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FALACIAS, CONTROVERSIAS Y REALIDADES ACERCA DEL CONSUMO DE MARIHUANA
(especial para SIIC © Derechos reservados)
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Autor:
Agustín Madoz-Gúrpide
Columnista Experto de SIIC

Institución:
Centro de Salud Mental San Blas

Artículos publicados por Agustín Madoz-Gúrpide 
Coautor
Enriqueta Ochoa Mangado* 
Médico Psiquiatra. Doctora en Medicina, Hospital Universitario Ramón y Cajal, Madrid, España*

Recepción del artículo: 7 de diciembre, 2009

Aprobación: 14 de diciembre, 2009

Primera edición: 7 de junio, 2021

Segunda edición, ampliada y corregida 7 de junio, 2021

Conclusión breve
La información que se maneja sobre el uso de la marihauna es con frecuencia incorrecta y desacertada. Este artículo trata de prevenir las consecuencias del consumo aclarando las controversias y las falacias con aportaciones científicas.

Resumen

La marihuana es la droga ilegal más ampliamente consumida a nivel mundial, tan sólo por detrás de las legales alcohol y tabaco. A pesar de que las encuestas entre usuarios señalan un buen conocimiento de los efectos que produce, la impresión de los profesionales que atienden a los consumidores es que tal información es claramente escasa, parcial, cuando no directamente incorrecta. Lamentablemente, esta misma desinformación se advierte en algunos profesionales que atienden a los pacientes, o entre educadores y padres de jóvenes consumidores. En el presente artículo se abordan de manera científica una serie de controversias respecto del consumo de marihuana y sus consecuencias, con el objetivo de clarificar la información y ayudar a la prevención y tratamiento del consumo de dicha sustancia. Se persigue, igualmente, llamar la atención sobre la gravedad de su consumo, no sólo en cuanto a prevalencia sino también en cuanto a sus consecuencias.

Palabras clave
marihuana, epidemiología, trastornos relacionados con sustancias, trastornos mentales, alteraciones cognitivas, edad de inicio, factores de riesgo, vulnerabilidad

Clasificación en siicsalud
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Especialidades
Principal: Salud Mental
Relacionadas: Atención PrimariaEducación MédicaEpidemiologíaMedicina FamiliarMedicina InternaPediatríaToxicología

Enviar correspondencia a:
Agustín Madoz-Gúrpide, Centro de Salud Mental San Blas, 28037, Madrid, España

Cannabis Consumption: Falacies, Controversies and Reality

Abstract
Cannabis is currently, among the illicit drugs, the most frequently used substance in developed societies, just behind legal alcohol and tobacco. Although polls among users indicate a satisfactory knowledge of the effects that cannabis use produces, health professionals who treat substance users perceive that information is clearly biased, scarce, and even incorrect. Unfortunately, misinformation is also frequent in some professionals, as well as in educators and parents of young consumers. In this article a series of controversies concerning cannabis use and its consequences are scientifically approached. Our aim is to clarify the whole body of information, with special emphasis taken in prevention and treatment. Additionally, we intend to call the attention to the fact that cannabis use is a very serious problem not only for its prevalence but also for its consequences.


Key words
cannabis, epidemiology, substance-related disorders, mental disorders, cognition disorders, age of onset, risk factors, vulnerability

FALACIAS, CONTROVERSIAS Y REALIDADES ACERCA DEL CONSUMO DE MARIHUANA

(especial para SIIC © Derechos reservados)

Artículo completo
Introducción y relevancia del problema

A nivel mundial y entre la población general de 15 a 64 años, la marihuana continúa siendo la droga ilegal más consumida (por detrás del tabaco y el alcohol). A nivel mundial se estima que el número total de personas que consumieron marihuana por lo menos una vez en 2007 varía entre 143 millones y 190 millones.1 Según estimaciones conservadoras, la prevalencia a lo largo de la vida en la población europea es de más de 70 millones, lo cual corresponde a más de una de cada cinco personas entre 15 y 64 años. Se estima que alrededor de 23 millones de europeos han consumido marihuana en el último año, lo que corresponde a una prevalencia del 7% de las personas con una edad comprendida entre los 15 y los 64 años. Cerca de 12.5 millones de europeos han consumido esta droga en el último mes.2

El consumo de marihuana se concentra principalmente entre los jóvenes (15-34 años), los que tienen entre 15 y 24 años son los que generalmente presentan los niveles más altos de consumo. Como media, el 31% de todos los jóvenes europeos adultos (entre 15 y 34 años) ha consumido marihuana alguna vez, mientras que el 13% lo ha hecho durante el último año y un 7% durante el último mes.2 En un estudio reciente en población escolar española3 (entre 14 y 18 años), se estima una prevalencia durante su vida del 35.2%; una prevalencia en el último año del 30.1%, así como la prevalencia del 20.1% en el último mes. Al igual que en la población general, los hombres consumen más que las mujeres. Cabe destacar que el consumo de marihuana diario afecta al 3.2% de los estudiantes (4.5% si son varones y 1.9% si son mujeres). La edad media para el inicio del consumo de marihuana es baja (la menor entre las drogas ilegales: 14.6 años), y la proporción de sujetos que consumen la sustancia aumenta con la edad, hasta su máximo a los 18 años (prevalencia de 46.9% en el último año; prevalencia en los últimos 30 días de casi un tercio de los encuestados).

La marihuana es una sustancia asociada frecuentemente a ambientes de ocio y esparcimiento, y cuyo consumo suele acompañarse del de otras sustancias, en especial alcohol y tabaco, así como éxtasis, alucinógenos, cocaína, entre otras.1-4

Una tendencia que parece confirmarse tanto a nivel mundial como europeo, es un cierto estancamiento si no una disminución, tras unos años de incremento en el consumo, a partir de 2003-2005.1,2

Otro parámetro de interés que nos permite conocer la relevancia del problema es el número y cantidad de incautaciones. Dicho dato no resulta fácil de clarificar para este tipo de droga, ya que buena parte de su producción es local e incluso individual. En 2007 las incautaciones totales de hierba de marihuana ascendieron a 5 557 toneladas métricas, un incremento de aproximadamente el 7% respecto del año anterior. Las incautaciones de resina de marihuana aumentaron alrededor del 29%, a 1 300 toneladas métricas. Además, en 2007 se incautaron pequeñas cantidades de aceite de marihuana.1 La marihuana es la droga ilegal que más a menudo se menciona en los informes policiales por infracciones a la legislación antidroga (60%) en Europa, y los delitos relacionados con esta droga en la Unión Europea se han incrementado en promedio un 34% entre 2001 y 2006.2

Otro parámetro que habla de su amplia utilización es el porcentaje de asistencias que genera en urgencias (en 2005 se citaba la marihuana en el 27.9%), bien como droga principal, bien en concomitancia con otras sustancias.5

Igualmente, el porcentaje de demanda de tratamiento que supone es un buen indicador de la importancia de su consumo. En Europa, aproximadamente en el 21% de las 390 000 demandas de tratamiento declaradas en 2006 (28% para primeros tratamientos) se menciona la marihuana como la principal razón para iniciar la terapia.2 No obstante, este dato hay que tomarlo con precaución, debdio a la variabilidad entre los países. Sea como fuere, es un motivo frecuente para solicitar tratamiento, bien como primera opción, bien como parte de un policonsumo. En general se trata de sujetos jóvenes (media de edad de 24 años), predominantemente varones, con un porcentaje del 67% que señala la marihuana como droga principal (que llega al 80% en poblaciones adolescentes). No suele haber grandes problemas de integración pero sí consecuencias en el ámbito escolar y familiar. Entre los solicitantes se habla de tres grandes grupos: quienes consumen de manera regular e intensiva (40%); quienes la utilizan de forma puntual (30%) y quienes la usan no a diario pero sí varios días por semana (30%).2



Percepción del riesgo, disponibilidad e información

En una encuesta europea sobre percepción de riesgo entre jóvenes, se encontraron grandes divergencias en función del país de origen. El 40% de los encuestados opinaba que existía un alto riesgo asociado al consumo de esta droga, mientras que prácticamente el mismo porcentaje (43%) consideraba que el consumo de marihuana representaba un “riesgo medio para la salud”, comparable en líneas generales con los riesgos derivados del tabaquismo.2,6

Actualmente, el consumo de marihuana parece haber dejado de ser estimado poco menos grave o similar al de tabaco, a considerarse más peligroso, tanto el consumo esporádico como el habitual. Entre la población escolar, también habría un cierto incremento de la percepción de riesgo asociada. Un 54.8% de los estudiantes creen que el consumo esporádico de marihuana puede ser riesgoso, porcentaje que aumenta al 88.3% para el consumo habitual.3

El 39% de los encuestados en la población general en España considera que es fácil hacerse con marihuana en el plazo de 24 horas.7 Igualmente, y en teoría, la percepción de los estudiantes acerca de la disponibilidad de drogas parece haberse visto disminuida, pero no es menos cierto que el porcentaje de quienes dicen poder conseguir marihuana en un plazo de 24 horas continúa siendo elevado (63.0%).3

Una amplia mayoría de los estudiantes (85.7%) se consideran suficientemente informados sobre las drogas, sus efectos y los problemas asociados.3 Esta información les llega desde internet, la familia, los colegios o las charlas.8 Llama poderosamente la atención el peso que, tanto la población general como la de edad estudiantil, depositan en las charlas estudiantes y la información recibida por parte de familiares. La población general cree que es la vía más adecuada para lograr información7 y los estudiantes consideran que están bien informados sobre el consumo y sus riesgos.3 No obstante, en ninguna encuesta se detalla el contenido de esa información, ni quiénes la dan o la reciben. Y lo que es más preocupante, el contacto diario y la realidad clínica demuestran abiertamente que la información recibida es claramente insuficiente, que deja aspectos esenciales sin abordar, y que no está siendo eficaz en la reducción real del consumo ni sus consecuencias. Sería necesario, por tanto, un mayor esfuerzo de sistematización y complementación de dicha información, si se aspira a que cumpla sus objetivos reales.



Falacias y controversias sobre el consumo de marihuana

La marihuana es una droga blanda de escasas consecuencias físicas y psicopatológicas

A pesar de las campañas de formación, existe la creencia falsa y extendida de que la marihuana es una droga blanda, esto es, una sustancia con escasas y pasajeras repercusiones clínicas. Dicha percepción es incluso mayor en los segmentos jóvenes de la población, probablemente los más predispuestos a padecer las consecuencias negativas.

Es evidente sin embargo que existen consecuencias no sólo físicas sino también psicopatológicas, alguna de mucha gravedad, que conviene valorar.8,9

En general,10 los efectos agudos de la marihuana sobre el sistema nervioso central son muy variables entre las personas y dependen de la dosis, del contenido de tetrahidrocanabinol (THC), de la proporción tetrahidrocanabinol/canabidiol (THC/CBD), de la forma de administración, así como de la personalidad, las expectativas y experiencia previa del sujeto, y también del contexto en que se consume. Generalmente produce un efecto bifásico, con una primera fase de estimulación (euforia, bienestar, aumento de la percepción, ansiedad), seguida de un período de sedación y somnolencia.8

Se produce una agudización de las percepciones visuales, auditivas y táctiles, así como una ligera distorsión del espacio y del tiempo. También aparece risa fácil, locuacidad y aumento del apetito. Paralelamente se altera la memoria reciente11 y existe dificultad en la concentración, disminución de la atención e incoordinación motora.10

En algunos sujetos puede aparecer ansiedad, disforia, síntomas paranoides, pánico, los que habitualmente desaparecen de forma espontánea en pocas horas.

La intoxicación aguda por marihuana puede cursar con un episodio psicótico agudo que se caracteriza por ideas delirantes, alucinaciones, confusión, amnesia, ansiedad y agitación. Otros efectos habituales agudos del consumo de marihuana son la analgesia, la inducción del sueño y el aumento del apetito, si bien algunos de estos síntomas disminuyen con el uso habitual.8

Más específicamente se advierten efectos cognitivos que afectan el rendimiento psicomotor y la conducción de vehículos.12 Se señala, por ejemplo, que el consumo agudo de marihuana provoca alteraciones de funciones cognitivas como atención, memoria,11 percepción, resolución de problemas, así como enlentecimiento en la velocidad de reacción, dificultades de concentración, dificultad para la coordinación motora, similar a la que producen el consumo de alcohol y las benzodiazepinas.

El consumo de marihuana causa una alteración de la mayoría de sistemas del organismo.8,10 Provoca, por ejemplo, aumento de la frecuencia cardíaca, de la tensión arterial y del gasto cardiaco; enrojecimiento de las conjuntivas; sequedad de boca y ojos, dificultad de acomodación y disminución del reflejo pupilar, disminución de la presión intraocular; broncodilatación; alteraciones en la inmunidad celular; relajación muscular; reducción del peristaltismo intestinal, enlentecimiento del vaciado gástrico, efecto antiemético (aunque puede producir hiperemesis13), disminución de las hormonas sexuales.4,8,10

Las consecuencias psicopatológicas son, probablemente, las menos valoradas por los consumidores, pero las más claramente informadas por los clínicos que atienden a estos pacientes. El consumo de marihuana puede provocar per se, o facilitar, la aparición de toda una serie de cuadros psicopatológicos, algunos de mucha gravedad, que merecen ser recordados.8,10,14 Además de la situación de abuso y dependencia, abordada específicamente más adelante, se demostró que el consumo de marihuana puede provocar trastornos de ansiedad (los más frecuentes, junto con los trastornos afectivos).15-17 Es habitual percibirlos en el consumo agudo (se calcula que hasta el 22% de los consumidores pueden experimentar dichas manifestaciones clínicas). En ocasiones se acompaña de ideación referencial. Son frecuentes las crisis de pánico. También son frecuentes los trastornos afectivos16-18 (los últimos estudios señalan una relación entre consumo de marihuana y depresión, en la línea de que la marihuana podría facilitar los cuadros afectivos19), el incremento del riesgo para provocar fases depresivas y sobre todo maníacas en el trastorno bipolar,20,21 así como facilitar la recaída y favorecer la aparición de manifestaciones psicóticas en dicha enfermedad. Está demostrada, además, la relación que la marihuana tiene con los trastornos psicóticos.22-25 Es este un aspecto esencial que ha dado pie a numerosas interpretaciones. Existen una serie de hallazgos innegables, como la presencia de manifestaciones psicóticas (desrealización, ideación referencial…) entre consumidores puntuales de marihuana; la aparición de cuadros de psicosis breve, y la alta relación entre esquizofrenia y consumo de marihuana en sujetos vulnerables. Este dato es más llamativo si se ha producido un inicio precoz en el consumo y la cantidad ha sido elevada y continua en el tiempo. Esto tendría que ver con la alteración del desarrollo cerebral, que es más sensible edades tempranas. Por otra parte, el consumo de marihuana es frecuente en pacientes ya diagnosticados de esquizofrenia y provoca un empeoramiento clínico y menor adhesión terapéutica. Sea cual fuere la relación,22,26 lo que parece claro es que, por lo menos, el riesgo de psicosis se duplica con el consumo de marihuana.14,27 Otros cuadros psicopatológicos relacionados con el consumo de marihuana son el síndrome amotivacional (si bien quedan dudas sobre si es un cuadro con entidad per se o un cuadro de intoxicación crónica por el consumo continuado,28 es fácil describir una fenomenología consistente en un deterioro en la personalidad del sujeto, pérdida de energía y abulia, con importante limitación de las actividades habituales), intoxicación, delirio, flashback y cambios o trastornos de personalidad.10

Junto a estos cuadros físicos y psicopatológicos merecen especial mención las consecuencias neuropsicológicas.8,10,29 El consumo puntual de marihuana puede producir alteraciones cognitivas. En los últimos años se está prestando especial atención al daño que provoca su consumo habitual. Se han descrito alteraciones de la memoria,11 atención, velocidad psicomotora,30 así como de funciones ejecutivas (toma de decisiones, inhibición de impulsos y respuestas irrelevantes, flexibilidad mental31). Este tipo de daño sería de mayor importancia en aquellos sujetos que se inician jóvenes en el consumo de marihuana y lo mantienen elevado y frecuente. Si bien parece que al menos en parte estos efectos serían reversibles, comienzan a aparecer voces discrepantes en este sentido.10 Son este tipo de daños los que condicionan de manera importante en la población estudiantil el fracaso escolar y el rendimiento bajo. Suele asociarse además a un estado amotivacional y apático.



Sobre la capacidad adictógena: la marihuana no genera abuso ni dependencia como tal

Este es uno de los aspectos más conflictivos a la hora de abordar el consumo de marihuana. Existe cierta percepción engañosa de droga segura y con escaso riesgo de producir tanto dependencia como enfermedades de gravedad. Hoy es evidente que el uso continuado de marihuana puede llevar al consumo perjudicial, al abuso y a la dependencia de la sustancia.8,10,32,33 La vía final para explicar la dependencia es común a la de otras drogas, a través del sistema de recompensa mediado por la dopamina.34

Se calcula, según datos de la encuestas europeas, que de todas las personas de entre 15 y 64 años que han consumido marihuana alguna vez en la vida, el 30% lo ha hecho durante el último año. Sin embargo, de entre todas las personas que han consumido la droga durante el último año, una media del 56% lo ha hecho durante el último mes. No obstante, no dejan de ser datos significativos en cuanto a su magnitud. La estimación de las pautas de consumo intensivo y a largo plazo representa un tema importante para la salud pública. El consumo diario o casi diario (20 días o más durante los últimos 30 días) puede ser un indicador de consumo intensivo. Se estima que más del 1% de los adultos europeos, alrededor de 4 millones de personas, consume marihuana diariamente o casi diariamente. La mayoría de estos consumidores, unos 3 millones, tiene entre 15 y 34 años, lo cual representa aproximadamente del 2% al 2.5% del total de europeos clasificables dentro de este grupo de edad. El consumo reiterado de marihuana puede permanecer relativamente estable durante largos períodos de tiempo, incluso entre los consumidores jóvenes. Un estudio de publicación reciente y de seguimiento de diez años de una cohorte de personas entre 14 y 24 años de edad, mostró que de los que habían consumido marihuana repetidamente (cinco o más veces a lo largo de la vida) al principio del período de estudio, un porcentaje elevado continuaba consumiendo la droga (el 56% de ellos después de cuatro años, y el 46% diez años después).35 Así pues, no se trata de una droga que remita en su consumo espontáneamente y en toda la población, antes bien, quedan bolsones, principalmente entre adultos jóvenes, de sujetos que utilizan de manera diaria e intensiva la marihuana.



Dependencia, abuso, tolerancia y abstinencia

Por dependencia entendemos la necesidad imperiosa de consumir, con pérdida de control sobre el hábito y alteraciones conductuales encaminadas a obtener la droga.36 Es cierto que el riesgo de dependencia de la marihuana es el más bajo entre las drogas conocidas. Pero no por ello desaparece, máxime en poblaciones jóvenes.32 Se calcula que, en general, entre 7% y 10% de los consumidores de marihuana tendrán dependencia de la droga.8 Se calcula que 2%-4% de los que se inician en el hábito presentan dependencia en los primeros dos años de consumo. De manera general, se estima en 1.5%-2.5%la dependencia de la marihuana a lo largo de la vida. Algunos autores37 dan cifras del 2.5% en encuestas de más de 40 000 personas de la población general. En 2006, se señalan tasas de abuso de hasta 7.2%, y 1.3% de dependencia a lo largo de la vida.38

En este mismo sentido cabe concretar la implicación de la marihuana en otros dos términos relacionados, como son la abstinencia y la tolerancia, que se suelen citar como parte de la dependencia de sustancias.39,40

La tolerancia como tal es poco frecuente en la marihuana, al menos desde un punto de vista subjetivo. Objetivamente sí se registra necesidad de incrementar la dosis para alcanzar ciertos efectos físicos: taquicardia, descenso de la presión intraocular.33,41

Al igual que el concepto de dependencia (menos el de abuso), la abstinencia a la marihuana ha sido un capítulo muy discutido en los sistemas de clasificación. Esto era debido en parte a su escasa presentación, o más probablemente, a la levedad de sus manifestaciones clínicas comparadas con las de otras sustancias. No obstante, se calcula que en el 50% de los consumidores intensos y en el 15% de los usuarios habituales, es frecuente la aparición de cuadros llamativos de irritabilidad, insomnio, pesadillas, ansiedad, disminución del apetito, síntomas autonómicos como sudoración, temblor e hipertermia, así como deseo intenso de consumir.42

La edad de inicio en el consumo no tiene relevancia clínica ni pronóstica

El consumo de marihuana a edad temprana es especialmente relevante sobre el desarrollo neurológico (vulnerabilidad), ya que puede provocar una serie de cambios neurobiológicos que pueden repercutir de manera grave e incluso irreparable.4,43 Así, se confirma que el inicio temprano se relaciona con mayor psicopatología, con mayor riesgo de dependencia de la marihuana44 o de otras drogas en el futuro,32 y con mayor riesgo de recaídas. Asimismo y de manera especialmente notable, el inicio temprano en el consumo de marihuana se relaciona con mayores déficit neuropsicológicos y de rendimiento,32 así como, en consecuencia, mayores alteraciones conductuales12,45 (que en los adolescentes se pueden plasmar en mayor fracaso escolar, depresión, etc.) y con la aparición de psicosis.



El consumo de marihuana no guarda relación con el posterior consumo de otras sustancias: la “puerta de entrada”

Es un tema de franca controversia, que tiene argumentos tanto a favor como en contra.4,10,41 Es verdad que la marihuana es una droga de uso muy extendido y que la gran mayoría de los consumidores no presentará adicción posterior a otras drogas. Pero no es menos cierto que el policonsumo es la norma más que la excepción en el uso de marihuana, frecuentemente junto con alcohol y tabaco, pero también con otras drogas ilegales. Es más, casi todos los consumidores de cocaína y heroína han tomado en algún momento previo marihuana; los consumidores regulares e intensivos de marihuana más frecuentemente consumen heroína, cocaína o ambas, y cuanto más temprano es el inicio en la marihuana, tanto mayor el riesgo de otras dependencias.32

En cualquier caso, probablemente estemos hablando de factores de vulnerabilidad personal que faciliten no sólo la dependencia de la marihuana, sino la transición a otro tipo de dependencias.9 Dichos factores de vulnerabilidad, que cuentan con un importante componente genético, se verían modificados por factores de riesgo y de protección biológicos, sociales,46 que determinarán la evolución del cuadro. Junto a esto, es esencial tener en cuenta que el inicio a edad temprana en el consumo de marihuana es especialmente influyente en todo el desarrollo neurobiológico, lo que puede condicionar de manera clara no sólo la adicción a las drogas, sino incluso el daño neurológico consecuente.



El riesgo es similar en todas las personas: la vulnerabilidad personal

No todo el mundo tiene igual riesgo de adquirir el hábito, ni mucho menos de presentar dependencia. Durante un tiempo se planteó que en gran medida se trataba de una serie de factores de riesgo ambientales comunes como motivo más claro para la aparición de esta enfermedad. Los informes indicaban que existe una correlación entre el consumo de marihuana problemático y la pertenencia a un grupo de vulnerabilidad, entendido como delincuencia, ausentismo y fracaso escolar.

Parece clara hoy la existencia de una vulnerabilidad personal,47 sobre la que posteriores factores de riesgo y de protección, genéticos, biológicos, psicosociales, actuarían como modificadores. Esta estado de vulnerabilidad sería máximo en etapas tempranas del desarrollo neurológico, y condicionaría no sólo la dependencia en sí, sino el paso a otro tipo de adicciones, su reversibilidad y el riesgo de recaídas, además de las consecuencias clínicas y psicopatológicas del consumo. En cualquier caso, hay que tener presente que es precisamente un factor voluntario, el consumo, uno de los principales modificadores de esa vulnerabilidad previa.



El consumo de marihuana no tiene consecuencias importantes a nivel cognitivo ni conductual

Aun cuando ya se han comentado entre las alteraciones propias debidas al consumo, es conveniente repasar las consecuencias que en el día a día tiene el consumo de marihuana.

En la Encuesta Escolar de 2004 se atribuía al consumo pérdida de la memoria, un 15.8% dificultades para trabajar o estudiar, un 14.3% tristeza, ganas de no hacer nada o depresión, un 10% faltar a clase.4

Hoy no cabe duda alguna de que el consumo puntual de marihuana genera, como queda reflejado en sus consecuencias, alteraciones cognitivas, en principio reversibles tras el abandono del hábito. Esta situación, cuando supera el mero consumo recreativo y se convierte en un uso frecuente, genera en la población escolar graves problemas de rendimiento, facilitando el fracaso escolar y el ausentismo.32

El uso continuado de la marihuana igualmente se traduce en daños cognitivos cada vez de mayor importancia y consecuencias, en tanto que inciden de manera directa en el funcionamiento del sujeto (ambiente escolar, pero también a nivel familiar, laboral, de rendimiento general). Los daños no se limitan ya sólo a funciones cognitivas básicas sino que llegan a afectar las funciones ejecutivas, con las graves consecuencias que esto acarrea. En cualquier caso siempre hay que tener en cuenta qué daños neuropsicológicos se manifiestan en alteraciones conductuales, siendo éstas últimas las que más demanda de atención generan tanto en familiares y amigos como en los propios pacientes (es raro que éstos sean conscientes de sus propios daños cognitivos y ejecutivos).



No existe tratamiento para el consumo de marihuana

Según los informes europeos quedan dudas de cuál es el tratamiento más eficaz. Algunos países han desarrollado programas específicos para este tipo de sustancias.2 En general, se mantiene la pauta desintoxicación-deshabituación empleada para otras sustancias.8 Habida cuenta de que no existe ningún fármaco específico para el manejo sintomático de la desintoxicación, suelen emplearse diferentes compuestos. Las mayores divergencias se presentan en relación con los programas de deshabituación, que generalmente son de tipo psicoterapéutico. Sobre una base cognitivo-conductual, tienen cabida programas de asesoramiento personal y familiar, terapia emotiva, de comunidad terapéutica, prevención de recaídas, grupos de autoayuda.48-50 En cualquier caso, no hay que perder de vista la rehabilitación neuropsicológica de los graves cuadros psicopatológicos que la marihuana puede desencadenar.9,26,51 Algunos países europeos propugnan la necesidad de desarrollar programas específicos para el tratamiento de la adicción a la marihuana, incluso en espacios separados del resto de consumos. En gran medida esto tiene que ver con la edad de los sujetos adictos a la marihuana.



Sobre las medidas de prevención y su utilidad

Junto a estas medidas de tratamiento, otra de las cuestiones que se deben aclarar con urgencia es cuál debe ser el papel de la prevención y cómo y desde dónde llevarlo a cabo. Parece claro que como para cualquier sustancia, pero más para aquellas de inicio tan temprano, la prevención debe ser continuada, inespecífica, iniciada desde la infancia y desarrollada desde la familia y el ámbito educativo, que proponga alternativas de estilos de vida y espacios de ocio sanos. Ha de basarse en la información y en la transmisión de percepción del riesgo real. Junto con ello se debe trabajar a nivel político y policial en el control de la oferta, así como en la reducción de daño y su reparación, si éste llegara a producirse.



Sobre el uso terapéutico de la marihuana: mitos y realidades

Uno de los motivos argumentados por jóvenes y defensores de la marihuana para su legalización es empleo terapéutico su mal entendido. Como muchas otras sustancias de origen natural, y bajo estrictos controles médicos, los canabinoides pueden ser empleados de manera pautada en diferentes tratamientos.8,10 Hay que tener siempre presente que este uso terapéutico está totalmente diferenciado del uso recreativo.

Así, en algunos países, la marihuana se emplea como antiemético en ciertos tratamientos oncológicos52 y como agente anabólico y orexígeno53 en cuadros de desnutrición grave (sida, cáncer). Hay también estudios en marcha sobre su posible uso como analgésico en el dolor neuropático y en la esclerosis múltiple.54,55 Se investiga su papel en otras enfermedades como glaucoma, dolor agudo y crónico, y patologías caracterizadas por movimientos involuntarios como la enfermedad de Parkinson y la corea de Huntington.10



A modo de conclusión

Muchos son los mitos, las informaciones erróneas y los malentendidos que han contribuido a promover y mantener la imagen de la marihuana como una droga blanda, segura y de escasa repercusión clínica. Determinados sectores de la población, entre los que lamentablemente se incluyen algunos educadores y terapeutas, han transmitido la idea de que su consumo es inocuo y forma parte de una opción recreativa o de rebeldía, propia de la juventud. No obstante, los datos científicos actuales no dejan lugar a dudas de las importantes repercusiones que la marihuana puede provocar en un segmento amplio de la población. Estos datos son aun más graves si tenemos en cuenta que es una franja especialmente vulnerable de la población –la escolar y la juvenil– la que más uso y abuso hace de ella. El objetivo de este trabajo no es sino aclarar la gravedad asociada al consumo de marihuana y reivindicar políticas preventivas sociosanitarias adecuadas y de tratamiento. En realidad, la historia de la marihuana recuerda demasiado a la ya vivida en los primeros años del consumo de cocaína, en que ésta se tenía por droga segura y limpia, sin capacidad adictógena, y que ha terminado por convertirse en una epidemia de consecuencias dramáticas.



Bibliografía del artículo


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