína transportadora, inducen una potente respuesta inmune T-dependiente, eficaz desde los 2 meses de edad, reforzable mediante la revacunación y con anticuerpos de tipo IgG de larga duración y específicos frente al polisacárido neumocócico. Actualmente disponemos de una vacuna conjugada anti-neumocócica heptavalente, que incluye 7 serotipos de S. pneumoniae: 4, 6B, 9V, 14, 18C, 19F y 23F. La protección inducida por la vacuna depende de la concentración de anticuerpos séricos específicos. La concentración mínima de anticuerpos después de la serie primaria asociada con protección frente a la enfermedad invasora es de 0.15 a 0.5 µg/ml. Diversos estudios han demostrado títulos de anticuerpos específicos iguales o superiores a 0.15 µg/ml después de la serie primaria de vacunación en el 92% al 99% de los niños vacunados, y concentraciones superiores a 1 µg/ml tras la dosis de recuerdo en el 100% de los vacunados (22,23). Las vacunas conjugadas inducen también la síntesis de anticuerpos de tipo IgA, implicados en la inmunidad de las mucosas, que tienen un papel muy importante en la transmisión de la enfermedad al evitar la colonización nasofaríngea. Se ha demostrado una reducción en la colonización nasofaríngea por serotipos incluidos en las vacunas conjugadas antineumocócicas (24,25). Este hecho contribuye a disminuir el estado de portador nasofaríngeo y por tanto reduce la transmisión y propagación de la enfermedad. Aunque sólo contiene 7 serotipos, la cobertura de la vacuna heptavalente es muy amplia. En España, el 83% de las enfermedades invasoras en niños menores de 2 años están producidas por los serotipos incluidos en la vacuna (26). En el grupo de edad entre 2 y 5 años la cobertura vacunal es del 65%, ya que en este grupo de edad tienen más incidencia los serotipos 1 y 5, no incluidos en la vacuna. La futura comercialización de las vacunas 9 y 11-valentes aumentará esta cobertura hasta el 90% de los serotipos causantes de enfermedad invasora en todos los grupos de edad. La vacuna conjugada heptavalente ha demostrado ser segura y muy eficaz en la prevención de enfermedad invasora neumocócica (22). Se recomienda iniciar la vacunación a los 2 meses de vida, dado que los menores de 6 meses son la población en mayor riesgo de padecer la enfermedad (figura 2). La Academia Americana de Pediatría la incluye en el calendario vacunal recomendado para los niños norteamericanos desde enero de 2001 (27). Todos estos datos justifican el uso generalizado de las nuevas vacunas neumocócicas conjugadas en todos los niños menores de 2 años y en niños mayores con alguna patología predisponente. En resumen, la enfermedad neumocócica invasora es una enfermedad grave, que suele afectar a niños menores de 2 años y a niños mayores con patología predisponente. La meningitis neumocócica tiene mayor morbimortalidad que otras meningitis bacterianas y está adquiriendo mayor importancia en nuestro medio debido a que el uso de vacunas conjugadas ha dado lugar a una disminución en la incidencia de otras meningitis bacterianas. El tratamiento empírico inicial debe incluir vancomicina, dada la existencia de cepas resistentes a los antibióticos betalactámicos. Estas circunstancias, junto al ingreso prolongado de los pacientes, ocasionan un mayor gasto sanitario y hacen que la enfermedad invasora neumocócica suponga un elevado costo socioeconómico, por lo que adquiere mayor importancia el uso de medidas de prevención de la enfermedad. Actualmente, la gran cobertura, seguridad y eficacia de las nuevas vacunas conjugadas justifican su uso generalizado en nuestra población infantil.


Bibliografía del artículo

  1. Steele RW, McConnell JR, Jacobs RF, Mawk JR. Recurrent bacterial meningitis: Coronal thin-section cranial computed tomography to delineate anatomic defects. Pediatrics 1985;76:950-953.
  2. Alonso Palacio J, Madrigal Diez V, García Fuentes M. Meningitis neumocócicas en la población infantil de Cantabria. An Esp Pediatr 1992;36:441-5.
  3. Short WR, Tunkel AR. Changing Epidemiology of Bacterial Meningitis in the United States. Curr Infect Dis Rep 2000;2(4):327-31.
  4. Ruiz Contreras J, Sanchez Díaz JI, Bravo Auña J. Estado actual del tratamiento de la meningitis bacteriana en el niño. An Esp Pediatr 1995; 43:229-236.
  5. Aísa ML, Esteban C, Villuendas C, López C, Moles B, Marco ML. Meningitis neumocócica. Revisión de seis años. Enf Infecc Microbiol Clin 1991;9:277-281.
  6. Peltola H, Kilpi T, Anttila M. Rapid disappearance of Haemophilus influenzae type b meningitis after routine childhood immunisation with conjugate vaccines. Lancet 1992; 340:592-594.
  7. Soult JA, Rangel C, Muñoz Sáez M, Parrilla JS, Díaz F, López JD et al. Meningitis neumocócica: características epidemiológicas, clínicas y bacteriológicas. An Esp Pediatr 2001;55:315-320.
  8. Asensi F, Otero MC, Pérez D, Gregori P, Ortí A. Meningitis neumocócicas. An Esp Pediatr 2001;54:188.
  9. Casado J, Arístegui J, Rodrigo de Liria C, Martinón JM, Fernández C y Grupo de Estudio Meningitis Neumocócica. Prevalencia de meningitis neumocócica en niños españoles. An Esp Pediatr 2002;56:5-9.
  10. Mencía S, Casado J, Marín C, González M, Ruiz MJ. Meningitis neumocócica en la infancia. Revisión de 28 casos. An Esp Pediatr 2000;53:94-99.
  11. Sato K, Quartey MK, Liebeler CL, Giebink GS. Timing of penicillin treatment influences the course of Streptococcus pneumoniae-induced middle ear inflammation. Antimicrob Agents Chemoter, 1995;39:1986-1998.
  12. Baraff LJ, Lee SI, Schriger DL. Outcomes of bacterial meningitis in children: a meta-analysis. Pediatr Infect Dis J 1993;12:389-394.
  13. Kornelisse RF, Westerbeek CM, Spoor AB, Van der Heijde B, Spanjaard L, Neijens HJ et al. Pnemumococcal meningitis in children: prognostic indicators and outcome. Clin Infect Dis 1995;21:1390-1397.
  14. Pikis A, Kavaliotis J, Tsikoulas J, Tsikoulas P, Venzon D, Manios S. Long-term sequelae of pneumococcal meningitis in children. Clin Pediatr 1996;2:72-78.
  15. Hansman D, Bullen MM. A resistant pneumococcus. Lancet 1967; 2:264-265.
  16. Bouza E. Infección neumocócica. Patrones de susceptibilidad antibiótica en España. Enf Infecc Microbiol Clin 1993;11:S15-22.
  17. Fiore AE, Moroney JF, Farley MM, Harrison LH, Patterson JE, Jorgensen JH et al. Clinical outcomes of meningitis caused by Streptococcus pneumoniae in the era of antibiotic resistance. Clin Infect Dis 2000 Jan;30(1):71-77.
  18. Muñoz M, Sánchez E, Díaz E, Silva JJ, Soult JA, Infante P et al. Appearance of resistance to beta-lactam antibiotics during therapy for Streptococcus pneumoniae meningitis. J Pediatr 1995;127:98-99.
  19. Friedland IR, Paris M, Ehrett S. Evaluation of antimicrobial regiments for treatment of experimental penicillin-and cephalosporin-resistant pneumococcal meningitis. Antimicrob Agents Chemoter 1993; 37:1630-1636.
  20. Kennedy WA, Hoyt MJ, McCracken GH.The role of corticosteroid therapy in children with pneumococcal meningitis. Am J Dis Child 1991;145:1374-1378.
  21. Alonso J, Madrigal V, García-Fuentes M. Recurrent meningitis from multiple resistant Streptococcus pneumoniae strain treated with erytromicin. Pediatr Infect Dis 1991;10:254.
  22. Black S, Sinefield H, Fireman B, Lewis F, Ray P, Hansen JR et al. Efficacy, safety and immunogenicity of heptavalent pneumococcal conjugate vaccine in children. Pediatr Infect Dis J 2000;19:187-195.
  23. Choo S, Seymour L, Morris R. Inmunogenicity and reactogenicity of a pneumococcal conjugate vaccine administered combined with a Haemophilus influenzae type b conjugate vaccine in United Kingdom infants. Pediatr Infec Dis J 2000;19:854-862.
  24. Mbelle N, Huebner RE, Wasas AD, Kimura A, Chang I, Klugman KP. Inmunogenicity and impact on nasopharyngeal carriage of a nonavalent pneumococcal conjugate vaccine. J Infect Dis 1999;180:1171-1176.
  25. Obaro S, Adegbola R, Chang I. Safety and inmunogenicity of nonavalent pneumococcal vaccine conjugate to CRM197 administered simultaneously but in a separate syringe with diptheria, tetanus and pertussis vaccines in gambian infants. Pediatr Infect Dis J 2000;19:463-469.
  26. Fenoll A, Jado I, Vicioso D, Berrón S, Yuste JE, Casal J. Streptococcus pneumoniae in children in Spain:1990-1999. Acta Paediatr 2000;435:44-50.
  27. American Academy of Pediatrics. Committee on Infectious Diseases. Recommended childhood inmunization schedule-United States, January-December 2001. Pediatrics 2001;107:202-204.
© Está  expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de todo o parte de los  contenidos de la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC) S.A. sin  previo y expreso consentimiento de SIIC

anterior.gif (1015 bytes)

 


Bienvenidos a siicsalud
Acerca de SIIC Estructura de SIIC


Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC)
Arias 2624, (C1429DXT), Buenos Aires, Argentina atencionallector@siicsalud.com;  Tel: +54 11 4702-1011 / 4702-3911 / 4702-3917
Casilla de Correo 2568, (C1000WAZ) Correo Central, Buenos Aires.
Copyright siicsalud© 1997-2024, Sociedad Iberoamericana de Información Científica(SIIC)