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LOS ORIGENES EVOLUTIVOS Y PERTENECIENTES A ETAPAS DEL DESARROLLO DE LA COMUNICACION EMOCIONAL NO VERBAL Y LA CONTRATRANSFERENCIA INDUCIDA POR EL PACIENTE
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Paul Geltner
Columnista Experto de SIIC



Artículos publicados por Paul Geltner 

Recepción del artículo: 22 de julio, 2003

Aprobación: 17 de agosto, 2003

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
Para el analista, que se encuentra familiarizado con los sentimientos que le despierta el paciente, "la cura a través de la palabra" –como la vida misma– se encuentra inundada por la continua afluencia de la comunicación no verbal.

Resumen

Se utiliza el marco de la evolución para comprender las emociones y la comunicación a fin de dilucidar el fenómeno de inducción emocional, un canal no simbólico de la comunicación emocional. Se trata de la forma primaria de comunicación entre los animales anteriores a los humanos en la cadena de la evolución y entre los padres e hijos en la etapa preverbal. Después de la adquisición del lenguaje, la inducción emocional se entrelaza con el lenguaje y es subyacente a la comunicación emocional no verbal de la vida diaria. La inducción emocional se encuentra con frecuencia vinculada con el fenómeno de compulsión a la repetición, la repetición inconsciente de sentimientos y conductas de desadaptación. En psicoanálisis, la inducción emocional crea la contratransferencia inducida por el paciente que corresponde a la transferencia del paciente. A través de la contratransferencia inducida, el analista comprende dimensiones de la experiencia emocional del paciente que éste no puede verbalizar de manera directa. En la contratransferencia narcisista, el analista experimenta los sentimientos del paciente. En la contratransferencia de objeto patológica, el analista experimenta los sentimientos del paciente en relación con el objeto primario. En la contratransferencia anaclítica, el analista experimenta los sentimientos que el paciente requiere para madurar.

Palabras clave
Contratransferencia, evolución, no verbal, comunicación

Clasificación en siicsalud
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Paul Geltner D.S.W. 24 E. 12 St.#505. New York, NY 10003. United States

THE EVOLUTIONARY AND DEVELOPMENTAL ORIGINS OF NONVERBAL EMOTIONAL COMMUNICATION AND THE PATIENT-INDUCED COUNTERTRANSFERENCE

Abstract
An evolutionary framework for understanding emotions and communication is used to elucidate the phenomenon of emotional induction, a non-symbolic channel of emotional communication. It is the primary form of communication among prehuman animals and between parents and preverbal infants. After the acquisition of language, emotional induction is interwoven with language and underlies non-verbal emotional communication in everyday life. Emotional induction is often tied to the repetition compulsion, the unconscious repetition of maladaptive feelings and behavior. In psychoanalysis, emotional induction creates the patient-induced countertransference, and corresponds to the patient\'s transference. Through the induced countertransference, the analyst understands dimensions of the patient\'s emotional experience that he is unable to verbalize directly. In narcissistic countertransference, the analyst experiences the patient\'s feelings. In the pathological object countertransference, the analyst experiences the feelings of the patient\'s early objects. In anaclytic countertransference, the analyst experiences the feelings the patient needs in order to mature.


Key words
Contratransferencia, evolución, no verbal, comunicación

LOS ORIGENES EVOLUTIVOS Y PERTENECIENTES A ETAPAS DEL DESARROLLO DE LA COMUNICACION EMOCIONAL NO VERBAL Y LA CONTRATRANSFERENCIA INDUCIDA POR EL PACIENTE

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
Si bien el lenguaje articulado es característico del hombre, éste comparte con los animales inferiores los quejidos, llantos y gemidos inarticulados para expresarse, ayudado por los gestos y los movimientos de los músculos de la cara. Esto es válido especialmente para los sentimientos más simples y vívidos que están, aunque en pequeño grado, conectados con nuestra inteligencia superior. Nuestros gemidos de dolor, miedo, sorpresa, ira, junto con las acciones apropiadas, y el murmullo de la madre hacia su amado hijo, suelen expresar más que cualquier palabra.1
La comunicación no verbal es un componente omnipresente de la interacción humana. Algunas formas de comunicación no verbal son conductas específicas aprendidas. Ciertos gestos físicos –como sacudir la cabeza horizontalmente, girar los ojos o hacer un gesto obsceno con el dedo medio–tienen significados simbólicos definidos que varían de cultura en cultura. En un nivel neurológico, estas formas de comunicación no verbal se generan probablemente de la misma manera que el lenguaje hablado, como lenguajes formales de signos.2 Como con el lenguaje, la habilidad y la propensión de utilizar gestos de este modo son innatas, pero los gestos por sí solos son adquiridos culturalmente y no de manera biológica.
Otras formas de comunicación no verbal no son culturalmente adquiridas. Las expresiones faciales son las mismas en todas las culturas estudiadas y muestran una notable continuidad también a lo largo de un vasto número de especies.3 Esta uniformidad sugiere que tanto la capacidad de mostrar estas expresiones como las expresiones específicas mismas son productos innatos de la evolución, no conductas aprendidas. Este tipo de conducta primariamente comunica información emocional. De manera similar, las reacciones a estas formas de comunicación no verbal son primariamente de carácter emocional, no cognitivo.
Esta forma de comunicación no verbal –inducción emocional–4 es un modo no simbólico de comunicación afectiva que precede al lenguaje en el desarrollo humano y que es anterior a los humanos en la evolución. Aunque es la primera forma de comunicación humana nunca se abandona, sino que acompaña todas las formas de interacción emocional en todas las etapas de maduración.
En psicoanálisis, la inducción emocional es la base de la contratransferencia inducida (u objetiva) del paciente: la porción de las reacciones emocionales del analista hacia el paciente, que se entiende son determinadas por el modo que tiene el paciente de relacionarse con el analista.6 La contratransferencia inducida por el paciente permite al analista el acceso a aspectos de las relaciones interpersonales tempranas del paciente, a la experiencia subjetiva y a las necesidades emocionales corrientes que con frecuencia son inconscientes y no pueden verbalizarse.
La inducción emocional, que se manifiesta por la contratransferencia inducida por el paciente, se estudió más estrechamente en psicoanálisis que en cualquier otra disciplina, pero no se encuentra de ninguna manera limitada al marco psicoanalítico. Es un componente esencial de la comunicación no verbal y desempeña un papel dominante en las pautas involuntarias y repetitivas de las relaciones interpersonales en todas las áreas de la vida.
Mientras que el lenguaje es una capacidad humana distintiva, la inducción emocional es un legado de la herencia de los mamíferos anteriores al ser humano. Un estudio de la evolución y de los orígenes del desarrollo de la inducción emocional localiza el fenómeno de la comunicación emocional no verbal y de la contratransferencia inducida por el paciente dentro del más amplio contexto de la comunicación humana e ilustra la congruencia de los hallazgos del psicoanálisis clínico con trabajos recientes en el campo de la psicología evolutiva.
Enfoque evolutivo de las emociones y de la comunicación emocional
La psicología evolutiva ofrece una perspectiva útil para la conceptualización del proceso de la inducción emocional. Mientras que el psicoanálisis brinda un cuadro de la manera en que las emociones se desarrollan y cambian a lo largo de la vida de un individuo, la psicología evolutiva ofrece un marco biológico para comprender de qué manera y por qué aparecieron las emociones y al servicio de cuáles funciones se encuentran en el ser humano y en los animales. Aunque los reptiles y los pájaros tienen emociones,7 las emociones se encuentran mucho más desarrolladas en los mamíferos. El área del cerebro que interviene en el procesamiento emocional –el sistema límbico– se expandió en gran medida con el advenimiento de los mamíferos, e hizo del funcionamiento emocional complejo un rasgo distintivo de la conducta de los mamíferos.8 Es en la comunicación entre mamíferos (no humanos) que se pueden encontrar las raíces de la inducción emocional.
Al trabajar desde la perspectiva de la psicología evolutiva, Damasio, LeDoux y Pinker argumentaron, de diferentes maneras, que las emociones evolucionan hacia mecanismos de supervivencia.9 Mientras que el psicoanálisis se centró primariamente en la oposición entre emociones y realidad, ejemplificado más claramente en la dicotomía que planteó Freud entre principio de placer y principio de realidad, la psicología evolutiva puso de relieve de qué manera las emociones se encuentran orientadas hacia la realidad y evolucionan para ser funcionales a necesidades específicas de supervivencia. Las emociones son patrones conductuales y neurológicos complejos que dirigen las acciones animales hacia la autopreservación y la reproducción. Las emociones establecen "los objetivos más elevados para el cerebro", privilegian estos objetivos, motivan la conducta hacia ellos, evalúan la experiencia y guían las reacciones hacia los hechos externos para el logro de los objetivos establecidos.10
Cuando las emociones funcionan como motivaciones traducen estímulos internos derivados de las necesidades biológicas básicas –como seguridad física, nutrición, evacuación y reproducción– en conductas diseñadas para satisfacer esas necesidades. Las emociones hacen que el animal quiera hacer lo que necesita hacer. Dan significado y dirección a la vida, ofrecen un marco subyacente placentero para establecer objetivos y para preferir determinado curso de acción en lugar de otro.11
Cuando las emociones funcionan como reacciones, evalúan los estímulos externos como beneficios o amenazas potenciales y luego generan conductas diseñadas para el control de la situación. Las emociones son modeladas por las necesidades de supervivencia, como lo determina la dotación genética y la experiencia de vida. Las reacciones emocionales son tan esenciales para el funcionamiento del animal como el sentido de la percepción, y al igual que en este caso deben ser precisas, apropiadas y predecibles a fin de ser útiles en su función de proteger y guiar la conducta animal.
Muchos de los estímulos externos a los que la emoción resulta funcional para su evaluación son inanimados, como la visión del fuego o el sabor de una naranja. El temor que aparece con el fuego indica que éste es peligroso, y el placer que surge al comer una naranja (para las especies en que la naranja es un alimento nutritivo) señala que éstas son buenas para comer. Ambas respuestas emocionales entonces son útiles como motivaciones para la futura conducta.
Las emociones también evalúan otros tipos de estímulos externos, como las interacciones con otros animales. Las reacciones emocionales a los otros animales –especialmente otros animales de las mismas especies, para los cuales las interacciones sociales son posibles– podrán variar mucho más que las reacciones a los estímulos inanimados, porque la respuesta correcta dependerá del estado emocional de los otros animales, como queda demostrado por las expresiones emocionales.
Darwin describió de qué manera las expresiones faciales, los gruñidos, las posturas, el tono vocal, la erección de los pelos y los gestos sirven como vehículos prelingüísticos para la expresión de las emociones. Darwin argumenta que "las expresiones emocionales fueron diseñadas para transmitir información acerca del estado emocional o motivacional del que emite la señal".12 Así, las expresiones emocionales son una forma de comunicación. Hasta hace bastante poco, la mayoría de los expertos en etología pensaban que la información emocional era el único tipo de información que los animales eran capaces de comunicar.13
La comunicación es un proceso de dos vías; a fin de ser valiosa, debe percibirse y comprenderse. No obstante, los estudios etológicos sobre comunicación animal centraron su atención en mayor medida en la expresión de las emociones que en la percepción de las emociones por parte de los otros animales. Darwin sugirió simplemente que la capacidad de comprender la expresión de las emociones es instintiva.14 Pero, ¿por qué Si la capacidad de expresar la emoción es selectiva debido a que es adaptativa, entonces la capacidad de comprender las expresiones emocionales también debe ser selectiva. La comunicación de la emoción tiene un efecto sobre la conducta y sobre las emociones del animal que percibe la emoción.15 La capacidad de un animal de percibir con exactitud el estado emocional de otros animales es crucial para su supervivencia. Griffin sugiere que la empatía podría ser el modo más eficiente del animal de estimar el estado emocional de otro animal.16 Las propias reacciones emocionales del animal son los medios a través de los cuales percibe, evalúa y responde a las emociones de los otros animales.
Este proceso debe describirse como inducción emocional. La inducción emocional es un medio no simbólico y no lingüístico para comunicar estados emocionales. El proceso de inducción consta de dos partes: en primer lugar, el que emite la señal expresa su estado emocional al receptor a través de cualquiera de los medios que Darwin y otros han descrito; en segundo lugar, esto estimula una emoción en el receptor, que se corresponde de un modo específico con el estado emocional del que emite la señal.
A través de esta interacción, el que emite la señal ha comunicado algo acerca de su estado emocional que el receptor ha percibido. La emoción del receptor –la emoción inducida– es la experiencia a través de la que se percibe la comunicación del emisor, así como sucede con los colores, que son la experiencia a través de la que se perciben diferentes frecuencias de luz visible. Dicha comunicación no es necesariamente intencional.
La comunicación puede tener lugar en la medida que el receptor se encuentre dentro de la distancia comunicacional del emisor.17
Los animales serán elegidos para ser buenos lectores de la mente.18 Las reacciones idiosincráticas, ya sea las provocadas por el funcionamiento neurofisiológico anormal o por experiencias pasadas atípicas (episodios traumáticos), son defectos en la capacidad del animal para percibir las emociones de otros animales. Los animales no humanos que tienen propensión a leer erróneamente los estados emocionales de otros animales serán rápidamente eliminados del pool genético. En la vida salvaje existe escaso margen para cometer errores vinculados con las reacciones emocionales.
Sin embargo, no todas las emociones ni las experiencias animales en relación con otros animales son de carácter inductivo. Algunas emociones serán motivadas internamente por las necesidades de supervivencia del propio animal. Otras, menos frecuentemente, serán reacciones emocionales idiosincráticas a los otros animales. Sólo aquellas reacciones que sean exactas y apropiadas a las emociones del emisor deberán ser consideradas inducciones.
Inducción y conducta materna en los mamíferos no humanos
Como se mencionó anteriormente, el procesamiento emocional prosperó en la evolución de los mamíferos. Esto parece haber estado vinculado con tres desarrollos conductuales particulares que emergieron en los mamíferos: la lactancia, que llevó al establecimiento de los lazos familiares; el uso de la comunicación audiovocal, que favoreció el mantenimiento del contacto entre la madre y sus crías, y el juego.19
La comunicación emocional es un componente esencial de estas conductas, especialmente de aquellas vinculadas con la relación entre la madre y sus crías y que probablemente evolucionó de manera sincrónica con ellas. La forma más evidente de comunicación emocional es el llanto del niño, que incrementa los niveles de prolactina e induce emociones de lactancia en la madre. La comunicación emocional entre los bebés mamíferos y sus madres parece ser extremadamente eficaz. Aun las observaciones casuales de este tipo de relación en un mamífero tan primitivo como el jerbo, sugieren lo que parecen ser exquisitos niveles de familiaridad entre la madre y sus crías. Y los cuadros de los rostros de las interacciones madre-hijo entre los primates no humanos son extraordinariamente expresivas en modos fácilmente reconocibles.
Darwin demostró que la más poderosa continuidad entre los modos de comunicación de los animales no humanos y los humanos yace en la expresión de las emociones.20
La primera vocalización por parte de un mamífero debe haber sido el llanto de separación, que alertaba a la madre de la localización de su cría en la oscura confusión de la selva.21 La complejidad de la comunicación emocional humana tuvo sus orígenes en la necesidad primitiva de la madre mamífero de cuidar de sus crías más pequeñas.
Inducción emocional y lenguaje en la comunicación humana
Las emociones evolucionaron mucho antes que la conciencia, y en la mayoría de los animales no humanos (posiblemente en todos) se experimentan de manera inconsciente. Aunque los humanos tienen la capacidad de experimentar emociones de manera consciente en la forma de sentimientos, las emociones por sí solas son parte de la herencia de los mamíferos. Aun en los humanos, los biólogos evolucionistas sugieren (en concordancia, no siempre reconocida, con Freud)22 que mucho del procesamiento emocional se produce de manera inconsciente.
Las emociones también evolucionaron antes que el lenguaje. No existe consenso sobre el interrogante de por qué el lenguaje evolucionó en los humanos. Mientras que la comunicación animal se orienta primariamente para comunicar información acerca de las emociones, el lenguaje podría haber evolucionado a fin de comunicar información acerca del mundo. La necesidad de información acerca del mundo es un componente distintivo de la inteligencia humana,23 y el neocórtex, la parte del cerebro que contiene el sustrato neurológico vinculado con el lenguaje, parece estar orientada en gran medida hacia el mundo externo.24 El lenguaje podría haber evolucionado debido a que compartir información acerca del mundo brindaba a los primitivos homínidos, que vivían en grupos, una ventaja adaptativa evidente.
Por otra parte, el lenguaje podría haber evolucionado como un modo más de perfeccionamiento en la comunicación emocional. Humphrey sugiere que la conciencia despertó cuando se tornó esencial para cada miembro de un agrupamiento social complejo interdependiente tener una comprensión precisa de los pensamientos, sentimientos e intenciones de los otros.25 Si ésta es la manera en que evolucionó la conciencia, parece probable que el lenguaje se haya podido desarrollar en serie con la conciencia, exactamente por las mismas razones.
Cualquiera haya sido el factor primario en la evolución del lenguaje no se trató de la necesidad de las crías de comunicarse con sus madres. Los niños humanos, como todos los jóvenes mamíferos, nacen sin haber adquirido el lenguaje. Las formas prehumanas de comunicación emocional de los mamíferos se recapitulan en el período del desarrollo humano previo a la adquisición del lenguaje. Los niños se comunican a través de mecanismos similares a los que utilizan los animales,26 y sus comunicaciones más tempranas son controladas por el sistema límbico,27 la misma parte del cerebro que controla las expresiones emocionales en los mamíferos no humanos. Los niños comunican la información acerca de su estado afectivo antes de ser capaces de comunicar sus impresiones acerca del mundo externo.28 Las investigaciones están confirmando lo que los analistas han teorizado largamente y lo que las madres siempre han sabido: diferentes llantos comunican diferentes sentimientos.29 Las primeras vocalizaciones de los niños "ofrecen una ventana al corazón del niño",30 al expresar estados de dolor, ira o dicha.31
Durante el período preverbal la inducción emocional es el modo primario de comunicación del niño hacia su madre. La inducción emocional se expresa a través del llanto y las vocalizaciones, expresiones faciales, interacciones con la mirada, movimientos corporales, que otorgan significado a estas señales no verbales y transmiten necesidades y emociones con especificidad palpable. La madre no sólo observa y escucha al bebé, ella siente lo que él siente y lo que él necesita, y sus sentimientos guían sus interacciones con él. Sus sentimientos inducidos de empatía materna son los medios a través de los que ella percibe y comprende las comunicaciones no verbales del niño.
Aunque los aspectos más visibles de esta comunicación preverbal (particularmente en la más temprana infancia) se centran en necesidades concretas de comida, descanso y evacuación gastrointestinal, las emociones que los niños inducen son en gran medida más variadas que eso. Aun las expresiones faciales del niño pequeño muestran un amplio intervalo de complejidad,32 y los adultos, a su vez, tienen reacciones complejas hacia los niños. Aunque la empatía es uno de los modos en que los adultos experimentan los sentimientos inducidos del niño, algunas de las inducciones son tan intensas que estimulan formas más primitivas de experiencia. Algunos de los más poderosos sentimientos experimentados por los padres de los niños pequeños "impulsos suicidas y homicidas cuando el niño se encuentra agitado, y una profunda paz y alegría cuando el bebé se encuentra calmado– son idénticos de lo que daba cuenta Klein acerca de los estados mentales primitivos del niño,33 y podrían ser inducciones de las emociones extremas del niño. Una vez que el bebé comienza a sonreír, su vida emocional se enriquece y se torna más sofisticada y entonces se induce en los padres un juego completo de emociones más moderadas relacionadas con las travesuras, el deleite y el humor.
De manera similar, la madre y otros adultos inducen en el niño emociones que comunican sentimientos para los cuales él no tiene aún las palabras. Ellman y Monk subrayan la importancia del gusto, el tacto y el sonido en los primeros meses en que se establece la comunicación madre-hijo.34 Las madres y los otros adultos que les hablan a los bebés utilizan un patrón vocal distintivo (que varía notablemente poco entre las distintas culturas, lo que sugiere un proceso biológico determinado de manera evolutiva) que induce emociones en el niño de manera directa.35 Estas inducciones alteran el estado emocional del niño, como cuando la voz y las caricias de la madre lo alivian o, en momentos menos afortunados, cuando lo irritan o deprimen. De forma similar, Schore subraya la importancia del contacto y las interacciones con la mirada en el desarrollo y la regulación del afecto en el niño de 10 a 12 meses, un proceso que debe ser visto como una instancia especial de inducción.36
Agregada a la regulación del estado emocional del niño, la voz de la madre le brinda al niño la información acerca de su propio estado emocional.37 Durante un período en la infancia más temprana, el bebé es capaz de imitar las expresiones faciales del adulto, lo que puede ayudar al bebé a sentir y a comprender las emociones del adulto.38 Las madres y los bebés vocalizan juntos en conversaciones no verbales, imitando, modificando y contraponiendo el sonido de cada uno. Más tarde, la madre comparte los estados emocionales del niño y comunica esto a través de la comunicación afectiva no verbal.40
Los cuidados maternales óptimos incluirían la capacidad de experimentar las emociones que el niño está induciendo, para interpretarlas de manera exacta, y responder por medio de conductas correctas que son inducidas por los adecuados sentimientos del niño –los sentimientos que el niño necesita para poder crecer y madurar.
Las inducciones del niño, al igual que las de los mamíferos prelingüísticos, son no verbales y espontáneas. Muchas de las inducciones de la madre también son espontáneas y no verbales, una consecuencia de su estado de fusión o simbiosis con el niño. La madre, sin embargo, también se comunica verbalmente y de manera deliberada con el niño. Le habla antes de que él pueda entender sus palabras, con las inducciones que acompañan el lenguaje. Las inducciones emocionales podrían hacer de puente entre los modos no verbales de comunicación emocional del niño y la utilización del lenguaje que se encuentra aún en desarrollo.
A lo largo de los primeros años de vida la comunicación del niño se torna crecientemente consciente, deliberada y orientada hacia un propósito. El lenguaje gradualmente suplanta las formas de comunicación no verbal y no simbólica y se transforma en el modo dominante de comunicar información acerca del mundo externo. La inducción y el lenguaje funcionan de manera diferente: la inducción comunica información emocional, como las emociones, mientras que el lenguaje comunica muchos tipos de información, como realidades o hechos.
El lenguaje también se torna una forma de comunicación emocional en la medida que el niño comienza a tener palabras para expresar sus sentimientos. En alguna medida, la maduración se caracteriza por esta transición que va de la inducción al lenguaje, formando una parte de la transición gradual de un modo de funcionamiento fundamentalmente inconsciente hacia un modo de funcionamiento más del tipo yo dominante (fundamentalmente consciente). Sin embargo, la comunicación emocional a través de la inducción nunca es completamente reemplazada por el lenguaje. El lenguaje y la inducción comunican diferentes aspectos de la experiencia emocional. El lenguaje transmite información categórica acerca de las emociones,41 comunica con precisión el tipo abstracto de emoción que se está experimentando, en concordancia con lo consensuado en conjunto con respecto a los significados. La inducción, por su parte, transmite las particularidades personales y fenomenológicas de la emoción; es decir, cómo se la experimenta de manera privada. El lenguaje describe la vida. La inducción transmite de qué manera se siente en su inmediatez.
Efectivamente, no queda claro si las emociones por sí solas –como opuestas a la información que se tiene acerca de ellas– pueden ser comunicadas de manera directa sin la inducción.
Las emociones, como la información acerca de los sentidos, pueden describirse o informarse en palabras, pero deben sentirse a fin de ser conocidas. La capacidad de comprender a través de la inducción emocional está más estrechamente vinculada con la capacidad de percibir información sensorial que con la capacidad de usar el lenguaje.
Cada vez que se comunican emociones la inducción invade la interacción humana. De la misma manera que con los animales y los seres humanos en etapa preverbal, los sentimientos inducidos en los adultos son los medios a través de los cuales se experimenta la comunicación emocional no verbal de los otros. Después de la adquisición del lenguaje, la inducción aún se expresa por los mismos caminos que en los animales y los niños: expresiones faciales, tono de voz y cadencia, variaciones en la respiración, postura y, posiblemente, a través de las feromonas (por medio del olfato). Agregado a ello, ciertos tipos de lenguaje escrito –primariamente prosa expresiva y poesía– pueden inducir sentimientos independientemente del significado literal de las palabras, como lo pueden hacer los símbolos referenciales.
En la comunicación verbal, el lenguaje y la inducción se encuentran estrechamente entrelazados en "una comunicación de múltiples canales".42 Cuando un sentimiento se expresa en palabras las emociones que se inducen junto con las palabras podrán determinar en gran medida de qué manera se experimenta y se comprende la comunicación. Las palabras "te amo" podrán experimentarse de manera diferente dependiendo de sí son dichas con ardor, frialdad o indiferencia.
Al mismo tiempo, es probablemente imposible experimentar la inducción de manera aislada del lenguaje después de adquirido éste. Aun una expresión emocional puramente no lingüística, como un alarido o un gemido, estimulará pensamientos y asociaciones formuladas en el lenguaje. La relación entre ambos es más del orden de una solución que de un componente; ambos se interpenetran de manera suficiente para crear el efecto de un elemento único, pero permanecen siendo componentes distintos de la comunicación verbal.
Estos componentes distintivos pueden ser congruentes o incongruentes. Cuando el lenguaje y la inducción son congruentes –cuando el tono afectivo de la inducción concuerda con el significado de las palabras– la comunicación es simple, directa y eficaz. Pero cuando el lenguaje y la inducción resultan incongruentes –cuando la inducción contradice las palabras o es irrelevante con respecto a ellas– puede resultar en un sinnúmero de complejidades que van desde la confusión y la ambigüedad, que llevan a encubrir comunicaciones y dobles mensajes. En este caso, la inducción y el lenguaje expresan de manera simultánea diferentes mensajes y la comunicación puede ser comprendida correctamente sólo si se tienen en cuenta ambos componentes.
¿Qué daría cuenta de este "deslizamiento"43 entre el lenguaje y la inducción Una posibilidad es que sea un resultado de la inducción y el lenguaje que haya evolucionado en distintos tiempos para diferentes propósitos. Mientras que la inducción es el modo primario de comunicación en los animales y los niños, es de muchas maneras un modo secundario de comunicación para los humanos en la etapa adulta. Aunque existan limitaciones en lo que el lenguaje puede comunicar acerca de las emociones, el lenguaje es un modo de comunicación más versátil y que permite una mejor comprensión con respecto a la inducción. La inducción en el humano puede ser menos precisa que en los animales; las perras, por ejemplo, nunca parecen experimentar la incertidumbre (acerca de las necesidades de sus crías) que las madres (del género humano) experimentan de manera diaria con sus bebés (al menos en la cultura occidental de clase media). La inducción podría asemejarse al olfato, al ser una facultad mental que fue extremadamente importante en las etapas tempranas de nuestro desarrollo evolutivo pero que se atrofió, en la medida que otras facultades mentales evolucionaron para encontrarse con las necesidades cambiantes de supervivencia. La inducción en los humanos aún desempeña un papel crucial en el funcionamiento diario, pero juega un papel secundario en comparación con el lenguaje.
No obstante, es posible que las fuerzas evolutivas arraigadas en el rol del engaño y del juego engañoso en la conducta animal hayan actuado para acentuar el conflicto potencial entre la inducción y el lenguaje. Es con frecuencia más ventajoso para un animal comunicar información engañosa que información honesta, de manera tal de manipular otros animales para su beneficio. Por ejemplo, un animal podría comunicar que se encuentra listo para pelear, más de lo que en realidad está, a fin de intimidar suficientemente a un adversario para evitar una lucha real.44
Los humanos son los animales con mayor habilidad para el engaño: los únicos capaces de engaño voluntario y los únicos capaces de fingir expresiones emocionales. Sin embargo, es difícil simular de manera convincente por medio del uso de los elementos no verbales de las expresiones emocionales, debido a que la emoción genuina se relaciona con las expresiones físicas que son difíciles de controlar voluntariamente. Una sonrisa espontánea, por ejemplo, utiliza una combinación diferente de músculos que las que utiliza la sonrisa social voluntaria. El lenguaje, sin embargo, es fácilmente controlable y abre posibilidades para el engaño intencional, posibilidades que van más allá de cualquier otra que pueda acompañar las formas puramente inductivas de comunicación.
Esta capacidad aumentada de engañar condujo a los humanos a lo que Trivers denomina una raza de armas cognitivas,45 que creó presiones selectivas para una capacidad aumentada para detectar el engaño. Aunque existen ciertos aspectos cognitivos en la detección de la mentira,46 la mayoría de la gente probablemente basa su evaluación con respecto a la honestidad teniendo en cuenta cómo los hace sentir una determinada persona: la inducción. En vez de utilizar las evidentes ventajas del lenguaje para comunicar hechos e información no emocional, existe una fuerte tendencia hacia el empleo de la inducción como indicador primario de honestidad. Stern, al reflejar un punto de vista de larga data, sugiere que cuando el mensaje verbal y el mensaje no verbal se contradicen es al mensaje no verbal al que usualmente se le atribuye el significado.47 El lenguaje es sospechoso porque se encuentra bajo control consciente, mientras que los sentimientos inducidos son una marca más confiable de sinceridad porque se encuentran vinculados con las dimensiones físicas involuntarias de la comunicación.
Por razones que serán elaboradas en la siguiente sección, la presunción de que la inducción sea una indicación de autenticidad es sólo parcialmente correcta. Pero el hecho de que se formule la presunción, de alguna manera muestra que el lenguaje y la inducción son diferentes modos de comunicación, que pueden comunicar mensajes diferentes e incluso opuestos, y que el potencial de conflicto entre ambos se encuentra profundamente influido por la manera en que la gente se comunica.
La inducción, la compulsión a la repetición y la contratransferencia inducida
Aunque es más difícil engañar con la inducción que con el lenguaje, puede tratarse de un proceso consciente y deliberado. El actor que trabaja en su papel y el político al perfeccionar la presentación de un discurso son ejemplos extremos de inducción emocional bajo control consciente y voluntario. Aun en las interacciones más ordinarias, sin embargo, la inducción podría ser deliberadamente modulada. La congruencia entre el lenguaje y la inducción puede ser cuidadosamente acentuada a fin de incrementar la claridad y la eficacia de la comunicación, mientras que las incongruencias pueden explotarse para expresar ambigüedad, sarcasmo y humor.
La mayor parte del tiempo, sin embargo, la inducción emocional desempeña un importante papel en la compulsión a la repetición: la tendencia a revivir y recrear en el presente las condiciones de experiencias de vida tempranas. Aunque Freud inicialmente presentó el concepto de compulsión a la repetición en términos casi místicos, desde una perspectiva de la evolución se comprende fácilmente como el legado de adaptaciones (intrapsíquicas, conductuales y de relación) al ambiente en el que se desarrolla la personalidad.
El creciente índice de conductas aprendidas con respecto a las conductas instintivas es otro sello del desarrollo de los mamíferos, en el que el aprendizaje desempeña un papel más importante en el desarrollo humano que en cualquier otro animal. La conducta aprendida (a diferencia del instinto) siempre refleja las condiciones en la que fue adquirida. Es el producto de la adaptación exitosa a la única combinación de recursos y deficiencias que define un ambiente específico. Las adaptaciones son exitosas sólo dentro de su contexto particular, no en términos absolutos. En general, los ambientes ricos en recursos y que ofrecen desafíos para el adecuado desarrollo facilitan la adquisición de adaptaciones flexibles. Cuando los riesgos son escasos y existen varios caminos para satisfacer las necesidades emocionales se puede desarrollar un estilo de aprendizaje experimental que permite que las adaptaciones puedan modificarse en respuesta a los cambios del ambiente. Por su parte, los ambientes agotados o peligrosos permiten sólo una mínima satisfacción de las necesidades básicas a través de patrones limitados de interacción. Debido a que las consecuencias del fracaso son más importantes en ambientes extremos, estos ámbitos fuerzan adaptaciones rígidas y un estilo de aprendizaje restringido. Las adaptaciones a ambientes complejos muestran una tendencia a ser difíciles de modificar aun al enfrentarse a un subsecuente cambio en el ambiente.
Las relaciones con los padres y personas a cargo forman el ámbito en el que la persona aprende a sobrevivir, a responder y a satisfacer, en la medida de lo posible, sus necesidades emocionales. Debido a que el aprendizaje depende de la capacidad de utilizar la experiencia pasada como predictora de la experiencia futura, el ambiente inicial se transforma en el modelo de las relaciones interpersonales posteriores. Cuando el ambiente es familiar, la persona sabe qué esperar y de qué manera reaccionar. En consecuencia, las personas muestran una tendencia a buscar ambientes similares a aquellos en los que tuvo lugar su desarrollo –ya sean ricos o pobres– porque se encuentran bien adaptados al desempeño en ese tipo de ambientes.
La inducción emocional es la dimensión interpersonal de la compulsión a la repetición. Recrea el pasado emocional en el presente al recrear sentimientos del ámbito emocional temprano sobre otras personas de la vida actual. La inducción es una señal con instrucciones para repetir una interacción emocional temprana. Las inducciones vinculadas con la compulsión a la repetición se producen de manera inconsciente, repetitiva e involuntaria y se encuentran con frecuencia reñidas con lo que la persona desea de manera consciente. Mientras que algunas inducciones repetitivas son congruentes con la comunicación verbal de la persona y con su conducta visible, muchas son incongruentes. En las interacciones emocionales, el poder de la inducción es con frecuencia más poderoso que el del lenguaje. Las personas comunes responden al inductor tal como lo hicieron sus mayores, aparentemente de forma automática, sin que ninguna de las partes comprenda del todo lo que está sucediendo.
Cuando la inducción repite relaciones positivas, el funcionamiento interpersonal es suave, exitoso y gratificante, pero cuando repite relaciones negativas, la miseria del pasado se recrea constantemente en las nuevas relaciones. (Esta es la razón por las cual la comunicación no verbal no debería verse como evidencia de autenticidad; se encuentra con frecuencia vinculada con repeticiones que nada tienen que ver con la sinceridad.) Sin embargo, la repetición de necesidades emocionales insatisfechas también puede inducir la lactancia o sentimientos parentales que estaban perdidos en la relación original, lo que crea una oportunidad para el crecimiento emocional.
Aunque los efectos de la compulsión a la repetición invaden todos los aspectos de la vida, son particularmente poderosos en dos áreas fuertemente evocativas de las relaciones entre padres e hijos: las relaciones amorosas y las relaciones jerárquicas de todo tipo. La última incluye la práctica médica, en la que el paciente frecuentemente experimenta sentimientos regresivos en su relación con el profesional. Esto crea la posibilidad para el paciente de inducir fuertes sentimientos en el médico. Un paciente que estuvo bien alimentado de niño puede inducir sentimientos que facilitan su cuidado; un paciente que fue abusado puede inducir un impulso inconsciente y sutil de rechazo o maltrato hacia él.
En la vida, las relaciones interpersonales involucran un proceso constante de inducción mutua entre las partes comprometidas en la comunicación emocional. Lo mismo sucede en el psicoanálisis, en donde tanto el paciente como el analista inducen sentimientos en el otro todo el tiempo. La diferencia, sin embargo, es que el encuadre psicoanalítico está diseñado para centrarse en y estudiar exactamente este tipo de comunicación emocional sutil, y el analista que está familiarizado y entrenado para hacer conscientes los sentimientos inducidos se encuentra (en el mejor de los casos) más consciente de ellos dentro de este marco que en las interacciones cotidianas. En psicoanálisis, los sentimientos que el paciente induce en el analista se transforman en la materia prima de la contratransferencia inducida. Estas inducciones son las percepciones del analista acerca de las comunicaciones no verbales del paciente. Las inducciones ligadas a la compulsión a la repetición son de especial interés debido a que son fuente de los problemas más dolorosos e intratables del paciente. Aunque las variaciones individuales en estas inducciones son infinitas, el encuadre psicoanalítico permite que sean observadas más cuidadosamente que en la vida diaria, y que a la mayoría se las pueda incluir en tres tipos básicos: narcisista, de objeto diferenciado y anaclítico.
En la inducción narcisista el paciente induce sus propios sentimientos en el analista, por lo que paciente y analista comparten la misma experiencia emocional. Esto se produce cuando el paciente se encuentra en un estado de transferencia narcisista, en el que experimenta al analista como parte de sí mismo. Esto corresponde con el modo en que los niños comunican sus sentimientos a los padres. En la infancia, esta clase de inducción es un componente clave del modo simbólico de relación descrito por Jacobson y Mahler48 así como identificación proyectiva infantil.49 Esta forma de inducción también se encuentra relacionada con "estados de objetos yoicos" y con las necesidades del desarrollo para una armonización empática.50 En psicoanálisis, las inducciones narcisistas crean un amplio espectro de estados de contratransferencia. En los estados de baja intensidad, el analista experimenta empatía por el paciente. En los estados de alta intensidad, el analista podría experimentar una pérdida de los límites del yo y un sentimiento de unión con el paciente. En todos los estados, los sentimientos del analista son esencialmente los mismos que los del paciente. El siguiente es un ejemplo de inducción narcisista de tipo simbiótico, en la que las fronteras del yo se tornan borrosas:
El paciente era un hombre de poco más de 30 años, atractivo y elocuente. A aproximadamente 6 semanas de iniciado el tratamiento, la analista comenzó a encontrar dificultades crecientes para permanecer centrada en las sesiones, independientemente de lo que estuviera diciendo el paciente. En cuanto el paciente empezaba a hablar, la analista podía caer en un profundo y casi narcótico estado de depresión y apatía. Ella luchaba, frecuentemente sin éxito, para permanecer alerta. El caso se discutió ampliamente en su análisis y en supervisiones pero no se encontraron vinculaciones significativas con su historia personal. Tampoco había ninguna conexión clara entre lo que el paciente decía y lo que la analista sentía; el paciente no mostraba aplanamiento afectivo y discutía una amplia variedad de temas. El sentimiento se disipaba en cuanto el paciente se iba.Después de casi 2 años, el paciente empezó a hablar de recuerdos de su infancia. Había crecido en un vecindario de gente de clase trabajadora en una triste ciudad industrial. Su padre era un alcohólico silente, su madre se encontraba crónicamente abandonada y nadie hablaba con nadie, nunca. La atmósfera era inexorablemente gris. Cuando el analista escuchó estos recuerdos, por primera vez comenzó a conectar sus sentimientos con el contenido de las comunicaciones del paciente. Gradualmente, la contratransferencia comenzó a cambiar y la intensidad de la experiencia afectiva del analista disminuyó. Ya no estaba más abrumada por la depresión y cambió hacia un estado más ordinario de atención relajada con el paciente.
En este caso, el analista experimentó los propios sentimientos depresivos del paciente que éste había sido incapaz de verbalizar en forma directa. Esto recreó la necesidad del paciente de tener la experiencia de sus padres y de entender la depresión paterna. Después de que la analista comprendió sus sentimientos en el análisis, la necesidad del desarrollo fue satisfecha y la intensidad de la inducción disminuyó.
En las inducciones de objeto diferenciado, el paciente experimenta al analista como a una persona del ámbito emocional donde tuvo lugar su desarrollo –con frecuencia uno de los padres o una figura de tipo parental– e induce los sentimientos que esta persona había tenido hacia él sobre el analista. A diferencia de las inducciones narcisistas, el paciente y el analista tienen diferentes sentimientos uno de otro, lo que en conjunto repite una relación diferenciada del ambiente en que tuvo lugar la infancia del paciente. Estas repeticiones pueden ser tanto positivas como negativas, pero son comúnmente las negativas las que suelen ser problemáticas en la vida del paciente. En las inducciones derivadas de relaciones negativas, el paciente induce los sentimientos que originalmente fracasaron en la satisfacción de sus necesidades de maduración sobre el analista. El siguiente es un ejemplo de una contratransferencia patológica de objeto:
Un analista describió el trabajo con una paciente cuyo padre era una persona rígida y perfeccionista que nunca estaba satisfecho con lo que ella hacía. Aunque el analista era consciente de que las actitudes parentales con frecuencia no guardaban relación con la realidad de la paciente, esto le pareció particularmente extraño. La paciente era talentosa, trabajadora y encantadora y parecía como si siempre hubiera sido así. Había sido buena alumna, nunca había estado involucrada en ningún tipo de problemas y hasta se podía inferir que era demasiado colaboradora en su hogar. ¿Qué era lo que el padre posiblemente encontrara para quejarse de una joven tan encantadora En verdad, a la paciente no le iba bien en su carrera ni en sus relaciones como se hubiera esperado –su autoestima era devastadoramente baja– pero esto parecía ser un efecto enteramente predecible de las demandas imposiblemente altas que el padre había depositado en ella.
Inicialmente, el analista esperó que el caso se desarrollara en buenas condiciones; sólo unas pocas interpretaciones y el dejar caer alguna pizca de bondad humana serían suficientes para traer a la paciente hacia la senda correcta. Después de un cierto punto, sin embargo, el analista se tornó impaciente con respecto al progreso de su paciente. Ella continuamente se involucraba en dificultades en sus relaciones laborales y su criterio era constantemente desfavorable. Lo que ella hacía mal dependía de las circunstancias, pero ella dependía de hacer exactamente lo incorrecto bajo cualquier circunstancia. En una oportunidad discutió con su analista la forma en que ella podría encarar una situación difícil con su jefe y desarrollaron un plan; ella hizo exactamente lo opuesto de lo que se había hablado –con los predecibles resultados desastrosos– aun así parecía pensar que había llevado adelante el plan perfectamente. El analista se sintió hipercrítico con ella: ella era estúpida, totalmente carente de sentido común, del tipo pasivo-agresivo; una masoquista acérrima. Aun cuando se las ingenió para conseguir un nuevo trabajo, lo cual fue un logro considerable, el analista estaba enfadado porque ella no había negociado un salario más elevado.
El analista en esta situación despreciaba a su paciente por sus fracasos y se encontró deseando que ella tuviera éxito. Experimentó hacia ella exactamente los mismos sentimientos que ella despertaba en su padre. La inducción había creado en el analista los mismos sentimientos que la paciente había despertado en la temprana relación con su padre.
Las inducciones anaclíticas se relacionan con las necesidades de dependencia interpersonal normal, desde la infancia hasta el final de la adolescencia. En el desarrollo normal, el niño en etapa preverbal (y más tarde el niño en etapa verbal) comunica estas necesidades al padre a través de la inducción. Cuando estas necesidades se encuentran insatisfechas, no desaparecen aunque puedan verse oscurecidas por las adaptaciones requeridas a fin de sobrevivir en el ambiente original. La capacidad de comunicar estas necesidades a través de inducciones se mantiene, y las inducciones anaclíticas recrean el ambiente interpersonal en el que las necesidades emocionales insatisfechas pueden finalmente satisfacerse. Estas inducciones crean los sentimientos que un padre bien familiarizado podría haber experimentado y comunicado al paciente.51
La contratransferencia anaclítica es un complejo fenómeno que incluye el completo rango de sentimientos de maduración que los padres tienen hacia sus hijos. Mientras que algunos de estos sentimientos son dramáticos e intensos, la mayoría son bastante mundanos: el amor perseverante de cuidar diariamente a los hijos. Lo que hace potentes estos sentimientos no es su contenido, sino que el paciente necesita de ellos en ese momento particular del tratamiento. El siguiente es un ejemplo de inducción anaclítica.
Una profesional supervisada presenta frente a su grupo de supervisión el caso de una mujer que fue abusada gravemente de niña. Su vida cotidiana era un caos completo: era bulímica, activamente alcohólica y crónicamente ansiosa. A medida que el grupo discutió el caso, la mayoría de los otros analistas experimentaron varias formas de rechazo de inducciones y se sintieron abrumados de sólo pensar en atender a la mujer. La analista que presentó el caso, sin embargo, se encontraba completamente inmutable. Consideró a su paciente "un diamante en bruto" y dijo no tener problemas en "pulirlo". Apreciaba los talentos y encantos de su paciente y se encontraba consciente, pero imperturbable, por las dificultades inevitables que el caso podría presentar.
Es importante subrayar que esta terapeuta no se sentía cotidianamente de este modo con respecto a sus todos sus otros pacientes, ni siquiera con pacientes que tuvieran problemas similares. En relación con esta paciente, sin embargo, su convicción de que la paciente era maravillosa y de que ella era la terapeuta correcta, era idéntica a la convicción de una madre de que ella es la única madre adecuada para un bebé y que su bebé necesita protección del resto del mundo.
Los tres tipos básicos de inducciones repetitivas raramente se experimentan en sus formas puras. Más de un tipo puede ser inducido de manera simultánea y existen otras formas de inducción relacionadas con formas específicas de psicopatología.
Más aun, todas las formas de sentimientos inducidos se experimentan dentro del contexto del propio estado emocional del analista. El resultado es un complejo tapiz de sentimientos: algunos repiten el pasado de un modo que lo perpetúa, algunos se repiten de manera que crean una nueva ventana para el cambio, y algunos son productos del presente. Al centrar su atención sobre las dimensiones inducidas de la compulsión a la repetición, el analista experimentó de manera directa la vida emocional del paciente de una forma que las palabras solas nunca pueden comunicar completamente. Puede utilizar sus sentimientos inducidos para deshacer patrones repetitivos de desdicha y para satisfacer necesidades emocionales insatisfechas.
Algunos teóricos, particularmente aquellos de las escuelas intersubjetivas y relacionales han puesto objeciones a la idea de la contratransferencia inducida por el paciente porque no coloca suficiente énfasis sobre las emociones propias del analista: su subjetividad. Estas escuelas argumentan que todas las relaciones interpersonales se co-construyen por ambas partes, cada parte tiene impacto sobre la otra y ninguna puede colocarse por fuera de esta trama de influencia mutua y ver sus sentimientos como inducidos por el otro. Estos puntos de vista ponen de relieve la singularidad de cada relación y, en psicoanálisis, el impacto de la subjetividad del analista sobre el paciente.
Existe un elemento verdadero en esta objeción. Todas las relaciones, incluida la psicoanalítica, son recíprocas y la inducción emocional nunca se da de un solo lado. Aunque el estudio de la comunicación no verbal en animales apoya la realidad de la inducción en humanos, es imposible saber con certeza si un sentimiento particular es inducido o un producto de la propia subjetividad. La mayoría de los sentimientos son una combinación de los dos, en la que ningún sentimiento que el receptor no sea capaz de generar por sí mismo puede ser inducido. Sin embargo, esta falta de certeza no significa que las contribuciones relativas de cada parte no puedan ser establecidas de manera aproximada, al menos en un nivel pragmático. Desde el punto de vista clínico, el interrogante más significativo es si el sentimiento es la expresión de una pauta en la vida del paciente: en la medida que una contratransferencia repita una relación del pasado del paciente es más probablemente vista como inducida por el paciente; en la medida que los sentimientos no repitan una relación significativa del pasado del paciente pero repita una relación del pasado del analista, no debería verse como una inducción. La diferencia podría no ser evidente de manera inmediata, pero raramente el trabajo del analista es sencillo.
Conclusión
Aunque la creciente capacidad de utilizar el lenguaje para expresar el completo espectro de sentimientos humanos es un sello del progreso analítico, el lenguaje no puede suplantar completamente la inducción en el análisis, no más de lo que lo hace en la vida. El paciente en análisis, como la persona en la vida, se expresa simultáneamente a través de dos modos entrelazados de comunicación: el legado prehumano de la inducción emocional y el fenómeno puramente humano del lenguaje. No todas las inducciones se encuentran relacionadas con el fenómeno de la compulsión a la repetición y muchos aspectos de la emoción humana no pueden ser comunicados por otra vía que no sea la de la inducción. Para el analista, que se encuentra familiarizado con los sentimientos que le despierta el paciente, "la cura a través de la palabra" –como la vida misma– se encuentra inundada por la continua afluencia de la comunicación no verbal.
El autor no manifiesta conflictos.


Bibliografía del artículo

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