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En 1986 algunas empresas e instituciones comenzaron a vincularse con bancos de datos médicos extranjeros, por medio de comunicaciones telefónicas al exterior. Al poco tiempo, los costos prohibitivos convirtieron al ambicioso proyecto en un programa económicamente insostenible, dado el alto precio de las comunicaciones y las dificultades técnicas para realizarlas; fue indefendible incluso para los propios impulsores de las áreas científicas y comerciales. A los pocos años ingresarían en la Argentina espejos relucientes, botoneras fatídicas, importaciones de todo tipo, facilitados por ventajas cambiarías y por el estímulo comercial e ideológico de los que tradicionalmente han disfrutado del negocio importador.
Junto a las fantasías también desembarcarían bancos de datos, mezclados con Jackson, flores artificiales y efectos especiales. La economía sólo requería una pronta adaptación cultural para abrirse y ahogar a los productores locales de tecnología e ingenio de punta.
Compañías y particulares anunciarían la difusión, contradictoriamente exclusiva, de bancos de datos médicos que inmediatamente adquirían otros muchos compradores. Estos, de paso por la península no ibérica, embolsaban nuevos rollos, los que al llegar sorprenderían a nuevos compradores que presa de su falta de ingenio, volverían a comprar, para sumar a los anteriores. Y así sucesivamente, hasta abarrotamos y...
Una plaga de «progreso» nos invade; seremos un mercado interno cada vez más mercado y cada vez menos interno: ¿ni siquiera una buena plaza para la importación?
Y una vez más, no ocurrió la realidad vaticinada por los pregoneros del «llave en mano» (sistema que inspira viejas fórmulas pragmáticas, publicitadas por los que venden fuera de sus terruños porque en ellos protegen el resultado de su esfuerzo, ingenio y trabajo), Los más prudentes, desoyendo consejos de los especialistas en «casamientos por poder», venían invirtiendo desde 1983 en sistemas que la misma Región comenzaba a generar; en aquellos años, los primeros bancos de datos médicos con asistencia local y sin necesidad de contactos satelitales-también eran producidos por argentinos. Así es como el milagros e impuso otra vez en la Argentina, país pletórico de inteligencia y «falta de voluntad» Inusual combinación, que produce sabios que miran al piso).
Corren los años en que la medicina está saliendo de la caverna informativa. Resultados concretos colocan a lberoamérica en privilegiada posición en el campo de las comunicaciones científicas. Hoy es posible transmitir en castellano, desde la Argentina y al mundo, las últimas novedades científicas editadas o comunicadas por los más serios medios de información médica internacional. Con tecnología independiente, programas propios y obras novedosas, organizaciones locales afirman un conjunto de labores que se distribuyen a todos los médicos de la Región por medio de avanzados sistemas de comunicaciones.