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DESTACAN LA UTILIDAD DE LA PRESIÓN AÓRTICA CENTRAL POR SOBRE LAS PRESIONES PERIFÉRICAS
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Michael O'Rourke
Columnista Experto de SIIC

Institución:
University of New South Wales

Artículos publicados por Michael O'Rourke 
Coautores
Mayooran Namasivayam* Audrey Adji** 
BSC (Med)Hon, University of New South Wales, Darlinghurst, Australia*
MBiomedE, Macquarie University, Darlinghurst, Australia**

Recepción del artículo: 26 de febrero, 2010

Aprobación: 1 de abril, 2010

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
Se describe la utilidad de un modelo de análisis de las ondas de la presión aórtica en comparación con otros patrones de análisis en los que se utilizaron las ondas generadas por arterias periféricas.

Resumen

La presión carotídea se ha utilizado como marcador sustituto de la presión aórtica central. Sin embargo, la calibración se efectúa asumiendo que las presiones media y diastólica son esencialmente similares en la carótida y en la arteria braquial, mientras que la presión del pulso y la presión sistólica central se han extrapolado a partir de la onda de la carótida. Mediante la aplicación de un parámetro de corrección (el factor de forma), se verificó que la mayor parte de la amplificación de la onda de presión entre la aorta central y la arteria radial parecía ubicarse entre las arterias braquial y radial. Se propone que el aplanamiento de la onda de presión no se advierte con certeza a nivel braquial, dado que esta arteria se localiza en forma profunda sin sostén óseo o ligamentario, a diferencia de la carótida y de la arteria radial. En este contexto, se presume que el factor de forma de la arteria braquial es similar al de la arteria radial y mucho menor que el de la carótida.

Palabras clave
ondas, presión central, aorta, hipertensión, hemodinamia

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/112640

Especialidades
Principal: Cardiología
Relacionadas: CirugíaGeriatríaInformática BiomédicaMedicina Interna

Enviar correspondencia a:
Michael O'Rourke, St. Vincent's Clinic, NSW 2010, Darlinghurst, Australia

CENTRAL AORTIC AS AN ADVANCE ON BRACHIAL ARTERIAL PRESSURES


Key words
waveforms, central pressure, aorta, hypertension, hemodynamics

DESTACAN LA UTILIDAD DE LA PRESIÓN AÓRTICA CENTRAL POR SOBRE LAS PRESIONES PERIFÉRICAS

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
El director editorial de la revista Salud(i)Ciencia ha sido muy amable y nos ha solicitado un comentario de la revisión que nuestro grupo presentó para su publicación en J Hypertension en 2008. No se nos había solicitado una tarea similar con anterioridad y la consideramos una gran idea, dado que los redactores con frecuencia tienen algo más que expresar y suelen disponer de escasos comentarios como devolución de lo que han redactado. Elogiamos a su director por esta iniciativa.

En esa oportunidad, se trataba en realidad de dos revisiones, una de nuestra autoría1 y una elaborada por colegas de otra ciudad australiana.2 Su aparición fue posterior a una prolongada correspondencia de difícil seguimiento por parte de los lectores. Nuestro grupo había elaborado un procedimiento para determinar la onda de presión aórtica central por medio del pulso de la arteria radial,3 mediante un proceso computarizado que se utiliza con frecuencia en bioingeniería. El grupo de Melbourne no logró reproducir estos resultados.4,5 En nuestra revisión,1 tratamos de explicar los pasos de este proceso y las imprecisiones vinculadas con ellos. En la otra revisión,2 se compararon las ondas del pulso aórtico con las del pulso radial y se identificaron grandes discrepancias en esta relación. Su método no funcionó y cuestionaron el proceso matemático, si bien gran parte del error se relacionó con la necesidad de calibrar la onda de pulso radial a la presión indirecta del esfigmomanómetro. Nuestro método se usó ampliamente, fue aceptado por la FDA y se emplea con frecuencia en estudios importantes,6,7 en los cuales se demostraron los beneficios de la presión aórtica central por sobre la presión determinada mediante un esfigmomanómetro. La polarización entre ambas revisiones dirigió la atención al proceso de los datos.



Eventos posteriores

En defensa de sus argumentos, nuestros colegas de Melbourne enviaron otro artículo a J Hypertension.8 La redacción y los revisores evaluaron los datos originales, los analizaron de modo independiente, y descubrieron un problema matemático relacionado con la fase (o retraso) entre los componentes aórtico y radial de la presión. Esto fue publicado como editorial9 en la misma edición que el trabajo remitido desde Melbourne8 por Segers y colegas de Gante, Bélgica. El error analítico (que nosotros habíamos experimentado antes) ocurrió durante el cálculo del promedio de la fase de retraso, ya que el valor cero podía expresarse tanto como para 2π radianes como para -2π radianes. Mientras que nuestros colegas de Melbourne calcularon una amplitud (módulo) similar de la función de transferencia, la fase fue diferente y ante frecuencias mayores de 6 Hz se volvían positivas, indicando que los componentes de la onda de la arteria radial precedían a los componentes correspondientes de la onda aórtica, lo que resulta, por supuesto, imposible. Un problema fundamental había sido resuelto. El procedimiento de Melbourne era erróneo. El director de la publicación, el profesor Alberto Zanchetti, debería ser felicitado por la solución y el manejo diplomático de esta importante situación.

Sin embargo, persistía otro problema, que comprometía no sólo al grupo de Melbourne sino a Segers y col. en Gante,10,11 y a Mitchell, en Boston, que habían supervisado el registro y el procesamiento de los datos del grupo de Framingham.12-14 Todos habían empleado la presión carotídea como un marcador sustituto de la presión aórtica central. La calibración se había llevado a cabo asumiendo que las presiones media y diastólica eran esencialmente similares en la carótida y en la arteria braquial (lo cual es una presunción razonable a partir del trabajo de Pauca y col.15,16). La presión del pulso y la presión sistólica central se extrapolaron a partir de la onda de la carótida. La clave para la solución en este caso procedió de dos grupos en Europa, los de Chemla18 y Bos19, quienes no estaban conformes con el uso de una fórmula matemática para estimar la onda de presión arterial media a partir de las presiones braquiales sistólica y diastólica determinadas con un esfigmomanómetro. Calcularon el cociente de la expresión [(presión media - presión diastólica])/presión del pulso] y lo definieron como factor de forma (FF). Ambos demostraron que el FF para los métodos no invasivos de medición de la onda braquial se acercaba en promedio a un 40%, en lugar del 33% que habitualmente se calcula. Además, observaron que el FF correspondía a un 33% para la onda radial determinada mediante tonometría de aplanamiento, pero el FF de la carótida era virtualmente el mismo que el de la arteria braquial (alrededor del 40% para ambos vasos). Segers y col. 20 jerarquizaron esta información como un potencial problema para nuestro método, en el cual se calibra la onda de la presión radial a partir de un esfigmomanómetro braquial. Nos intrigó este trabajo, lo repetimos y obtuvimos prácticamente los mismos resultados.21 Sin embargo, nos sorprendió otra de las repercusiones de Segers, ya que la mayor parte de la amplificación de la onda de presión entre la aorta central y la arteria radial parecía ubicarse entre las arterias braquial y radial. No habíamos observado este fenómeno con la medición invasiva de las ondas, como tampoco ocurrió con nuestro cercano colega Kenji Takazawa, quien durante el cateterismo cardíaco había efectuado múltiples determinaciones de ambas presiones con un sensor de alta fidelidad. Nuestra conclusión21 fue que el aplanamiento no podía advertirse con certeza a nivel braquial, dado que esta arteria se localiza en forma profunda sin sostén óseo o ligamentario, a diferencia de la carótida y de la arteria radial. Asimismo, la aponeurosis bicipital se ubica entre el sensor y la arteria y provoca dificultades para el aplanamiento arterial deseado.

Este inconveniente se resolverá por medio de la determinación invasiva de las ondas de presión braquial y el cálculo del FF para su interpretación. Suponemos que el FF resultará similar al de la arteria radial (alrededor de 30%) y mucho menor que el de la carótida. Quienes calibraron la forma de la onda carotídea por tonometría braquial8,10-14 verificaron una diferencia pequeña o nula entre las presiones sistólica y del pulso en ambas arterias, mientras que con nuestro método y con las técnicas invasivas se observó que la presión aórtica sistólica y la presión del pulso son menores (en general de modo importante) en la aorta y la carótida en comparación con las arterias braquial y radial.22 Nuestros colegas en Melbourne, Gante y Boston no demostraron diferencias sistemáticas entre las presiones carotídea y braquial en sus exhaustivos estudios.8,10-14 En este caso, no resulta sorprendente que no hayan verificado beneficios en los resultados de la determinación de las presiones centrales con sus métodos.23 El origen del problema puede atribuirse al uso de métodos inapropiados de medición de la onda de presión braquial por medio de la tonometría.24 Estos estudios requieren un nuevo análisis después del cálculo de la presión media de la arteria radial, además de la determinación de la tonometría braquial.

Este bosquejo no es único en los avances y el uso de una técnica novedosa. El método que hemos creado para SphygmoCor® parece preciso y útil.22 Los grandes desafíos surgidos son apropiados y la aceptación final no sucederá hasta lograr una explicación completa. El proceso ha estado acompañado por una revista excelente, con un óptimo director y excelentes revisores científicos. Como consecuencia de todo esto, el valor de la presión central en la práctica clínica comienza a ser más exacto.



Bibliografía del artículo


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