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EL PAPEL DE LA INTENSIDAD DE LA ACTIVIDAD FÍSICA SOBRE LA HIPOTENSIÓN POSTERIOR AL EJERCICIO
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Linda S. Pescatello
Columnista Experta de SIIC

Institución:
University of Connecticut

Artículos publicados por Linda S. Pescatello 
Coautor
Jhon Eicher* 
Yale University, New Haven, EE.UU.*

Recepción del artículo: 6 de julio, 2012

Aprobación: 1 de agosto, 2012

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
Aseguran que cuanto mayor es la intensidad de cada sesión de actividad física, mayor es la magnitud de la reducción inmediata de la tensión arterial.

Resumen



Palabras clave
hipertensión arterial, ejercicio, hipotensión post ejercicio, intensidad, reducción

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/127336

Especialidades
Principal: CardiologíaMedicina Deportiva
Relacionadas: Atención PrimariaMedicina FamiliarMedicina Interna

Enviar correspondencia a:
Linda S. Pescatello, University of Connecticut, Storrs, EE.UU.

The additive blood pressure lowering effects of exercise intensity on post-exercise hypotension


Key words
hypertension, exercise, postexercise hypotension, intensity, reduction

EL PAPEL DE LA INTENSIDAD DE LA ACTIVIDAD FÍSICA SOBRE LA HIPOTENSIÓN POSTERIOR AL EJERCICIO

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
La hipertensión arterial (HTA), es decir, el aumento crónico de la presión sanguínea, sigue siendo un importante problema de salud pública en todo el mundo, al cual se le atribuyen más de 7 millones de muertes a nivel mundial. En los Estados Unidos, se gastan más de USD 76 mil millones por año como consecuencia de la HTA, de los cuales más del 38% corresponde a medicamentos antihipertensivos. Una alternativa a la medicación antihipertensiva es la aplicación de modificaciones del estilo de vida, tales como la realización de actividad física. Una rutina habitual de ejercicio es capaz de reducir el riesgo de sufrir hipertensión y enfermedad cardiovascular (ECV).

El ejercicio aeróbico reduce la presión arterial (PA) entre 5 mm Hg y 7 mm Hg en los sujetos con hipertensión. La mayor parte de dicha reducción es producto de las disminuciones sostenidas de la PA que se producen inmediatamente después de cada sesión de actividad física. Este fenómeno se conoce como “hipotensión posterior al ejercicio” (HPE). En la bibliografía existen datos contradictorios sobre la relación entre la intensidad de las sesiones de ejercicio y la magnitud de la HPE. Nosotros, junto con otros investigadores, comprobamos que el ejercicio de baja intensidad es tan eficaz como el ejercicio de mayor exigencia para producir HPE, mientras que otros autores aseguran que las sesiones de mayor intensidad provocan una HPE de mayor magnitud. Estas discrepancias deben aclararse para que los médicos puedan instruir correctamente a sus pacientes sobre el tipo de ejercicio más eficaz para prevenir y tratar la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares.

El objetivo principal de esta investigación fue determinar el efecto de la intensidad del ejercicio aeróbico sobre la HPE mediante la evaluación de diversos niveles de esfuerzo físico (leve: consumo máximo de oxígeno [VO2máx] del 40%; moderado: VO2máx del 60%; y vigoroso: VO2máx del 100%) en comparación con la falta de ejercicio (control). Nuestra hipótesis fue que la magnitud de la HPE podría ser similar luego de una actividad física de intensidad leve, moderada y vigorosa. El objetivo secundario fue explorar los biomarcadores clínicos que se correlacionan con la HPE, para ahondar en las características clínicas de los individuos con mayores probabilidades de lograr una disminución de su PA mediante el ejercicio físico.

Para ello, reunimos a un grupo de 45 hombres norteamericanos-europeos (con una edad promedio de 43.9 ± 1.4 años) que se encontraban, aparentemente, en buen estado de salud con excepción de su HTA grado I (PA sistólica [PAS] = de 130 mm Hg a < 160 mm Hg, PA diastólica [PAD] = de 85 mm Hg a < 100 mm Hg, o ambas). Los sujetos participaron de una sesión de orientación para asegurarse de que cumplían con los criterios de inclusión y para que se familiarizaran con los protocolos de estudio, que incluían el uso de un monitor ambulatorio de PA hasta la mañana siguiente. Dicho monitor ambulatorio de PA tomó medidas aleatoriamente tres veces por hora durante las horas de vigilia (de 06:00 a 23:00) y una vez por hora durante las horas de sueño (de 23:00 a 06:00).

Los participantes completaron cuatro sesiones experimentales: una sesión de control sin ejercicio, durante la cual permanecieron sentados en reposo, y tres series de ejercicios de ciclismo al 40% (intensidad leve), 60% (intensidad moderada) y 100% (intensidad vigorosa) de la VO2máx. Cada experimento comenzó con un período basal en el que los individuos permanecieron sentados en reposo durante 20 minutos, y al final del cual se tomaron muestras de sangre para medir la concentración de lipoproteínas lipídicas, insulina, glucosa, proteína C-reactiva (PRC), fibrinógeno y renina. Las sesiones de ejercicio de intensidad leve y moderada consistieron en una fase de 5 minutos de calentamiento en bicicleta sin resistencia, una etapa de 30 minutos de pedaleo a una intensidad predeterminada y un período de enfriamiento de 5 minutos. Las sesiones de ejercicio de intensidad vigorosa consistieron en una prueba de estrés cardiopulmonar escalonada, en la que el VO2máx se determinó mediante el análisis de los gases espirados. Los resultados de la fase de ejercicio intenso se utilizaron para calcular la intensidad de las otras sesiones de ejercicio. Después de cada experimento, los participantes tuvieron un período de recuperación de 45 minutos sentados en reposo. La PA se midió durante la fase basal, durante las sesiones experimentales y en el período de recuperación. Después de cada sesión, a cada participante se le colocó un monitor ambulatorio de PA hasta la mañana siguiente.


En comparación con la sesión de control sin actividad física, la PAS aumentó en promedio 2.7 ± 1.6 mm Hg menos luego del ejercicio leve (p = 0.087), 5.4 + 1.4 mm Hg menos luego del ejercicio moderado (p < 0.001) y 11.7 ± 1.5 mm Hg menos luego del ejercicio vigoroso (p < 0.001). El análisis de regresión lineal mostró que un aumento del 10% en la intensidad relativa del ejercicio reducía la PAS en 1.5 mm Hg (p < 0.01).

En comparación con la sesión de control sin actividad física, la PAD disminuyó en promedio 1.5 ± 1.2 mm Hg más luego del ejercicio leve (p = 0.207), 2.0 + 1.0 mm Hg más luego del ejercicio moderado (p = 0.055), y 4.9 ± 1.3 mm Hg más luego del ejercicio vigoroso (p < 0.001). Por cada 10% de aumento en la intensidad relativa de ejercicio, la PAD se redujo en 0.6 mm Hg (p < 0.01).

Se encontraron varios biomarcadores que se correlacionaban con la disminución inmediata de la PA sistólica y diastólica después del ejercicio aeróbico. Luego de un ejercicio intenso, la glucemia en ayunas, la renina y la PCR fueron los elementos que más se asociaron con la respuesta de la TAS, mientras que la renina, las lipoproteínas de baja densidad, y el VO2máx fueron los marcadores más relacionados con la respuesta de la PAD. Los modelos de respuesta de la PAS y de la PAD luego del ejercicio vigoroso pudieron explicar sus variaciones respectivas del 40.0% y el 42.9%.

Llegamos a la conclusión de que la intensidad del ejercicio y la HPE tienen una relación de tipo dosis-respuesta; es decir, encontramos que, cuanto mayor es la intensidad de cada sesión de actividad física, mayor es la magnitud de la reducción inmediata de la PA. Un aumento del 10% en la intensidad relativa de la sesión de ejercicio produjo la disminución de la PAS en 1.5 mm Hg y de la PAD en 0.6 mm Hg. Esta investigación es una de las primeras en examinar una amplia gama de intensidades de ejercicio aeróbico y sus efectos sobre la magnitud de la HPE.

Pudimos relacionar diversos biomarcadores clínicos con la HPE. Nuestros resultados son consistentes con ensayos previos y demuestran la participación del sistema renina-angiotensina y del sistema nervioso simpático en la modulación de la HPE. El hecho de que el VO2máx pueda explicar el 18.6% de la respuesta de la PAD luego de una sesión de actividad física vigorosa corrobora nuestro trabajo anterior, en el que afirmamos que la HPE posterior a una actividad de gran esfuerzo era de mayor magnitud en los hombres en mejor estado físico. De todas maneras, queda por confirmar si este hallazgo se debe a que los hombres en buen estado físico son capaces de tolerar ejercicios de mayor intensidad que aquellos sujetos con un estado físico no tan favorable.

La recomendación del ejercicio de intensidad vigorosa constituye un reto, dado que, cuanto mayor es el esfuerzo, mayor es la probabilidad de que se presenten eventos adversos cardiovasculares y ortopédicos, especialmente en aquellos individuos cuya actividad física es irregular. Nuestros hallazgos sugieren que la indicación de realizar ejercicio en los sujetos con HTA debe decidirse de acuerdo con los antecedentes de cada paciente, con cautela y buen juicio clínico. Nuestros resultados también plantean que la recomendación de ejercicio para las personas con HTA, en la actualidad avalada por la Facultad Norteamericana de Medicina, puntualmente en lo que respecta a la intensidad del ejercicio, debe ampliarse para incluir niveles de actividad física más vigorosa en aquellos sujetos que puedan tolerarla.

Se necesitan más estudios para replicar nuestros hallazgos, de modo que sean más generalizables a diversas poblaciones. Nuestra muestra incluyó solo a hombres de mediana edad, de origen norteamericano-europeo, que padecían prehipertensión o HTA de fase I. Nuestros hallazgos deben repetirse en una muestra de mayor tamaño, con mayor diversidad étnica y tanto en hombres como en mujeres. Asimismo, en nuestro estudio solo examinamos el ejercicio aeróbico. También, es necesario investigar el uso de ejercicios de resistencia como opción terapéutica y la relación entre la intensidad de la actividad física y la HPE. Además, no todos los sujetos experimentan una reducción significativa de la TA luego de una sesión de actividad física. Los biomarcadores y la caracterización genética de los sujetos respondedores y no respondedores al ejercicio aeróbico pueden brindar más información para los médicos y los pacientes que lidian con hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares.



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